jueves, 24 de mayo de 2012


DE DEUDAS Y MÁS

El tiempo
me deberá dos días,
nunca me aviso  que los perdí
hasta que mirando el calendario
vi los agujeros de aves zambullidas
en el lago azul de mi tinta carmesí.
Tu boca sensual
me adeuda varios besos,
ya que en el repaso del ardiente batallar,
en la alborada entre sabanas alunadas
había perforaciones en mi cama
que son la firma de tus labios mar adentro.
A la vida le debo mucho,
tanto que ni los orificios en mi sombra
de galante porteño borrachín,
pueden poner en duda que soy un sueño,
de esos que no amanecen amarrados
de esos que se revuelcan sin ningún dueño.
Siempre te he pedido
que no huelas los jazmines
debajo de la alfombra iraní
en ausencia de las baldosas terracotas,
pintando atardeceres  otoñales
sobre la negrura del café molido marroquí.
Mis ojos  se deleitan
con las islas de tus lágrimas,
con el frente de tu espalda,
con la algarabía de tu tórrida piel,
la que vivió el jaque mate de mi rey,
alondra plana de cantos perfectos
en los que mis miembros insurrectos
declaman a siete vientos que te soy fiel.
Deudas y perdones
componen las arrugas de mi espejo,
sitio donde moran fragmentos de hembras
que se dejaron el pasado perdidoso
o espiando el convulsionado presente,
siempre algo pierdo
en la ventana marrón de mi mirada
o en los medanos arenosos
de lo importante de tus desnudos urgentes.
Deudas que se alinean
en la libreta verde de tu nombre inteligente
perdonando todas las ofensas…

   

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