Las velas,
Candorosamente encendidas,
Hicieron correr la lava de expectativas,
Ante la presencia del volcán de tu figura.
Las velas no saben
De que trata la larga soledad,
Las interminables noches de angustias,
Los desvelos que me mantienen insomne,
Dentro de la parquedad de otro de mis sueños.
Por eso son estas velas,
Objetos luminosos al encenderlos,
Ridículos objetos cuando se hallan apagados,
Mas son ellas las que en su mutismo,
Me observaron atentamente
Navegar constantemente en mi delirio.
Quizás fueron sus luces y ardores,
Tal vez fueron sus aromas y colores,
Los que delinearon mis alucinaciones,
Cuando montando en corceles de carrusel,
Creí que ya nada me quedaba en la vida
Más que la amarga y definitiva resignación
De transitar mí camino en el yermo desierto
Sin haber abierto las alas a la noble inspiración.
Ahora que se
Donde están los vectores de tu amor,
Donde el segmento en que tus brazos
Me aguardan a pura inocencia,
Con el máximo de gotas verdes alunadas,
En la planicie de tus labios arropados
De variopinta cantidad de ósculos,
Donde las tangenciales curvas de tus pestañas
Languidecen por un futuro en certidumbre,
Ahora me dirijo andante por el flujo
De arroyos y rías sin tiempo como es costumbre.
Ahora las velas se consumen
Quedando casi el cabo de la parafina,
De mi silencio nacen signos y símbolos,
Nacen las más agudas palabras,
Sobre el incendio plata de mi vereda,
En la chamuscada zona que rebota en el espejo,
Preparo los pinceles de mi lenguaje,
Para pintar a puro óleo
Las turgencias de tus capillas
Esas Sixtinas sin vatican
Y sobre sus techos veo las imágenes,
De dos amantes que disfrutan ser angelicales.
Tanto fuego
Tanto ardor
Tanta espera en un trecho de la vida
Tanta búsqueda sin brújula precisa
Son velámenes de barcazas de alta mar
Hundidas en las márgenes perdidas
Tanto y las velas ya no están
domingo, 12 de junio de 2011
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