miércoles, 31 de agosto de 2011

AMANTE



Como caen tus ojos


Sobre mi lecho cuando no estoy

Y tú tampoco.

Como se derrumba el tiempo

En el piso de mi cuarto

Cuando falto por necesidad menor.

Como y tanto se desviste

La mujer que amo ardorosamente

En una plaza vacía,

Sin jarrones de flores perfumadas

En las ventanas de las casas vecinas,

Todo o más mi dislate se imagina.

Sin tregua entre muerte y muerte

Se debate el plenilunio de mi vida,

Bailan tres viejas enloquecidas,

Vestidas de huesos carcomidos,

Que no me dejan en tanto me desangro

Y el trio repulsivo son como las heridas

Duelen, muerden y lloran.

Siento a cada paso que me persigue

El silencio de mi locura temporal,

Que quiere que rinda cuentas

De mis odios y del frescor de mis pasiones,

Cuando sentado a la mesa de algún bar

Escucho la última de las canciones

Que supo escribir aquel lerdo juglar.

Quizás debiera intentar confesarme

Con la estampa del santo de la virginidad,

En el único rincón de este lugar

Donde muere inevitable la vanidad.

Me fue tan difícil despojarme de la alforja

De las culpas inducidas, de los dolores inmerecidos,

Que solo poder quererte en noches de luna llena

Me fue limando de los mandatos de antaño,

Recargue la cantimplora de sentimientos nuevos,

Le dispare sin acertar a las estrellas del cielorraso,

Me aferre dulcemente a las formas de tus senos,

A la dureza extrema de tus pezones,

Mientras rezaba un padre nuestro en arameo

Y entreabría tus delgadas piernas

Que me prometían la redención en su centro,

A las que recorrí entre miles de besos,

En lengua extranjera de vocablos de cálida saliva,

Con los que escribí en el dorso de tu cuerpo

Cuanto fue el tiempo que te espere sin saberlo.

Sé que voy llegando al cielo de la rayuela,

Que en unas horas jugaremos a las escondidas,

Que entre tanta gente en esta ciudad

Difícil es la auténtica búsqueda de la verdad,

Pero me esmero, sé que también te empeñas

Conocemos que jugar a vivir vale la pena

Tanto que me despiertas de mis sueños

Con tus caricias, labios ateridos de madrugadas,

Trenzando nuestras vidas con la sangre de las venas.

Sabemos que todo termina bien porque nada termina

Sino que todo empieza en cada instante,

Cuando la soledad se encierra en su vacío

Y cada gota del reloj sigue su camino,

Mujer de cuatro estaciones que siempre llegas antes,

En el pasaje en que te espero bienvenida amante.

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