Luz de la mañana
embebida en los ronroneos cotidianos
la mirada
vuelta de la vigilia
miran asustados aun la realidad
que la sacude
despierto
sintiendo como una adhesión
la hoja y el aroma de su árbol a mi cuerpo
como retornar a la rama agitada arbitrariamente
silencio de hojas matutinas
sin voz para sollozar
la infamia de si inercia
silencio de tensión
erguida en la sien de tu vagina
la hoja se agrieta como tus tajos
desmesuradamente ante una mirada mía
el sueño lejano
resuelve su ardor por esta parte mía
rincón inhallable
tus ojos que se agrandan
confiados en el reconocimiento
de que cansado y frío
no asalte tus tetas y tu abrigo
tu concha y esa melodía
vuelve a gemir y dormiré toda la jornada
con las piernas abiertas
y vos chupando la rama encerada.
Roberto Brindisi
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