sábado, 20 de septiembre de 2008

YO , HOMBRE


Yo, hombre
Te había arrancado de mi vida
Como se arranca a un yuyo indeseable en el jardín.

Con la misma brutalidad en el tirón,
Tratando de arrancar la raíz de cuajo.
Sin sentir nada.
Al otro día, justo al otro día.

Yo, hombre, planté en mi lecho
A una muchacha bella como una azalea.
Tu mujer te marchaste prontamente
Sin echar raíces en mi vida.

No me quedé quieto.
Seguí plantando bellas mujeres
Que se marchitaban
Antes del nuevo amanecer.

Nadie pudo crecer ni florecer
En este lugar.
Mi vida era un jardín desierto
Al que regaba inútilmente antes de anochecer.

Hasta que percibí
Esos movimientos adentro.
Esos pujos que sentí por todo mi cuerpo
Y que se ramificaban de noche a día
Con la velocidad implacable de la naturaleza.

Y eran la luz y esa tibieza que anuncian una primavera cercana.

Yo, hombre
Me vi a la siguiente mañana en el espejo
Y comprendí lo que sucedía.
No había logrado extirpar bien las raíces de ella.
Mi amada.

Tus brotes
Se abrían paso por mis poros
Y estaban a punto de estallar en flor.

-Sólo pido que las flores
Sean del color de tus ojos.
Pensé resignado.

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