jueves, 25 de diciembre de 2008

MUJERES




Sobre los muebles fenecidos
Impongo una lámpara agotada
De segundos, de colores y de aromas
Permaneciendo en la sombra la pesada
Imposición de océanos no conocidos
Más la ignorancia de arenas alejadas
De un amor aguardando en Casablanca
Y una canción que jamás volverá a ser tocada

La sombra verdusca dilatada
Abarca los cauces arrugados
Del semblante de una arcaica dama
Amante de un guerrero aniquilado
Que lidio en una guerra equivocada
Gimiendo junto a un obispo demacrado
Con un rosario de calas por mortaja
En un último adiós inesperado.

Rondan los molestos moscardones
La cantina de una esquina fatigada
Al calor de esta tarde de postrer verano
Aplacando la sed con alegría aginebrada.
En una mesa perdida de sucia madera
Una muchacha solloza ante su amado
Ausente a la algarabía y a la batahola
Que la rechaza confuso embriagado

Dicen los que saben que son tres momentos
Que tres son las mujeres desconsoladas
Se me hace que Penélope ya no se consume
Por una disposición que tomó desacertada
Que ya no hay evas ni pérfidas serpientes
Sino un presente agujereado de madrugadas
Que para fortuna de los hombres lujuriosos
Maria Magdalena ahora es reivindicada

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