lunes, 15 de diciembre de 2008
RETAZOS
Existe una casa antigua
En un atrevido acantilado
Por las noches se ven las luces
En sus ventanas de cristal esmerilado
Hay otro quebrado
Con extraño perfil grotesco
De peldaños gigantescos
Cerca de un cielo nublado
Más allá hay fuertes riscos
Que se alzan arrogantes
Activos y curiosos
Sin noción de ser gigantes
El peñasco más septentrional
Se recorta en el espacio ilimitado
Como una nube gris y gélida
Con su forma un tanto desigual.
La costa del río tuerce rudamente
En el sitio donde desembocan
Los arroyos de las novias engañadas
Hechas de surtidas lágrimas saladas
Derramadas ante de volverse locas
Los expertos viejos marineros
Amantes de varias constelaciones
Percibieron de la estrella polar
A evitarlas en las calurosas estaciones
El filoso borde del acantilado
Parece el límite de la Esfera
Los ojos que miran el océano
Ven la mística figura de la espera
Las solemnes campanas de las boyas
Acarician soberana el cosmos irreal
Cuando las grandes brumas ansiosas
Se espesan en una intemperie angelical
En esta época del año
Desembocan los arroyos peligrosos
El del viento de la Ira, el del Rencor
El del odio avanzando en un corcel brioso.
Los marineros rememoran sus relatos
Que asisten en turba a la sala de los tritones
Y de las caracolas de las ciudades invadidas
Con algas sembradas por altísimos bribones
En la tarde trémulas de calmadas lluvias
Estivales que mojan vencidos tejados
Las nubes esparcen sus grisáceos sueños
Para que los hombres no se sientan abandonados
Sin el rumor de los viejos y extraños secretos
Con los portentos que los astros cuentan a los planetas
Durante la ennegrecida noche sin el grito de las gaviotas
En el lapso que la niebla intenta alcanzar a los cometas
Por los acantilados más alejados de este espacio
Sube blanca y algodonosa, sube al encuentro
De sus hermanas las nubes, vislumbradas borrosas
Henchida de sueños del verdor de húmedos pastos
Cavernas de leviatanes de espadas, copas, oros y bastos
En la esperanza de referirse algunas de tantas cosas.
Mientras todo esto ocurre
Un ciego sufre por no ver
Una madre pena por su cría
Un poeta sin un verso dado a beber
Una puta apura a acabar a un cliente
Un general adiestra a su soldado
Un bohemio toca su guitarra
Pareciera que Dios jugara a los dados.
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