Por la ventana entraba
La luz clara de la luna
Partia el cristalino con sus rayos
Y con un extraño rubor
Se animo a rozarte una mejilla
Besando con dulzura tus suspiros.
Esa luna que mucho anduvo
Que tantos rostros hubo acariciado
Quedo prendada de tu semblante
Mujer eterea de pasos agraciados
En este instante que tu calida mirada
Se perdia vagando en el oriente
Extraviada pensando en la ausencia
De la persona que te volvia enamorada
La luna no tiene el don de la palabra
Tú incurres en lo absoluto del mutismo
Ella escucha atentamente tus quejidos
Descree del canto de los grillos
Del horizonte teñido de verdores
De los llantos de mujeres despechadas
Pero de ti, muchacha traslucida,
Tiene la esperanza de entender tus clamores
Luna que puedes ver muchas cosas
Tantas se te escapan por el lado oculto
Miras a la niña de los ojos verdosos
Desterrando sus pasos del otrora
Los tantos que la acarrearon al precipicio
Los mismos que perdidos en la arena
La transformaron en gaviota atardecida
Fenecida en la aurora de tu inicio.
Luna que te consumes en la noche
Decreces en la tristeza de tu plenitud
Observas a la mujer que tanto te arrobara
Notas que han vuelto los colores a su talante
Quizas esa distraccion de tu repaso
Hizo que pierdas aquel magico instante
En que la muchacha decio hacerse hembra
Dando el paso sostenido hasta su amante
Hoy a la noche la luna no se nota
Se que alegre la ganaron otras sombras
La doncella es mujer enamorada
Y en el silencio hoy tiene quien la nombra
jueves, 5 de noviembre de 2009
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