Herede un septiembre
con filos en el medio
con clavos oxidados
de días agobiantes
hundí mi rostro peregrino
entre la mata de orificios consumados,
qué hacer con este lapso
que nace en el estertor de lo finito,
que sino intentar desalojarlo
para que mi memoria levante vuelo,
pasaron varios meses
gélidos como la angustia del mañana
encerradas en un cuarto de alquiler
donde huele a todo y sabe a nada
las ventanas me observan extrañadas
una soledad más bien enemistada
con la abundancia del ayer en otro lado
y mis dedos que rasgan el desierto
de un espejo que conserva los desnudos
en un murmullo de rosas pulverizadas
esquirlas de una guerra nunca iniciada
a pesar de los encuentros cuerpo a cuerpo
sobre el mapa de mi cama de celofán
por esos paisajes volaron con prisa
unas prendas ajustadas sin sentido
despedazadas por el navío del deseo
cuando las traía el eco de gemidos
los jadeos perseverante como pájaros
radiantes de placeres trashumantes
buscando asilo en los labios inclementes
que besaron noche tras noche
las palabras de filos y astillados
buscando refugio en mi garganta
hoy, terminando este septiembre
confío en el arribo de unos pasos intangibles
que tienen el aroma de hembra ansiosa
dispongo de mis ojos cerrados en los sueños
aguardando en soledad como mariposa.
Roberto Brindisi
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