miércoles, 3 de mayo de 2017

UN MAR DE TIEMPO EN EXTINCIÓN


Ahora
ya no hay sombras en el aire
miserias de espacios en los besos
caricias de la luna en la noche desgastada
descenso de los labios intensamente enamorados
hasta invadir los rincones de mis sueños
pide su ausencia la utopía de los vuelos
de la vibrante sonrisa  de mis muertos
que renacen cada día entre el follaje
de los arboles inmensamente otoñales
solo un rayo parte el núcleo de mi pesadilla
quedan derramados los trozos de la piel
la dermis lisa de nuestra soledad
en este cuarto la sangre es fuego
que mece los odios ancestrales
abre dividida la espalda de una amada
solo hay agua en el minuto final de esta eternidad
como la que componía el arroyo donde me sumergí
entre las heridas de los tajos femeninos
muchos silencias empapelan mis ojos
las palabras se niegan a decir presente
atrás de mis baldosas un muro de palomas viejas
no cerrar el puño por temor a dañar el viento
las borrascas de este día cubren una danza macabra
mas en medio de tanto desamparo siempre hay vida
algo insustancial que merece mi mirada
tanta levedad que se aviene a  forzar la puerta
mi pluma dibuja un amor entre paréntesis
nada dice de tus piernas delgadas levantadas
ni de los anhelos que hemos postergados en los cristales
solo un inmenso dolor que produce el olvido
cuando se hunde en lo profundo de la conciencia
se de mi existencia en otra dimensión
allí donde los párrafos de un poema nos gobiernan
donde derramas lagrimas debajo de tus llantos
no se debe invadir el país de experiencia ajena
ni llenarlo de ejércitos de suicidas potenciales
ahora es quizás el tiempo de creer que es posible
no tener templo donde adorar deidades añejas
puede que en ese sitio encontremos nuestras manos
las palmas de nuestras caricias que se despliegan arrogantes
puede que aun esta poesía no tenga la molestia vieja.
Roberto Brindisi



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