Días
en que una palabra conocida
que se fue volviendo extraña
regresa a rearmarse en mi lengua
dejando de ser vocablo huérfano
voy apoderándome de las vocales
entrelazo sus breves consonantes
en tanto me apodero de este sol gélido
y mis ojos miran el eje del olvido
me descuido en una pesadilla
transparente
en la que peinaba las plumas caídas
de los pájaros
muevo las agujas de mi espejo
en sus arrugas se reflejan las
danzas de las paredes
no quedan limites en esta zona del abismo
solo los gritos de desesperanza se tornan mudos
espero en hogueras despejadas de paisajes
un incendio de sangre escarcha mis venas
pero siempre hay retornos, regresos
siempre la esperanza puede ser volcán
hacer que ardas en el deseo de
esa imagen
que te dicta el sonido de
millones de latidos
ya no son huecos solo están desarrumbándose
de su pereza ancestral casi milenaria
es que tu piel recorrió mis soledades
juntamos esos espacios encajándolos en el atardecer
hubo una palabra primera y un murmullo infinito
dije tu nombre más lo pensé incasablemente
escribiéndolo en las noches de mi almohada
no despertaré los silencios de mis angustias
solo dejo lugar para sonreírte en la oscuridad de este
cuarto
puedo gastar mis miradas en la extrema sensibilidad
de tus poros renaciendo entre mis dedos
cuelgo mis vigilias en la punta de tus labios
y amanezco con la sed de tu ilusión
un nuevo día apaga innumerables
noches
y mis poemas ahora son mas sabios.
Roberto Brindisi
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