Ellos
los que no llaman
los que ignoran
los que dejan que se derramen lagrimas
secas como hojas del desamor
ellos no te darán la calma
te entregaran sus pesadillas
las vigilias rotas
las manos escoriadas
ellos que fueron ojos en otra vida
en un espacio similar
perdieron en un instante la mirada
se les quebró el tiempo
los invadió el humo del olvido
no pudieron cerrar sus cuencas
ni obturar los arroyos del silencio
están moribundos
en los senderos del recuerdo
en el fondo terrible de la inocencia
allí han hecho nido
junto a los cuervos renegridos
llorando sin humedad ni sangre
solo fragmentos de los que quiso ser destino
ellos fueron intensamente míos
en el rocío de un jardín insaciable
en los portales de tu vino de mujer
embriagante como tu pubis
tan irresistibles que se dejaron ir
hasta ahogarse en gritos y gemidos
hubo una ventana junto a mi rio
hueco impensado por el que vivir
pero ellos la esquivaron
arrogantes y engreídos
hoy mueren la enfermedad del infinito
nadie los reclama en este deposito
de brutas miradas lánguidas
solo son la mudez de un grito.
Roberto Brindisi
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