Hay olas blancas
en las noches negras
perdura el movimiento
en la quietud infinita de tu universo
y abajo, solo fantasmas asustados
de una realidad que parece inclemente,
de los sonidos de disparos suicidas
que resquebrajan duro los cimientos de una infancia
la bondad es una niña extraviada
en este bosque de pies descalzos
en estos tugurios de olores rancios
queda espacio para los estrechos geométricos
del sexo avariento
de la sensualidad expandida por el lecho
queda lugar para los gemidos blancos
me gusta aspirar el ardor de tus pezones
portal frágil a orgasmos intensos
sueñas en mis sueños que eres amante
una simple prostituta de entrecasa
ahora que en el reloj dan las doce del día anterior
no atrasa como lo
hace mi espejo de viento
ni mis sabanas de gotas de garuas subterráneas
solo es un alarido suave como el de un gorrión
como el despliegue de una bandada de plumas
te cuento que los tiranos están cavando fosas
tanta hambre y miseria agrietaron el pavimento
un niño se suma a millones con hambre
y las alamedas son como las de Santiago
hoy tienen adoquines de sufrimiento
pero debajo crecen flores rebeldes
como la rebeldía de tus trincheras
como la circunvalación de tu piel
mi mundo es un conjunto de miradas confundidas
como confusas son las letras de mis palabras
el orden de mis multiplicados versos
pero nada puede ocultar la revancha de las heridas.
Roberto Brindisi
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