domingo, 27 de septiembre de 2009
DESDE ESTA TARDE HE DECIDIDO…
Desde una tarde mortecina
Cuando sus luces decrecientes se apagaban
Desde ese lugar
En un sitio empedrado de vacío
Constituido por el rocio de tus manos
Ahí mismo, en su extraña mismisidad
Rendí pleitesía al renacer constante
Desde una tarde lánguida,
De esas tardes moribundas
En esta ciudad de amores muertos y amores nuevos
Mire el cielo despintado de mis duelos
Me recordé en la lejana infancia,
En la parroquia del barrio de mis abuelos
De mis padres, del mío propio
Por donde fatigado lleve mi cruz
La misma que dejara luego en otros suelos.
Yo no fui nunca la tarde
Si bien casi en la vida anochezco
Se que mi creador me dio otros días
Donde las llagas del alcohol se curaran
Transportado por novedosas melodías
Cuanto me costo asumir el amanecer!
Cuanto pague en el trayecto por otras alboradas!
Distintas, distantes…
A las horas finitas, que de tanto bodegón,
Habían desterrado de mi patria esas luces
Inaugurales, iniciales,
Hacia el último carcomido paredón,
Alli donde van los que han perdido la fe,
Como en el tango
O en mi melodía de olvido y perdón.
He decido renacer, por decreto de necesidad y urgencia,
En cada suspiro tuyo o en cada acrobacia mía,
Porque no, en cada respiración ondulante nuestra
En el puntual espacio
En el que las golondrinas emprenden su regreso
Los mares regalan metros a la playa
Tus labios desparraman besos por mi piel
Mis manos elogios a la locura de tu espalda
En ese preciso lugar del infinito
He decidido digo
Ser el ave fénix de tu murmullo y de mi grito
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