Caminos de piedra
incendiados por una lluvia gris,
tus pasos tiene la firmeza fantasmal
de las gotas que derrama el olvido,
un terraplén con la suciedad del atardecer
ve desplazarse una silueta agujereada
entre viejos bancos de hilos marrones
yo ya no estaré en el portal de tus vigilias
he decidido desgranarme en un océano cruel
oigo el murmullo de tus noches bravas
las miradas humedecidas de desesperanza
nada queda donde poco hubo
solo un silencio húmedo de mentiras
las blasfemias no encuentran un destino
hay tantos recuerdos de madrugadas frías
afuera una vereda de ladrillos resbalosos
por allí se tejieron infinitos sueños mutilados
hoy es un presente que sabe a enloquecido ayer
a pasiones desplegadas entre sabanas claras
a lujuria que paraliza las agujas del reloj
digo que se estremeció el antiguo espejo
nadie sabe dónde fueron esas
piernas excitantes
ni que lugares recorren esos dedos
privilegiados
que nombre tendrá la frontera de
tu piel extraña
que palabras denominaran los
rostros por venir
sé que no estaré a la hora en que
te desnudes
ni tampoco en los momentos en que
jadees
será en un país extraño habitado
por otra piel
en este desgastado escritorio de
papel madera
dejo caer la pluma de bardo
abatido
que intenta completar los versos
necios de su poesía
con evocaciones a esas caricias
tempraneras
ahora solo queda un poema herido.
Roberto Brindisi
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