domingo, 25 de octubre de 2009
MAÑANA DE DOMINGO
En el momento del último dragón
De aquel que se ha de llevar mi vida
En ese momento no hay pasado ni futuro
Solo un presente inacabadamente horrorizante
El monstruo consumara su cometido
He de terminar mi existencia en ese instante
Pero como en toda pesadilla
Algo o alguien te despierta de ese abismo
Mientras el sudor y las palpitaciones
Se presentan ocupando una negra silla.
Me viene este recuerdo recurrente
Mientras camino por la vereda de mi barrio
Esquivando los adoquines agrisados
En alguna esquina bautismal de mis otroras
Viendo el humo del cigarro en tus labios
Con la forma voluptuosa de tu silueta
La misma que anoche recorrí de ida y vuelta
Midiendo las baldosas de tus poros
Tapizando con mis dedos tus piruetas
De alegre marioneta de libido revuelta.
Ahora veo recortarse tu rostro amanecido
En el momento que te observo tras mis versos
En un resplandor de húmedos sonidos
Que se recuestan en los sintagmas mañaneros
Apareciendo exultantes las mieles de tus pechos
Tocándolos con las oraciones de mis sentidos
Las sabanas rojas de este desierto enredado
Hacen sonar las campanadas de mi parroquia
Donde las palomas vuelan agradecidas
En tanto me entretengo en tu monte encantado
Mis alucinaciones han trocado en vigilia
Los nubarrones de la tormenta en diafanidad
No hay lugar a inmensos sobresaltos
Solo al equilibrio de la dulzura de tu mirada
Los cantos de jilgueros de este dia nuevo
Resuenan en el patio de mis laberintos
Los temores han cedido a tus arrumacos
Los faroles apagados de noches bien oscuras
Fueron suplantados por la luciérnaga de tus quinqués
En tanto me pregunto a que temerle
Si eres lo amorosamente cuerdo en el páramo de mi locura
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