He dejado de morir un poco
me he dado la posibilidad de recorrer
está limitada infinitud
desangrarme intentando comprender
como se descifran las lágrimas de tus ojos
nada más difícil que un alfabeto acuoso
nada tan complicado como observar
deshacerse los colores de una mirada temprana
tramos de tu vista me conquistan
en tanto desconfió de las sonrisas apagadas
afuera dicen que el hambre acecha
pero lo famélico de mi interior me desconsuela
he construido la caparazón con signos nocturnos
hay tardes que llueve copiosamente en mis vigilias
intento dibujar las ramas de unas flores secas
más me acuerdo de tus labios desgarrados
tropiezo con mis manos que te aferran
como si ya no quedara nada más en el universo
sé cuánto fuego desprenden los silencios
o el agua a punto de agotarse
cuando se sumerge en los poros de tu piel
o en la superficie de mi sequedad
elementos que conforman mi lengua
ríos que desbordan tus locuras de mujer
afuera sigue la lluvia de pétalos de nubes
los astros se deprimen en la inmensidad de la nada
y sin embargo una caricia tuya puede crear una galaxia
a veces basta hablarse con los dedos ensortijados
alguna vez las musas dejarán de sentir culpas ajenas
hay momentos en que al verte siento que me veo
como en otros me pierdo en mi interior ensombrecido
pareciera que hay sosiego en mitad de mis pesadillas
solo es un instante de engaño en medio de tanta mentira
pero cada día que apareces alegrando los días de mi espejo
tanto como a la tela de mis sabanas desgastadas
empiezo a entender un ápice el sentido de tanta sinrazón
hay que restañar la abertura de mis heridas viejas
hay que olvidar que en el desfile de tantas alboradas
conservo restos de esa máquina llamada corazón.
Roberto Brindisi
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