Espejo roído
detrás una palabra deseada
he acostado el miedo lejano
suavemente dispara el viento
casona impenitente que te albergó
muros donde no hay nada
solo besos caídos en desgracia
estudie la geometría sobre tu vientre
te duelen los sustantivos ferrosos
como el vocablo del deseo sensual
mis ojos lujuriosos pulsando tu
tiempo
acorte distancias hacia tus labios perdidos
no quise medir la luz de mi infinitud
ni la eternidad de tu desnudez aturdida
solo el despojo de tu piel entre mis dedos
esperando voces desde el límite de mi paciencia
allí no hay mucho del vacío de mi memoria
sabes que te espero en el borde de mi lujuria
me han dolido los cristales en los que me mire
no quedan restos de mi infancia intimidada
no se escuchan los sonidos mudos de vanidad
ni los aleteos de aquellos pajaros engreídos
que volaban hacia un destino de lluvias atrasadas
te quedare debiendo las alas que te prometió
no sé si eres tú la que se marcha este atardecer
o soy yo el que no vino a recostarse ebrio
he sido infiel a mis efigies del otoño
ni a las rememoraciones olvidadas
sueño con el regreso de tus tacos tardíos
o con tu descalzo caminar en mis baldosas
es difícil pensar en el amor
cuando hay sequia
carencia de oasis en este cuarto de
alborada
líneas astilladas que marcan tu
cintura brava
sacudimos la tierra con nuestros
alaridos nocturnos
hemos desarrugado los días desapasionados
me prometo recrearte en otros
nombres
se dé la turgencia de tus vocablos
encendidos
son los dichos de unos hombres
enamorados.
Roberto Brindisi
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