Recuesto
mi frágil memoria
en miles de sombras
valle de un país dormido
donde nada he asimilado
de esos domingos verdes mustios
o aquellos océanos de inmenso vacío
trato de conjugar verticalmente
en el pergamino eterno de las noches
cuando se adentra el ala de un colibrí
por un sendero de bullas astillada
cuanto dolor da la soledad sin ningún sentido
parpados que deambulan por estos laberintos
no serán tus dedos los que me despierten
cuando tus manos se pliegan
a tu cuerpo frágil en retirada
el sol puede oscurecer mis sabanas
hacer de mi lecho un arroyo seco
pero nunca los cristales olvidaran tus formas
ni se perderán los gemidos de otras noches
suplicando no morir en los recuerdos
tan vidriosa es la aritmética del deseo
tan pocas líneas construye la geometría de la pasión
henos aquí fantasmas infinitos
de lujurias opacadas por una sumatorias de instantes
arde el espacio en que ayer ya no es mañana
es impreciso el silencio de estas madrugadas
partimos desilusionados en la extinción angelical
a lo lejos de mi ventanal la
vieja bodegas
insólito país donde cotizan los amores
en un mercado de tahúres y prostitutas
mi mirada ya no define si nos han visto pasar
como mis palabras ya no desentierran versos
la esperanza es un abrojo misterioso
que tiende mi lecho en cada nueva alborada
esperando el devenir de unos besos huérfanos
unas caricias amañadas
en el ocaso de las angustias
en tanto aguarda una vigilia que sabe a esencia enamorada.
Roberto Brindisi
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