viernes, 4 de mayo de 2018

EL HORROR DE CADA DÍA



Escribo en el borde del desastre
en el centro de la mentira impiadosa
allí mismo donde tanta hambre
no dejan que emerjan las sonrisas vírgenes
puedes no ser poeta
puedes no gritarle al sol por las mañanas
pero el cinismo, la hipocresía serán castigados
porque en su ejercicio desde el poder
significan muertes
inocentes que andarán mendigando lo elemental
cargo de tizas mis bolsillos
lleno de crayones mis múltiples manos
oxigeno me piden mis pulmones
exhalaré de alaridos el centro de buenos aires
rayaré sus paredes contando el martirio
de sobrevivir en este suelo americano
en compañía de psicópatas entregados al dinero
diré lo que veo en los contenedores
seres sumergidos en busca de alimentos
de pan, de peces,
de Jesús nuevamente crucificado
no los perdones padres porque saben lo que hacen
mercaderes de pájaros de esta tierra
han prohibido el vuelo sino pagan peajes
se arrogan la potestad de avergonzarnos
desde la comodidad de sus pecados
en la hora final nadie oirá sus quejidos
arrojaremos lejos las llaves de sus celdas penitentes
no han de morir mucho menos vivir
en un estado eterno de suspensión aterradora
han de rendir cuentas de sus múltiples horrores
con sus manos disponibles para moverse en el encierro
no habra abertura por donde introducir un dedo
más del otro lado las ratas merodearan sus infinitas riquezas
solos, avejentándose minuto a minuto
sin estarle permitido dejar de respirar
verán como protagonizan tantas pesadillas
en tanto los niños al paso,
le arrojan letras de un abecedario
analfabetos emocionales
no podrán escribir ni una sola palabra
ese día llegará como sucede con las estaciones
mientras tanto urge preparar la resistencia
abrir el corazón multiplicado
no dejar que nos venza la desesperanza
teniendo siempre al otro como parte de nuestra esencia.
Hemos de volver a soñar
aunque cueste mucho dolor intentarlo.
Roberto Brindisi

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