Angustia
memoria de mi infancia
olvido que no llega
partes de un vacío efervescente
los vasos en esa mesa vieja
desbordan de alcohol
antiguas y solidas marcas de mis heridas
cicatrices incomodas en este presente
donde ninguna mano de mujer me apacigua
ningun beso humedecido de amanecer
se descuelga por mis labios perdidos
tan solo las gotas de lluvia de gorriones verdes
de cantares dementes en los atardeceres
la lujuria va limpiando el reflejo de los cristales
el espejo se deleita con las formas retorcidas
que acumuló en cientos de madrugadas
hasta caer en el borde acerado de la bruma
allí donde aún se escucha el taconeo alejándose
no sé si su soledad partida ha de recomponerse
se de este silencio que me sabe a mucho
a retórica que define la humillación de no saber
de no encontrar dioses que me eximan
de este dolor en la mirada persistente
humareda que oculta el deseo compartido
el de esa multitud de nombres femeninos
sin la posibilidad de retener ningún rostro preciso
solo el sueño brutal que interrumpe un reloj de arena
levantarse con un verso en la punta de la pluma
vuelco los vocablos rengos en una hoja deshilvanada
escribo ligeramente:
infinito, destiempo, lapsos arrugados
me obsesiona el espacio relativo de la nada
improviso un teorema de amor sin sustantivo
creo que esa puerta será atravesada por tu presencia
te rememoro en las exactos signos de tu ausencia
sueño con un valle de senos tuyos en ofensiva
de partisanas maneras de desplegar tus tajos
viendo como aumentas el caudal de tus arroyos
y la jornada se hace plena
hasta sonrojar a la venus de milo de mi jardín
impenetrable como el pubis de tu inocencia pueril
ya se ha hecho tarde en este poema extraño
tanto que al nombrarte quedamente le he puesto fin
Roberto Brindisi
No hay comentarios:
Publicar un comentario