En un instante
puede estallar el tiempo
convertirse en un ápice de infinito
con sus sombras de horas y minutos
convenciones que no abarca la
eternidad
puede que en ese lapso te enamores
se desate la peor de las batallas
mueran los dioses del olimpo
hagamos el amor a pesar de todo
pero no dejara de ser un instante
sucedido por millones de intervalos
inagotables
como una pausa esencial en esta tarde
como la misteriosa obra de un orfebre
de antaño
que se niega a sucumbir de forma
lenta y constante
o de una mujer lujuriosa en el
vértice de la locura
tras una ruinosa ceremonia ancestral
de extensos orgasmos en el agitado
anochecer
no se oye ningún eco de aquella ruina
interna
parcialmente la secreción del tajo en
las ideas
no admitir el bullicio sordo de mis
silencios
hasta que abrume tanto
alejando aves incapaces de emprender
el vuelo
con el viento en contra,
como si nada sucediera
veré aparecer la primavera
tras el taconeo incesante de una
silueta demencial
me llevo por las formas geométricas
aun escondidas en la nada,
me conmueven los extremos de mi
angustia
atrás de una oportuna e inmensa
irrealidad
sorprendido por un piadoso espejismo
taciturno
del que cuelga mi vida aprisionada
que me devuelve las heridas de
aquella infancia
tan presente en la hoja que la invoca
quizás por ello no hay memoria que
rescatar
o se habrán marchado tus ojos verdes
con mi olvido
será que tus palabras livianas en el
amanecer
no ingresan por los poros suaves de
mis oídos
o una sordera infernal propia de los
ofendidos
habrá decretado que no retornes
mujer.
Roberto Brindisi
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