En esta vida, padre, cuantos pasos camine?
Cuantas canciones amorosas malogre?
Cuantas tardes agonizantes me perdí?
Cuantas caricias para otro recibí?
Cuantos pensamientos emigraron
Hacia la que me roba la cordura?
En esta vida, hermano, cuantos llantos
De oscuras telarañas de sentidos
Resignado, de cansancio fenecido
Marchitas las cuencas de la escoria
Precipitado el arroyo de tu verba
Fue tan mío el ocaso de tu gloria.
En esta vida, en ninguna otra
De las miles que agote en lo eterno
Puedo decir que fue la danza de tu lengua
El movimiento mágico de tu averno
La voluptuosa caricia de tu pubis
Pletórico me lleno sin mengua.
Ahora, en esta vida ya gastada
Por tantos ardides degradantes
Conoció en algún verdoso instante
Las plegarias de dioses vergonzantes
Hacer que comulgara en el ara
De los derrotados sin amante.
De algún Edén fui expulsado
Con soberbia de hombre encabritado
Con lujuria de mancebo acorralado
Entre las palmas de tus manos generosas
Tus susurros silenciosos venerados
Me devolvieron a la vida esperanzado.
sábado, 24 de mayo de 2008
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