sábado, 29 de octubre de 2016

SIEMPRE LLUEVE EN SAN TELMO


Ahora
solo vienen horas partidas
es medianoche y el tiempo se esfumo
que esperar de la madrugada si así empieza
la parte romántica de nuestro desencuentro,
breve
como todo lo bueno
o lo maldito
así es el espacio que pude disponer en esta noche
de tu cuerpo enteramente desnudo
de tu sombra enteramente cubierta
de tu misterio enteramente desterrado
ah, dijiste
pero aún me queda una bala por gastar
y le disparaste al espejo
con tanta mala puntería que se partió el ventanal
mañana regresaras a hacer el amor y por el desquite
el viejo espejo se puso en marcha
decidió disfrazarse de placard
llegaste hasta mi casa a ocupar mi cama
a despellejar mi cuerpo
a enturbiar el curso de mi sangre
alterando mis latidos
mordiéndome los labios
besando la almohada oxidada de mujer
y tu ropa rodó por el piso destemplado
como tus brazos cálidos en un caribe de San Telmo
lugar afrodisíaco en mi habitación
en los pliegues de mi venganza
en la multiplicidad de mis arrojos
pensé en la esquina sin alumbrado
mientras veía apagada tu vagina de hembra sensual
pensé
algo anda a la perfección
no arruinemos este instante en que te vas
y yo me muero
sin ninguna compasión
debemos dejar que las cosas sucedan como deben ser
así que me fui primero.
Roberto Brindisi

PASAN




Espere hasta un agosto
para verte desnuda de prisas
para tomar un café en la cama del fondo
sorteando las telarañas multiplicadas
en el verdor de tus ojos incendiados
y espere
vino el agua de fines de otoño
pensé
no hay mejor gota que la de una lagrima a destiempo
me di cuenta que los llantos breves nunca son buenos
mejor escribir un poema al polvo de las rosas trituradas
o tal vez sortear alguna esquina de calles empedradas
de zaguanes antiguos con las sombras del pasado
pero nada me conformo
solo la sonrisa tímida de tu rostro lascivo
que hay detrás del ladrido de una luna nueva
me consultaste con el bretel en el piso
no se te dije mientras me guiñaba el espejo su reflejo
y allí salte,
presto cual fantasma sin honor ni honra
sobre tus senos nuevos
hubo aroma a triunfo sin discernir de quien
de los dos pudo ser
pero aquella madrugada mientras dormía
te marchaste en medio de un tango arrabalero
o nunca estuviste y te soñé
como se sueña a dios acostado con mil vírgenes
después de una borrachera en san juan y boedo
a veces pienso que no hay noches
que el tiempo de soñar es tan eterno
que la infinitud es un destello de tiempo extinguido
hasta que veo que tu silueta da la vuelta
por los portones de mi cuarto amurallado de nada
me sorprende la facilidad de morir en un instante
resucitando sobre un cuerpo sin ropas jadeante
con su pelvis de muchacha inaugural
aunque sea una vigilia como tantas otras
cuanto daría por ser un bardo galante.
Roberto Brindisi