Repentinamente,
Se me ha ocurrido
Que podías ayudarme a ser feliz,
Ser quizás el centro de mis halagos,
El rasgo suave que observa mi mirada,
El sentido último de mis mañanas,
El nombre que se cuele entre mis sueños,
La mano suave que arremeta mi calma,
El murmullo que quiebre mi silencio
La piel que se apiade de mi piel reseca,
Los poros que húmedos mojen mis alboradas.
Tal vez siendo rosa
Puedas reverdecer mi vergel,
Traer de nuevo las alondras de la mar
A sobrevolar el médano añoso de mí lecho,
Amansar la bravura de tantas olas de soledad,
Rajar de lado a lado esta noche,
Dejar que se asome la luna partida a mi balcón,
Sentarte vestida de letras, de vocales,
De palabras sin gravedad ni agudeza,
En la punta exacta de mis versos,
Cuando en la hoja blanca de mi existencia
Te pida que te animes al primer garabato.
No sé, solo se me ocurre…
Debería tu boca abrirse y acceder
O quizás al bajar la vista sonrosada
Decir que quieres probar a ser mujer
Que se incorporé suavemente en las madrugadas
Beba del cántaro la miel de mis adjetivos
Cruce inmóvil a lo largo y ancho nuestro cuarto
Impulse hasta estampar su imagen en el espejo
El mismo al que en otra ocasión le cantara un viejo
Bardo ciego, genial y alguna vez intensamente harto.
En este rapto de sinceridad
No tengo más discurso que intención,
De tanto observarte en un extenso verde,
El del horizonte cercano,
Aquel al que tal vez acceda yo algún día,
Mientras miro por la ventana,
Tocando la partitura de una canción en este piano,
Escuchando en mi mente alucinada
Que me dirás que sí,
Que ya no quedan límites sin franquear,
Que se puede ser feliz,
Si pides los deseos en tiempo y forma,
Si lo sincero se impone al qué dirán,
Si aprendemos a incendiarnos mutuamente
En un ritual que no reconoce religión,
Solo recorrerse lentamente,
A cada momento,
En el letargo de una tarde otoñal,
Cuando al abrir nuestras pupilas,
El mundo quede bruscamente reducido
A un par de locos en el fin de su mutua soledad.
Repentinamente, creo
Se me ocurrió…se te ocurrió
Que nada pasa por azar.
jueves, 28 de julio de 2011
MOMENTOS
Hay momentos
En que nadie se aleja,
En los que nadie se acerca
Y yo con mis cartas españolas
Jugando al solitario
Entre los cauces de tus piernas
O en el arduo calor de esta tarde.
Son eso momentos
En los que aumenta mi temor a la muerte,
La que sigilosa hace trampas en el juego de barajas,
La que cuando se decide no da revancha
Y de bravo as de espada me transformo en carta de copas.
Hay otros instantes
En que llueven guirnaldas azules
Desde el cielo de mi barrio,
Lugar perfecto para ver un universo humilde,
Con carrozas tiradas por corceles de calesa,
Con serpentina humedecida en el llanto de una novia
Abandonada, humillada, dejada tras el carnaval
De noches inmisericordes,
Donde la carne en soledad,
Fue entronizada y consagrada,
Mintiendo sentimientos amorosos,
Para ver amanecer la hipocresía
Del egoísmo desalmado del embustero,
Quien sin reparar a quien ni a que dañaba
Clavo sus patrañas con tiro afilado y certero.
Hay segundos en que la vida
Crea espejismo de belleza absoluta.
Trae del oscuro ostracismo,
Los vientos antiguos,
Los sonidos postreros,
La silueta de la mujer que amó
Y fue amada,
Como ninguna
En el silencio de la nada
O en los ecos de una melancolía,
Que la espuma del mar dejo en la arena de la playa,
Mientras perecía la alondra esperanzada,
En tanto las onduladas desilusiones
Partían mar adentro,
Como se internan tantas cosas
Buenas y de las que no
Mientras despierto y beso tu espalda desnuda,
En el momento que bordea el precipicio.
En que nadie se aleja,
En los que nadie se acerca
Y yo con mis cartas españolas
Jugando al solitario
Entre los cauces de tus piernas
O en el arduo calor de esta tarde.
Son eso momentos
En los que aumenta mi temor a la muerte,
La que sigilosa hace trampas en el juego de barajas,
La que cuando se decide no da revancha
Y de bravo as de espada me transformo en carta de copas.
Hay otros instantes
En que llueven guirnaldas azules
Desde el cielo de mi barrio,
Lugar perfecto para ver un universo humilde,
Con carrozas tiradas por corceles de calesa,
Con serpentina humedecida en el llanto de una novia
Abandonada, humillada, dejada tras el carnaval
De noches inmisericordes,
Donde la carne en soledad,
Fue entronizada y consagrada,
Mintiendo sentimientos amorosos,
Para ver amanecer la hipocresía
Del egoísmo desalmado del embustero,
Quien sin reparar a quien ni a que dañaba
Clavo sus patrañas con tiro afilado y certero.
Hay segundos en que la vida
Crea espejismo de belleza absoluta.
Trae del oscuro ostracismo,
Los vientos antiguos,
Los sonidos postreros,
La silueta de la mujer que amó
Y fue amada,
Como ninguna
En el silencio de la nada
O en los ecos de una melancolía,
Que la espuma del mar dejo en la arena de la playa,
Mientras perecía la alondra esperanzada,
En tanto las onduladas desilusiones
Partían mar adentro,
Como se internan tantas cosas
Buenas y de las que no
Mientras despierto y beso tu espalda desnuda,
En el momento que bordea el precipicio.
jueves, 21 de julio de 2011
ES UNA NUEVA NOCHE...
Es una nueva noche
Si las noches pueden renovarse
Es una nueva noche digo
Mientras espero el río de tus letras
El rumor pleno de tus pasos
El hambre insaciable de mi boca
Ya se ha presentado
Ahora mira el cielo azul
Donde mis ojos muerden nubes
De un cuerpo tuyo imaginario
Es una nueva noche
La de roja sangre que circula por las venas
La de la verde esperanza de no dormir
Sino acurrucado entre tus versos
Mientras se raja de par en par
El deseo del espejo al presumir
Que en esta oscura velada
No podrá oírnos
No podrá tocarnos
No podrá decirnos
Se desvertebrara en intentos
Por retener un segundo del movimiento
Del naufragio reiterado de los navíos
Que encallan
Que salen a la mar
Que retornan golpeados por las olas
Que terminan las velas humedecidas
Por el rocío eterno
De un encuentro que requiere
De espacios y de esperas
De vacilación en cada nuevo infierno
Y siento que en esta nueva noche
No quedan pájaros en el alero
Ni emigran las estrellas de primavera
Quienes se bañan en las luces
Desplegadas en el universo
Cuando el anochecer se hace minuto
La sombra no retiene el breve tiempo
Y aquí, en algún lugar de nuestra vida,
En el color de averno guardado para siempre,
Se mezcla tu silueta,
La que viene yéndose hacia mis adentros,
Mientras yo salgo a tu encuentro,
En un desborde de silencio de tarde fenecida.
Ya muerdes las piedras consagradas,
Las que se apilan desordenadas
Transformándose en altares,
A la mirada de tu deseo,
Al éxtasis de tu llegada,
Cuando el cóndor herido de mi pluma,
Escribe palabra tras palabra,
Que es una nueva noche,
Como contigo no temo a que venga el nuevo día.
EL VALOR DE AMAR
Desde donde vengo,
Lugar sin espacio,
Con vacíos desdibujados,
Con minutos estancados,
Con plazas sin hamacas
De juegos destruidos,
De noches oscuras
Como fondo del blanco de mi insomnio,
Desde ese lugar tan frío
Se puede remontar la vida,
Aunque parezca cuesta arriba imposible,
Se puede sino se sucumbe en la tentativa,
Y creo que pude más por cobardía,
A perder lo poco que tenía,
Que a la valentía de apagar tanto dolor,
Valor este que es una peor manera de evadirse,
De nadar, como muchos, en las aguas más liosas.
Como constaté que pude,
Como sufrí muchas veces el poder,
Como me quise rendir en medio de la pelea,
Es que valoro haber tenido un domingo de sol
Con días sucesivos,
En los que no han hecho agua,
Sino han parido gotas de armonía
En el recorrido por el calendario,
Gotas que aun muy divididas,
Han soldado las sombras de las soledades,
Le han dado una única voz al deseo,
Se han mecido en tardes aturdidas,
En anocheceres con pocas salvedades,
En las mañanas de dedos entrecruzados.
Se que he parido alboradas,
En las que el sueño nos cobijaba,
En mi país sin fronteras ni accidentes,
Confundido con el tuyo de líneas coloradas,
De geografía accidentada,
Con nombres en tus tribus antañas,
Configuradas en mis algarabías,
Danzarinas de bailes gitanos,
Castañuela entre tus delgadas piernas,
Que revisten el desnudo de tu vientre,
Con pañuelos multicolores coloreando el suelo.
De donde vengo,
Que es mucho más oscuro
Que lo que pueda uno recordar,
De donde vengo, no hay luces ni olores,
Solo el de la muerte que espera quieta,
Pocos nos asomamos al borde de lo inalcanzable
Para que ahora sea solo es una evocación
No me olvide nunca
Que los milagros pueden suceder
Que los milagros pueden concretarse
De color azul templado o verde esperanzado
Teniendo tú forma de mujer.
Desde donde vengo y a donde llegue…
AHORA ES...
Ahora,
Cuando solo queda
El ultimo vuelo de tu beso,
Me pregunto
Que maravilla lo superará.
Son horas de penumbras,
Allí donde se trenzan los lobos
Hambrientos de cariño,
Alimentados por la leche de la soledad,
Con las ventanas abiertas,
Por donde ingresa la luna,
Curiosa y celosa,
Luna que espía hasta la madrugada,
Como aman los que pueden,
Como aman los que quieren,
Como lo hacen aquellos dos.
La luna crece entre árboles,
Con ramas de embelesamiento
Y en el cuarto la sombra de los movimientos,
En su lento desplazarse,
Mira y ve su silueta en un espejo,
Siente la alegría de ser parte,
De una trilogía con los amantes.
Ahora,
Cuando ya la eternidad
Se ha desvanecido,
Cuando no quedan mares por sondear,
Cuando la tierra toda pareciera estallar,
Me trepo por tus verbos,
Hasta que me enseñas el verbo amar.
Creo que los sueños
Se han fundido con nuestra realidad,
La vigilia traza líneas,
Suma los vectores de la ansiedad,
Corre al borde de la cordura,
En una algaraza alrededor del manantial,
El que puede verse por el agujero de la cerradura
O entre las partes que narro con pasión,
Se sumergen en tus rías,
Aparecen en las nubes de tu mirada,
Crecen con los movimientos de tus dedos,
Mientras escondo entre tus cabellos,
Mis manos, mis caricias, las que saltan
En esta fiesta pagana,
De hechizos y sensualidad,
Ahora cuando no tengo prisa,
Cuando duermes en mi sueño,
Escribo versos nuevos,
Versos que forman poemas
O una simple narración
Algo que por tanto empeño
Vale cada día volver a empezar.
Cuando solo queda
El ultimo vuelo de tu beso,
Me pregunto
Que maravilla lo superará.
Son horas de penumbras,
Allí donde se trenzan los lobos
Hambrientos de cariño,
Alimentados por la leche de la soledad,
Con las ventanas abiertas,
Por donde ingresa la luna,
Curiosa y celosa,
Luna que espía hasta la madrugada,
Como aman los que pueden,
Como aman los que quieren,
Como lo hacen aquellos dos.
La luna crece entre árboles,
Con ramas de embelesamiento
Y en el cuarto la sombra de los movimientos,
En su lento desplazarse,
Mira y ve su silueta en un espejo,
Siente la alegría de ser parte,
De una trilogía con los amantes.
Ahora,
Cuando ya la eternidad
Se ha desvanecido,
Cuando no quedan mares por sondear,
Cuando la tierra toda pareciera estallar,
Me trepo por tus verbos,
Hasta que me enseñas el verbo amar.
Creo que los sueños
Se han fundido con nuestra realidad,
La vigilia traza líneas,
Suma los vectores de la ansiedad,
Corre al borde de la cordura,
En una algaraza alrededor del manantial,
El que puede verse por el agujero de la cerradura
O entre las partes que narro con pasión,
Se sumergen en tus rías,
Aparecen en las nubes de tu mirada,
Crecen con los movimientos de tus dedos,
Mientras escondo entre tus cabellos,
Mis manos, mis caricias, las que saltan
En esta fiesta pagana,
De hechizos y sensualidad,
Ahora cuando no tengo prisa,
Cuando duermes en mi sueño,
Escribo versos nuevos,
Versos que forman poemas
O una simple narración
Algo que por tanto empeño
Vale cada día volver a empezar.
LA DUREZA DEL DESAMOR...
Duro
El tiempo que dobla
Por la esquina despintada de mi cuadra.
Duro
Sin guardar las debidas simetrías
O las irregularidades despeinadas
En las márgenes izquierdas del Río de la Plata.
Y sigue allí con su dureza,
A la espera de un invierno más clemente,
Salvador
De las ilusiones que tejió en las otras estaciones,
Creyendo ser digno
De una caricia que lo ablandara,
De un suave beso que lo iluminara,
De tantas cosas que lo transformaran,
Recuperando el candor de su inocencia,
En esta parte de mi ciudad,
Donde el humo envía señales,
Para apaciguar las voces discordantes,
Los tumultos vacíos de individuos,
Es humo o simplemente vapor,
De ese que en los fríos días de invierno
Capturan las palabras expelidas,
Los signos que parten mi circunferencia,
Porque descubro que no es el peor averno,
Que hay páginas que parecen ser leídas,
Sabiendo que el amor no es una ciencia,
Reconociendo que una verde mirada tuya
Pone a andar nuevamente la alegría,
Deja atrás los fríos en que me envuelvo aterido,
Recuperando la tibieza de mis manos suaves.
Ya no hay dureza
Cuando el amor golpea cada latido,
Cuando se encuentra presente en los suspiros,
Cuando te veo a través de las sombras de las letras,
Cuando al escribir se que ya no son vocablos,
Son las partes de tu humanidad,
Esa que se entrega enteramente,
En las patrias despojadas de fronteras,
En los pueblos alegres de mi boca,
En esas tardes en que se pierde el sol,
Mientras se ganan inmensidades de lunas,
Tan mías, tan tuyas, tan nuestras,
Que veo en ese momento como no hay dureza,
Solo esa parte libre de mi reconversión,
De puro cielo sin nubarrones,
En los paisajes de nuestra entereza,
Para entregarnos sin otra razón que la de amarnos,
Sin otra ambición ni calculo ruin,
Que suele parecer una grisácea rareza,
Donde el amor y la entrega,
Son los materiales que dan consistencia,
A dos seres fundantes de su propios paraísos,
En esta tierra de ayeres fundidos,
En este campo enteramente ignorado,
Donde solo valen los sentimientos
Y sobre todo esta poesía surgida de la urgencia...
El tiempo que dobla
Por la esquina despintada de mi cuadra.
Duro
Sin guardar las debidas simetrías
O las irregularidades despeinadas
En las márgenes izquierdas del Río de la Plata.
Y sigue allí con su dureza,
A la espera de un invierno más clemente,
Salvador
De las ilusiones que tejió en las otras estaciones,
Creyendo ser digno
De una caricia que lo ablandara,
De un suave beso que lo iluminara,
De tantas cosas que lo transformaran,
Recuperando el candor de su inocencia,
En esta parte de mi ciudad,
Donde el humo envía señales,
Para apaciguar las voces discordantes,
Los tumultos vacíos de individuos,
Es humo o simplemente vapor,
De ese que en los fríos días de invierno
Capturan las palabras expelidas,
Los signos que parten mi circunferencia,
Porque descubro que no es el peor averno,
Que hay páginas que parecen ser leídas,
Sabiendo que el amor no es una ciencia,
Reconociendo que una verde mirada tuya
Pone a andar nuevamente la alegría,
Deja atrás los fríos en que me envuelvo aterido,
Recuperando la tibieza de mis manos suaves.
Ya no hay dureza
Cuando el amor golpea cada latido,
Cuando se encuentra presente en los suspiros,
Cuando te veo a través de las sombras de las letras,
Cuando al escribir se que ya no son vocablos,
Son las partes de tu humanidad,
Esa que se entrega enteramente,
En las patrias despojadas de fronteras,
En los pueblos alegres de mi boca,
En esas tardes en que se pierde el sol,
Mientras se ganan inmensidades de lunas,
Tan mías, tan tuyas, tan nuestras,
Que veo en ese momento como no hay dureza,
Solo esa parte libre de mi reconversión,
De puro cielo sin nubarrones,
En los paisajes de nuestra entereza,
Para entregarnos sin otra razón que la de amarnos,
Sin otra ambición ni calculo ruin,
Que suele parecer una grisácea rareza,
Donde el amor y la entrega,
Son los materiales que dan consistencia,
A dos seres fundantes de su propios paraísos,
En esta tierra de ayeres fundidos,
En este campo enteramente ignorado,
Donde solo valen los sentimientos
Y sobre todo esta poesía surgida de la urgencia...
ALGUNAS COSAS...
Alguna vez me pregunte
Quien eras,
De donde venias,
Porque no te había conocido antes…
Y mi parque de preguntas continuaba,
Como las hojas de ese árbol de la vida,
Del pleno conocimiento,
Plantado y prohibido en el centro del Edén,
Disolviéndose al encontrar la punta de la respuesta,
Tocando tierra virginal,
Superficie dura como una mirada,
Cuando esta cargada de odio y rencores.
Allí fui a parar,
A empezar a trabajar con mis dudas nuevas,
Pero te vi a mi lado compañera,
Porque tus acertijos eran similares a los míos,
Nos observamos,
Ya no solo sensualmente,
Sino creídos de compartir el suelo,
De construir juntos el sueño,
Con los elementos recogidos del ayer,
Con los retazos de hace unos instantes
Dispuestos a ser creciendo hacia delante.
Entendimos que éramos uno para el otro,
Que no hay paraíso sin nosotros,
Ni infiernos que quemen más que tus caricias,
Que las cosas suelen tener un nombre,
Aquel que a los dos se nos antoja,
Y fuimos mansos arando las olas de la mar,
Rebeldes en aceptar mandamientos extranjeros,
Pero elevados como infantes,
Ante las gotas de una lluvia de verano
O los copos de nieves cayendo entre tus dedos.
Pasa que de vez en cuando
Uno vuelve a preguntarse, a redescubrir
A aquel ser que lo completa,
Que no es más que el espejo que refleja a uno mismo,
Seguramente con otra forma,
Posiblemente con otros gestos,
Porque, como dices, lo que se hereda no se roba,
Y ahí quedó paralizado viendo como crece un arco iris
Entre tus bellos senos matinales
O por las tardes me lavo las manos en tus arroyos,
Esos que se devoran mis ojos marrones,
A pesar de todo hicimos nuestras ropas,
Con las palabras de este nuevo alfabeto
Y siembro mis semillas prodigiosas,
Entre los surcos de tu piel o de los soplos de tu pelvis,
Asumo que no soy dios sino un ángel
Que cuida tu deidad de primeriza,
Entre los mantos vegetales de este jardín
En el que reverdecen cada día las quimeras,
Las que aplauden estruendosas los soplidos,
De este amor que comenzó en primavera.
Solo de tanto en tanto me pregunto algunas cosas….
EL TIEMPO Y EL AMOR
Cuanto tarda
La hoja del árbol en caer
Sobre la gramilla del texto,
Sobre las letras borroneadas,
Encima de los andenes derruidos,
Cuánto tarda
Si no quiere quedar congelada
En el espejo de mi gramática?
Cuanto tiempo se consume
En la abertura de la nada,
En el vacio de la existencia,
En la desesperación de una vida sin rumbo.
Cuanto?
O quizás no sea medible,
Ni pueda pesarse,
Como no se pesan mis versos
Cuando gravitan sobre tu mirada,
Cuando buscando un ingreso
A tu tímida morada,
Donde los pasos del deseo
No provocan ruidos balbuceantes
Sino un silencio de lujuria atrapante.
Y me repito obstinado cuanto?
Cuanto es el espacio recorrido
Hasta alcanzar un beso de domingo,
Un abrazo inesperado en la despedida
Que se transmutó en bienvenida
¿Cuánto es el tramo,
Cuanto los metros,
Cuanto los agujeros en una tarde,
Todavía invernal?
Pude contabilizar en mis bitácoras
De capitán del barco de mi vida,
De perspicaz pirata embaucador,
Que se dio a escribir sobre tus costillas de hembra,
Con el alfabeto que le dicta el éxtasis,
De bucanero perdido en cada ganancia,
Contando las muescas hecha en su espada,
Hasta que vi de frente unos ojos verdes,
Que sin intimidar me dieron señales
De llegar a la buena orilla,
A las barracas donde las flores crecían
Sin renegar de lo plantado y lo por regar.
Así deje de preguntarme por la cuantía
Y pase a poner mi mente en la esencia,
En eso que se ve cuando está oculto,
Que está muy presente cuando estas ausente,
Pensé por un instante
Es muy interesante dejar de preguntarse,
Es más valioso para el cantero de mis símbolos
Saber que al buscar te encontré
Y al encontrarte aprendí lo positivo de darse.
En esto si se tarda
Pero cada uno con su ritmo
Con su propio andar y su movimiento
Hasta comprender que no vale el tiempo
Sino la dirección del intento.
Así fue y será…
La hoja del árbol en caer
Sobre la gramilla del texto,
Sobre las letras borroneadas,
Encima de los andenes derruidos,
Cuánto tarda
Si no quiere quedar congelada
En el espejo de mi gramática?
Cuanto tiempo se consume
En la abertura de la nada,
En el vacio de la existencia,
En la desesperación de una vida sin rumbo.
Cuanto?
O quizás no sea medible,
Ni pueda pesarse,
Como no se pesan mis versos
Cuando gravitan sobre tu mirada,
Cuando buscando un ingreso
A tu tímida morada,
Donde los pasos del deseo
No provocan ruidos balbuceantes
Sino un silencio de lujuria atrapante.
Y me repito obstinado cuanto?
Cuanto es el espacio recorrido
Hasta alcanzar un beso de domingo,
Un abrazo inesperado en la despedida
Que se transmutó en bienvenida
¿Cuánto es el tramo,
Cuanto los metros,
Cuanto los agujeros en una tarde,
Todavía invernal?
Pude contabilizar en mis bitácoras
De capitán del barco de mi vida,
De perspicaz pirata embaucador,
Que se dio a escribir sobre tus costillas de hembra,
Con el alfabeto que le dicta el éxtasis,
De bucanero perdido en cada ganancia,
Contando las muescas hecha en su espada,
Hasta que vi de frente unos ojos verdes,
Que sin intimidar me dieron señales
De llegar a la buena orilla,
A las barracas donde las flores crecían
Sin renegar de lo plantado y lo por regar.
Así deje de preguntarme por la cuantía
Y pase a poner mi mente en la esencia,
En eso que se ve cuando está oculto,
Que está muy presente cuando estas ausente,
Pensé por un instante
Es muy interesante dejar de preguntarse,
Es más valioso para el cantero de mis símbolos
Saber que al buscar te encontré
Y al encontrarte aprendí lo positivo de darse.
En esto si se tarda
Pero cada uno con su ritmo
Con su propio andar y su movimiento
Hasta comprender que no vale el tiempo
Sino la dirección del intento.
Así fue y será…
EL TIEMPO Y EL AMOR
Cuanto tarda
La hoja del árbol en caer
Sobre la gramilla del texto,
Sobre las letras borroneadas,
Encima de los andenes derruidos,
Cuánto tarda
Si no quiere quedar congelada
En el espejo de mi gramática?
Cuanto tiempo se consume
En la abertura de la nada,
En el vacio de la existencia,
En la desesperación de una vida sin rumbo.
Cuanto?
O quizás no sea medible,
Ni pueda pesarse,
Como no se pesan mis versos
Cuando gravitan sobre tu mirada,
Cuando buscando un ingreso
A tu tímida morada,
Donde los pasos del deseo
No provocan ruidos balbuceantes
Sino un silencio de lujuria atrapante.
Y me repito obstinado cuanto?
Cuanto es el espacio recorrido
Hasta alcanzar un beso de domingo,
Un abrazo inesperado en la despedida
Que se transmutó en bienvenida
¿Cuánto es el tramo,
Cuanto los metros,
Cuanto los agujeros en una tarde,
Todavía invernal?
Pude contabilizar en mis bitácoras
De capitán del barco de mi vida,
De perspicaz pirata embaucador,
Que se dio a escribir sobre tus costillas de hembra,
Con el alfabeto que le dicta el éxtasis,
De bucanero perdido en cada ganancia,
Contando las muescas hecha en su espada,
Hasta que vi de frente unos ojos verdes,
Que sin intimidar me dieron señales
De llegar a la buena orilla,
A las barracas donde las flores crecían
Sin renegar de lo plantado y lo por regar.
Así deje de preguntarme por la cuantía
Y pase a poner mi mente en la esencia,
En eso que se ve cuando está oculto,
Que está muy presente cuando estas ausente,
Pensé por un instante
Es muy interesante dejar de preguntarse,
Es más valioso para el cantero de mis símbolos
Saber que al buscar te encontré
Y al encontrarte aprendí lo positivo de darse.
En esto si se tarda
Pero cada uno con su ritmo
Con su propio andar y su movimiento
Hasta comprender que no vale el tiempo
Sino la dirección del intento.
Así fue y será…
La hoja del árbol en caer
Sobre la gramilla del texto,
Sobre las letras borroneadas,
Encima de los andenes derruidos,
Cuánto tarda
Si no quiere quedar congelada
En el espejo de mi gramática?
Cuanto tiempo se consume
En la abertura de la nada,
En el vacio de la existencia,
En la desesperación de una vida sin rumbo.
Cuanto?
O quizás no sea medible,
Ni pueda pesarse,
Como no se pesan mis versos
Cuando gravitan sobre tu mirada,
Cuando buscando un ingreso
A tu tímida morada,
Donde los pasos del deseo
No provocan ruidos balbuceantes
Sino un silencio de lujuria atrapante.
Y me repito obstinado cuanto?
Cuanto es el espacio recorrido
Hasta alcanzar un beso de domingo,
Un abrazo inesperado en la despedida
Que se transmutó en bienvenida
¿Cuánto es el tramo,
Cuanto los metros,
Cuanto los agujeros en una tarde,
Todavía invernal?
Pude contabilizar en mis bitácoras
De capitán del barco de mi vida,
De perspicaz pirata embaucador,
Que se dio a escribir sobre tus costillas de hembra,
Con el alfabeto que le dicta el éxtasis,
De bucanero perdido en cada ganancia,
Contando las muescas hecha en su espada,
Hasta que vi de frente unos ojos verdes,
Que sin intimidar me dieron señales
De llegar a la buena orilla,
A las barracas donde las flores crecían
Sin renegar de lo plantado y lo por regar.
Así deje de preguntarme por la cuantía
Y pase a poner mi mente en la esencia,
En eso que se ve cuando está oculto,
Que está muy presente cuando estas ausente,
Pensé por un instante
Es muy interesante dejar de preguntarse,
Es más valioso para el cantero de mis símbolos
Saber que al buscar te encontré
Y al encontrarte aprendí lo positivo de darse.
En esto si se tarda
Pero cada uno con su ritmo
Con su propio andar y su movimiento
Hasta comprender que no vale el tiempo
Sino la dirección del intento.
Así fue y será…
UN MINUTO, UNA VIDA...
Un minuto,
Es lo que le toma
Darse cuenta de su soledad,
Tan solo ese tiempo,
Tan poco tiempo,
Tan pesada carga
Y luego el sonido de unos petalos,
Los pasos aromados de un jazmin
En la tarde de este viernes primero,
En esta perdida latitud,
Cuando tu longitud despierta pasiones,
Los hombres miran parcos
Las mujeres ocultando sus deseos,
Nada hay que sea imposible,
Solo la torpeza del reloj o el campanario,
Solo el andar cansino de unos perros viejos,
Pero tú has entregado un minuto,
Con cada uno de sus sesenta segundos,
A pensar en esos instantes cuando se abate el desierto,
Esa nada como cascara de viento,
Y te ilusiona la entrada de la tarde
Porque sabes que llegaré,
Que rasgaré las telas de lo yermo,
Que de la division haremos unidad,
Que empujaremos en la misma dirección,
Que esa noche sin luna sera más noche,
Donde suplican las princesas y mendigos,
Justo lo mismo que dos mortales enamorados.
Aun en los parajes más perdidos.
Y afuera todo el silencio
Y adentro solo el susurro,
Solo las lluvias mentirosas de gotas
Dibujadas en una cartulina
Con tus faldas abandonadas en el ayer
Con mis prisas y las tuyas que muerden las vocales
Hasta encontrar palabra que designe
Que señale como cede paso la razon a la locura
En esos parajes de cielos resecos
De nubes partidas
De superficies con la tierra que se hace polvo
Y con el polvo que hemos recogido.
Ahora nos canta el grillo de la espesura
Sobrevuela casi al ras un puñado de luciernagas
No vendran calandrias hasta este espacio de pais olvidado
Saldra el sol sin levantarnos
Y buscaras entre tu ropa esparcida algun minuto
Miraras la escritura de mis poesias
Revisaras mi superficie ya sin luto
Regresaras alegre y cantando una canción
Por celebrar que el tiempo es tiempo
Que se derrocha o se atesora cuando llega la pasion.
Una vida
Es lo que lleva
Darse cuenta y seguir hacia adelante…
PIENSAS EN EL AMOR
Piensas,
Sumergida por un instante
Pareces ida,
Como se van las tardes de otoño,
Lenta, taciturnamente mustias,
Escapando de la sombras de la noche
O en busca de abrevar del rocío de algún pétalo,
En la marejada imparable de estrellas,
Que en su quietud nocturna
Hace de la austeridad todo derroche.
Piensas
Y yo te miro absorto,
Como se miran los amaneceres,
Los que alzan algún sol perezoso,
Sacándole punta a los rayos coloridos
Los que se elevaran sobre la pradera
De tus labios rojos
O de la bocacalle de algún pueblo cercano
De perfil
Te estoy viendo en este período,
Tan natural me es este costado
Sea desvestido o arropado,
Que mi fascinación nace de la locura,
Razón perdida por propia decisión,
Por apropiarme de mis argumentos
De mi aguda y pérfida mirada,
En los pantanos de espadas oxidadas
O en los lupanares de alejados momentos.
Me doy cuanta de que ya no estas,
Que te has marchado hacia el jardín,
Llevándote tus pensamientos
Y los míos tan ardientes,
Tan volcánicos y deseosos,
Que rompen imágenes de tu presencia
En el espacio en ignición durante la alborada,
En donde brotan, chocan y se hunden
Los aromas, movimientos y las acciones
Hasta que los sueños se adueñan de la escena
Lugar abierto sin la minima frontera
Sitio de líneas que cruzan estaciones
Y siento que ya no estoy
Que soy dentro de alguna pesadilla
De pronto despierto
Y tú pensando
Creo que nunca te has separado
Solo mis miedos, mis temores, mis fantasmas
Lagos sin agua ni peces nadando
Solo abro los ojos como las alas de nuestro velero
Y allí estas
En movimiento
Decididamente mía
Conocedora de mi entrega
Que con solo dos vocablos
Se puede abrir el abismo y no caeremos
Solo dos palabras
Traducidas como te amo
Componen la poesía más extensa
Tanto como nuestra.
Sumergida por un instante
Pareces ida,
Como se van las tardes de otoño,
Lenta, taciturnamente mustias,
Escapando de la sombras de la noche
O en busca de abrevar del rocío de algún pétalo,
En la marejada imparable de estrellas,
Que en su quietud nocturna
Hace de la austeridad todo derroche.
Piensas
Y yo te miro absorto,
Como se miran los amaneceres,
Los que alzan algún sol perezoso,
Sacándole punta a los rayos coloridos
Los que se elevaran sobre la pradera
De tus labios rojos
O de la bocacalle de algún pueblo cercano
De perfil
Te estoy viendo en este período,
Tan natural me es este costado
Sea desvestido o arropado,
Que mi fascinación nace de la locura,
Razón perdida por propia decisión,
Por apropiarme de mis argumentos
De mi aguda y pérfida mirada,
En los pantanos de espadas oxidadas
O en los lupanares de alejados momentos.
Me doy cuanta de que ya no estas,
Que te has marchado hacia el jardín,
Llevándote tus pensamientos
Y los míos tan ardientes,
Tan volcánicos y deseosos,
Que rompen imágenes de tu presencia
En el espacio en ignición durante la alborada,
En donde brotan, chocan y se hunden
Los aromas, movimientos y las acciones
Hasta que los sueños se adueñan de la escena
Lugar abierto sin la minima frontera
Sitio de líneas que cruzan estaciones
Y siento que ya no estoy
Que soy dentro de alguna pesadilla
De pronto despierto
Y tú pensando
Creo que nunca te has separado
Solo mis miedos, mis temores, mis fantasmas
Lagos sin agua ni peces nadando
Solo abro los ojos como las alas de nuestro velero
Y allí estas
En movimiento
Decididamente mía
Conocedora de mi entrega
Que con solo dos vocablos
Se puede abrir el abismo y no caeremos
Solo dos palabras
Traducidas como te amo
Componen la poesía más extensa
Tanto como nuestra.
PREGUNTAS...
Hasta donde va el agua
Que la víscera en mi frente no la capta,
Inmensidad de azul que se desparrama,
Hasta el confín donde un barco remonta la pendiente
Hasta donde va,
Me pregunto cargado de curiosidad,
Interrogante que me aparece de saber si escapa
En insolida corriente de vegetales
O si es que atraca en los bordes de esta playa
Impulsada por las aletas de la cotidianidad
Miro, sin anteojeras a veces,
Miro, sin prejuicios tantas otras,
Creo que en verdad el agua moja al universo
O que el infinito crece por esta humedad,
Al menos antes de largarme a esta orilla,
Luego de dejar ordenada la luz de mi ventanal.
Se que en mi barrio nadie cree
Que lo eterno nunca vaya a terminar,
Somos gente de pocas pulgas,
Ignorantes de las trigonometrías,
De las mitologías que fomentan los libros,
Pero devoradores de conversaciones simples,
De amores pocos sofisticados,
De posiciones que nos dejen en orsay.
Somos los vecinos que nadie quiere tener,
Los que emprenden aventuras en solitario,
Tardando extensas horas en volver,
Sin saber narrar que es lo que hemos visto,
Porque muy poco se parece a lo de acá.
Dicen que somos como niños inmaduros
Que nos sorprende la lluvia cuando cae a raudales,
Que nunca cuidamos la suela de los zapatos,
Que miramos a nuestra enamorada sintiéndonos seguros,
Que solemos apagar la luz cuando ya todo ha terminado,
Pero se que de esa triste difamación nadie hace caso,
Ni siquiera procuran hacer leña del árbol por nacer.
Somos un grupo de habitantes de islas amatorias
Nunca conquistadas ni con guerras ni con ceremonias,
Con mi sumisión expuesta a la vista de mi mujer,
Más nos vale celebrar cada nuevo amanecer,
A ser valientes que nunca reconocerá la historia.
Vale entonces allegarse hasta algún risco,
De esos que no pululan en la ciudad
O correr en la campiña sintiendo la libertad
De las vocales que se agrupan para la escritura,
Pájaros de vuelo liviano cuando le hablan al amor
En las plazoletas cercadas de alguna catedral,
Cuando el campanario de tu lujuria,
Haga que suene los cascabeles de mi vigilia,
Hasta la entrega resumida de las últimas gotas,
De mi impericia de amante con carne de seductor,
Se que en este pueblo de júbilos frecuentes,
Cuando vienes a nuestro lecho nos cubre un gran candor.
Hasta donde llega el canto de un jilguero matinal,
Hasta donde y hasta cuando puede uno preguntar,
Ya que los poetas son niños grandes
Difícil de contentar.
Que la víscera en mi frente no la capta,
Inmensidad de azul que se desparrama,
Hasta el confín donde un barco remonta la pendiente
Hasta donde va,
Me pregunto cargado de curiosidad,
Interrogante que me aparece de saber si escapa
En insolida corriente de vegetales
O si es que atraca en los bordes de esta playa
Impulsada por las aletas de la cotidianidad
Miro, sin anteojeras a veces,
Miro, sin prejuicios tantas otras,
Creo que en verdad el agua moja al universo
O que el infinito crece por esta humedad,
Al menos antes de largarme a esta orilla,
Luego de dejar ordenada la luz de mi ventanal.
Se que en mi barrio nadie cree
Que lo eterno nunca vaya a terminar,
Somos gente de pocas pulgas,
Ignorantes de las trigonometrías,
De las mitologías que fomentan los libros,
Pero devoradores de conversaciones simples,
De amores pocos sofisticados,
De posiciones que nos dejen en orsay.
Somos los vecinos que nadie quiere tener,
Los que emprenden aventuras en solitario,
Tardando extensas horas en volver,
Sin saber narrar que es lo que hemos visto,
Porque muy poco se parece a lo de acá.
Dicen que somos como niños inmaduros
Que nos sorprende la lluvia cuando cae a raudales,
Que nunca cuidamos la suela de los zapatos,
Que miramos a nuestra enamorada sintiéndonos seguros,
Que solemos apagar la luz cuando ya todo ha terminado,
Pero se que de esa triste difamación nadie hace caso,
Ni siquiera procuran hacer leña del árbol por nacer.
Somos un grupo de habitantes de islas amatorias
Nunca conquistadas ni con guerras ni con ceremonias,
Con mi sumisión expuesta a la vista de mi mujer,
Más nos vale celebrar cada nuevo amanecer,
A ser valientes que nunca reconocerá la historia.
Vale entonces allegarse hasta algún risco,
De esos que no pululan en la ciudad
O correr en la campiña sintiendo la libertad
De las vocales que se agrupan para la escritura,
Pájaros de vuelo liviano cuando le hablan al amor
En las plazoletas cercadas de alguna catedral,
Cuando el campanario de tu lujuria,
Haga que suene los cascabeles de mi vigilia,
Hasta la entrega resumida de las últimas gotas,
De mi impericia de amante con carne de seductor,
Se que en este pueblo de júbilos frecuentes,
Cuando vienes a nuestro lecho nos cubre un gran candor.
Hasta donde llega el canto de un jilguero matinal,
Hasta donde y hasta cuando puede uno preguntar,
Ya que los poetas son niños grandes
Difícil de contentar.
ADUEÑARSE DE LA PALABRA
Existirá la noche
En que me adueñe de las palabras,
En que las introduzca una a una
En la ranura de estas horas,
En la que al escribirlas con mi lengua
Las encuentre intraducibles,
Solamente entendible en el espacio
De tu cuerpo y en la pureza de tu alma.
Como en las tormentas de verano
Las palabras lloverán a cántaro,
Caerán las vocales como garúa
Completando las oraciones del deseo.
Sigo creyendo que encontrare el vocablo
Antes de que amanezcan los silencios,
Eso que no llegan a serlo porque se componen
De innumerables simulacros de completarlos,
Con la mentira de la cáscara de un símbolo,
Con la pretendida mascara de decir algo,
Cuando se imposta ante el miedo al mutismo,
¿Será por esto que tantos seres en este sitio
No se atreven a encontrarse consigo mismo?
Hay palabras que se construyen en el pasaje,
Hay otras que ya tienen una tradición,
Pero navegar por las aguas de tus ríos,
Me lleva a pensar los adjetivos en este viaje.
Los momentos en que tardo en parir un verbo,
Son instantes cargados de partículas de nada,
Como es tan sólida tu verde y amorosa mirada,
Que revelan la perfección de mi acerbo.
He podido contarte historias sin usar el abecedario
Enfrentando nuestros ojos,
Sintiendo las pestañas,
Labrando los poros de tu espalda,
Como invadiendo las franjas rosadas del mediodía
Cuando arrodillado sobre tu falda desnuda,
Busco el cincel que tallara mis letras,
En las robustas guerrillas de tus senos
O en las irregularidades de tus formas.
Noche que no es palabra,
Noche que aun no sale a luna,
Noche que te atormentas en tu desdicha,
Noche que no puedes nombrar el beso,
A pesar de esta búsqueda pertinaz,
Se que antes de alcanzarte me besaras tres veces
Antes de que cante un gallo
Y quizás otras mil porque te parece
Y de entre esa maraña de pensamientos míos,
En esta noche en la que nos hemos amado,
Fui balbuceando unas palabras,
De las que me fui adueñando,
Mientras que te quiero en el entramado
De noches y múltiples alboradas.
Amarte precedio a la palabra
Y fue justo!!!
En que me adueñe de las palabras,
En que las introduzca una a una
En la ranura de estas horas,
En la que al escribirlas con mi lengua
Las encuentre intraducibles,
Solamente entendible en el espacio
De tu cuerpo y en la pureza de tu alma.
Como en las tormentas de verano
Las palabras lloverán a cántaro,
Caerán las vocales como garúa
Completando las oraciones del deseo.
Sigo creyendo que encontrare el vocablo
Antes de que amanezcan los silencios,
Eso que no llegan a serlo porque se componen
De innumerables simulacros de completarlos,
Con la mentira de la cáscara de un símbolo,
Con la pretendida mascara de decir algo,
Cuando se imposta ante el miedo al mutismo,
¿Será por esto que tantos seres en este sitio
No se atreven a encontrarse consigo mismo?
Hay palabras que se construyen en el pasaje,
Hay otras que ya tienen una tradición,
Pero navegar por las aguas de tus ríos,
Me lleva a pensar los adjetivos en este viaje.
Los momentos en que tardo en parir un verbo,
Son instantes cargados de partículas de nada,
Como es tan sólida tu verde y amorosa mirada,
Que revelan la perfección de mi acerbo.
He podido contarte historias sin usar el abecedario
Enfrentando nuestros ojos,
Sintiendo las pestañas,
Labrando los poros de tu espalda,
Como invadiendo las franjas rosadas del mediodía
Cuando arrodillado sobre tu falda desnuda,
Busco el cincel que tallara mis letras,
En las robustas guerrillas de tus senos
O en las irregularidades de tus formas.
Noche que no es palabra,
Noche que aun no sale a luna,
Noche que te atormentas en tu desdicha,
Noche que no puedes nombrar el beso,
A pesar de esta búsqueda pertinaz,
Se que antes de alcanzarte me besaras tres veces
Antes de que cante un gallo
Y quizás otras mil porque te parece
Y de entre esa maraña de pensamientos míos,
En esta noche en la que nos hemos amado,
Fui balbuceando unas palabras,
De las que me fui adueñando,
Mientras que te quiero en el entramado
De noches y múltiples alboradas.
Amarte precedio a la palabra
Y fue justo!!!
COMO UN TORRENTE...
Todo en vos es un torrente,
Que arrasa
Cuando pasa
Por el penúltimo escalón del dormitorio,
En el descanso,
Que ya no es tal,
Sino preludio de las batallas,
De esas que incendian las noches,
Queman el brillo de las estrellas
O derriten los diccionarios de la sexualidad.
Hembra que en estado puro
Devasta los versos de mis poesías,
Volcando sobre los vasos de mis manos,
La sangre tinta de algún escrito ardiente
O la sombra de las medialunas de tus pechos,
Que se inflaman como el astro en su corrida a ser luna llena.
Y de pronto la pausa del rocío,
La que moja las veredas de mi hastío,
Con las baldosas flojas por el peso de mi ansiedad,
Junto al desesperado recuerdo de mi ultima soledad.
Desde ese punto,
Ya en la instancia en que la vida tiene valor de oferta,
Fue que me encontraste,
Tendiste tu mano sin espinas,
Abriste los ojos roncos de gata en celo,
Sin saber hasta ahora si vos o los dioses,
Rescataron mi infancia y mis esquinas.
Se que te navego en medio de la excitación,
Cuando las breves prendas intimas de tu dermis
Se esparcen como mis libros a medio leer
Por el piso de madera de nuestra habitación.
Y he aprendido a remontarme
Como veloz y terco barrilete,
Que construido con el papel de las palabras,
Orada las bases de las nubes,
Surcando el viento huracanado del silencio,
Hasta posarse en una nueva noche en el umbral de tu vigilia.
Te miro en plena desnudez,
Agotada tras lapsos de esperada diligencia,
De movimientos zigzagueante,
De tus sonidos que rompen las penumbras,
De tus dedos trepando anhelantes,
Por el costado animal de mi existencia.
Tras todo esto descansas
Y ya la corriente de la mar,
Las oleadas de bravías arcadas,
Las líneas espesas de gotas sudorosas,
Van delante de mi mirada de admiración,
Van y se reproducen como poesía enamorada,
Van para regresar prestas y primorosas,
Así desde la creación.
Que arrasa
Cuando pasa
Por el penúltimo escalón del dormitorio,
En el descanso,
Que ya no es tal,
Sino preludio de las batallas,
De esas que incendian las noches,
Queman el brillo de las estrellas
O derriten los diccionarios de la sexualidad.
Hembra que en estado puro
Devasta los versos de mis poesías,
Volcando sobre los vasos de mis manos,
La sangre tinta de algún escrito ardiente
O la sombra de las medialunas de tus pechos,
Que se inflaman como el astro en su corrida a ser luna llena.
Y de pronto la pausa del rocío,
La que moja las veredas de mi hastío,
Con las baldosas flojas por el peso de mi ansiedad,
Junto al desesperado recuerdo de mi ultima soledad.
Desde ese punto,
Ya en la instancia en que la vida tiene valor de oferta,
Fue que me encontraste,
Tendiste tu mano sin espinas,
Abriste los ojos roncos de gata en celo,
Sin saber hasta ahora si vos o los dioses,
Rescataron mi infancia y mis esquinas.
Se que te navego en medio de la excitación,
Cuando las breves prendas intimas de tu dermis
Se esparcen como mis libros a medio leer
Por el piso de madera de nuestra habitación.
Y he aprendido a remontarme
Como veloz y terco barrilete,
Que construido con el papel de las palabras,
Orada las bases de las nubes,
Surcando el viento huracanado del silencio,
Hasta posarse en una nueva noche en el umbral de tu vigilia.
Te miro en plena desnudez,
Agotada tras lapsos de esperada diligencia,
De movimientos zigzagueante,
De tus sonidos que rompen las penumbras,
De tus dedos trepando anhelantes,
Por el costado animal de mi existencia.
Tras todo esto descansas
Y ya la corriente de la mar,
Las oleadas de bravías arcadas,
Las líneas espesas de gotas sudorosas,
Van delante de mi mirada de admiración,
Van y se reproducen como poesía enamorada,
Van para regresar prestas y primorosas,
Así desde la creación.
SIEMPRE VIDA...
Siempre se trata de la vida
O sea la tregua que nos da la muerte.
Siempre se trata de estas cosas
Como mero registro,
Como un abigarrado anecdotario,
Como una simple oración,
Como un tímido predicado.
Siempre se trata de la vida,
Aun cuando la misma sea esquiva,
Porque cada uno sabe que la construye
Con los materiales de su esencia,
Con la madurez de su inocencia,
Con las variadas líneas y entrelineas,
Con lo que esta presente,
Como sombra de una larga ausencia.
Siempre se trata de la vida
Aun cuando mis besos son urgentes
Y te digo que nueve meses
Son solo un comienzo,
Que también trata de la vida,
De la de los domingos soleados
O los sábados perdidos en el descanso
O en la semana laborable,
Donde la parca no es tan atroz,
Solo un paréntesis en esta existencia,
Hasta recuperar el sudor de esas manos,
Las caricias de los ojos verdes,
Al echarme a la mar de tu presencia.
Se que sabes que solo se trata de la vida
Y de vivirla…
O sea la tregua que nos da la muerte.
Siempre se trata de estas cosas
Como mero registro,
Como un abigarrado anecdotario,
Como una simple oración,
Como un tímido predicado.
Siempre se trata de la vida,
Aun cuando la misma sea esquiva,
Porque cada uno sabe que la construye
Con los materiales de su esencia,
Con la madurez de su inocencia,
Con las variadas líneas y entrelineas,
Con lo que esta presente,
Como sombra de una larga ausencia.
Siempre se trata de la vida
Aun cuando mis besos son urgentes
Y te digo que nueve meses
Son solo un comienzo,
Que también trata de la vida,
De la de los domingos soleados
O los sábados perdidos en el descanso
O en la semana laborable,
Donde la parca no es tan atroz,
Solo un paréntesis en esta existencia,
Hasta recuperar el sudor de esas manos,
Las caricias de los ojos verdes,
Al echarme a la mar de tu presencia.
Se que sabes que solo se trata de la vida
Y de vivirla…
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