sábado, 30 de septiembre de 2017

PASAN ESTAS NOCHES


Las noches
parte insuperable de mis recelos
lugar en el que se exponen las heridas
no tienen centro
ni sus límites son precisos
la oscuridad ha cercenado sus fronteras
solo el vacío sobrevive a tanta soledad
y esas noches
son materia de mis pesadillas arteras
eternas sobrevivientes a los conjuros de hechiceros
intento dominar su mundo angustiante
su desintegración en escarchadas horas
pero dejo al devenir este trabajo ingrato
solo conservo un puñado de recuerdos
memoria tenue de una silueta inmersa
de mujer dibujada por mis vocablos impuros
naciente entre los renglones de mi lujuria
fermentada por las gotas de lluvia de mi lengua
curvas que nacen de un pincel indecoroso
emergiendo de mi pluma con sabor a ebriedad
supongo que mi imaginación tangible
se desplegó entre mis dedos belicosos de batallas
sé que derrumbe un muro en la zona de tu pubis nuevo
sé que navegue con mi mirada entre tus arroyos
florecí en una vulva rozagante y apasionada
llanura donde hubo incendio que aliso tu piel
cruce los umbrales de tus momentos virginales
y escondí mi rostro en las columnas de tus piernas
hubo alguna vez unos besos mordidos por la sensualidad
pero me despertaron los ladridos de la amnesia
silenciosa eternidad de alboradas negras
me fui perdiendo en la hondonada de aquella infancia
que ya partida no se distingue a quien pertenecía
alguien perfora mi abandono quedamente
los ruidos de fantasmas prestados de otras vigilias
irrumpen en la planicie de mi desvencijada sabiduría
en los cristales de los miradores de la cordura
poco se conserva de mis amores antojadizos
solo unas porciones de cálidos silbidos
sabiendo claramente lo que es el borde de la locura.

Roberto Brindisi 

SUEÑOS


Sueño
apreciándome en una nada inmensa
incolora, como el agua de tus mejillas
huraña, como los besos a disgustos
narrándose con palabras enrevesadas
ahí te veo, incrédulo de tanta complejidad
no eres la misma que partió en mil calles
mujer que nació con multitud de nombres
tallada en incontables paraísos perdidos
la que incontenible en su desnudez primera
se derramó en mi superficie irregular
para regalar pájaros de primavera a esta soledad
la nada es un todo inconmensurable
infinito en sus límites derretidos
no hay miradas libres ni palabras mansas
despertar
única solución para no terminar en otra pesadilla
esas que escriben con la angustia del momento
con los dolores enfurecidos del anochecer
con el hambre del afecto huidizo en este encierro
veo desfilar el polvo de las rosas magulladas
plantadas en los jardines de un inmenso océano
con gotas y gotas de tierra infértil
algo puede calmarme en esta incipiente primavera
los pasos, aun en mi memoria, de una hembra lujuriosa
creo convencer al amor que puede retenerse
sin por eso abandonar la experiencia de la piel
de los demonios que la habitan desatados
agitando frenéticos noches de incendios bravos
se calcinara la almohada blanca como desperdicio
dejando liberados a los colibríes de mi vigilia extraña
habrá amaneceres sin hueco en sus aristas
las garuas de retinas claras en los primeros lapsos
ahí donde fenece los alaridos enmudecidos
donde recobro la importancia de conjugar los verbos
lugar en el que enamorarse es pintar la alborada
con la brocha de los clavos rojos de mi vivencia
con los muchos sorbos del rugido de tu aroma
será soñar tan solo con el regreso de tu esencia.
Roberto Brindisi


miércoles, 27 de septiembre de 2017

QUEDAN RECUERDOS


Detrás del olvido
no queda nada del recuerdo
solo las angustias blancas del insomnio
las pesadillas escarlatas del misterio,
esos ojos ya no tienen nombre
como burbujas de cielo ennegrecido,
en el eje mismo de mi memoria frágil
crecen los musgos de los días fértiles,
amaneceres
que ya no presencian nuestra ausencia,
algún ladrido de esos amores rengos
un muro que se desintegra con los besos
el incendio de las palabras desplumadas
solo el silencio acuno la sensualidad del miedo
la presencia del deseo expandiéndose
derribo gotas de pájaros circulares
inmensa alucinación las de los lapsos lujuriosos,
por mi ventana entraron los silbidos rotos
las voces de dialectos prehistóricos
hasta que unas manos de hembra novedosa
despertaron mis párrafos aventureros
me di a la tarea de construirte en mi poesía
de designarte con tus poros atrevidos
derramándote por el espacio de mi piel gastada,
vi que absorbía el anhelo mi espejo antiguo
voraz consumidor de imágenes lascivas
en su reflejo solo hay infinidad de parpados
un ejército infinito de pétalos destilados
nada escrito sobre mi delirio por la eternidad
amante extraño de esos instantes en agonía,
en el reloj de la estación de mi vigilia
se evaporaron las hojas de un vetusto calendario
hoy no florecerán los fuegos
ni crecerá la luna con su aurora eterna
ahora solo hay ecuaciones de incógnitas recientes
alguien corrige la mortalidad de los segundos
cuelgo mis labios en los besos de su boca
corren mis dedos agiles sobre sus senos
y en la turgencia de mi delirio soy fecundo
olvido que solo seré recuerdo

Roberto Brindisi

martes, 26 de septiembre de 2017

OLVIDAR


Olvide los días
las tediosas horas de desamor
la lluvia cayendo en el descuido
las manos encriptadas en mi piel
aquella sonrisa que nunca prodigaste
o las alas de un ángel perverso
difamando a dios en el banquillo de un bar,
olvide
las madrugadas despintadas
de tanto trajinar el insomnio gris
de resguardar las hojas de sexo en los cristales
mientras un bardo ebrio de párrafos
escribía los renglones de su epitafio
balbuceaba unos versos incompletos
destilados entre las amapolas ariscas,
no había noche ni se había creado el día
solo ese instante de eternidad perpetua
miserablemente acogedora en mis pesadillas
tan inenarrables cómo puede el círculo de la indiferencia
en medio de mi espejo empañado
la sombra de su añeja lujuria
un vapor celeste de almohadones
me conducen a rememorar aquellos vestigios
solo cenizas negras quedan de unos gemidos
placer de verla llegar desnuda de prejuicios
olvide los atardeceres de precipicios
de agujas teñidas de ortografía errónea
como las piernas delgadas de su misterio
el que atrajo mi voluntad hasta desaparecer
nunca comprendí el jeroglífico de ese amor
ni la geometría de unos tajos perfectos                                                                   
me escabullí entre las perlas de sus senos
mordí con furia esos labios de escorpión herido
olvide tristemente en mi penúltima omisión
que nunca es tarde cuando algo se ha perdido
siempre pueden venir otros olvidos.

Roberto Brindisi

lunes, 25 de septiembre de 2017

NO ERA EL TIEMPO


Crei que agosto
era el instante de mi nostalgia
donde nacía mi madre entre sorbos de vino,
creí, en mi ateísmo profano,
que entre unas líneas borrosas
emergería una silueta incompleta de mujer,
que en esa estación de tren clausurada
las horas se acumularían derramadas,
pero no era agosto ni había tiempo
solo la risa de unas magnolias frescas
que entre cristales verdes de bodegas
verían escaparse las puntas de mi infancia,
las mangas remendadas de mis heridas
ir hacia adelante aunque este el abismo
no es de sabios sino de incomprendidos
que de pararse les estallaría la luz en los oídos
cegarían su mirada de papel manchado
ya no existe ausencia de lamentos
ni una implosión de olvidos nuevos
solo está el sol oscuro, padre de las noches,
jugando en los médanos de un patio de madera
entre los bordes de unas caricias entristecidas
dejar abiertas las ventanas es una opción
no han de huir los remordimientos eternos
ni las alegrías de crayones coloridos
sé que algún día retornara el infinito
por el sendero de los besos partidos
donde la humedad cristalina de sus ojos
serán los puntos claros de un amanecer
el ruido estruendoso de las gotas de rocío
que bañan las orillas de mis vigilias sobrias,
ahora será la espada de viento la que sople
quizás no haya mañana en nuestro calendario
tal vez esta estepa de fuego en retirada
marque la frontera de mis sentidos lacerados
nunca nombre el averno porque soy su epicentro
una llamarada de pétalos de jazmines
o un poema en un momento equivocado.
Roberto Brindisi




martes, 19 de septiembre de 2017

APUNTES Y DESPUNTES


Miro mis manos arenosas                                                                                                                                                
parte de un tiempo perdido
cuando aún el viento no se había creado
mis bolsillos daban las cuatro de la tarde
en una esquina de aristas desafiladas
no creo que este sueño sea el que tuve ayer
aun repetido tantas veces no es el mismo,
hay un océano de gotas imperfectas
una lluvia de plumas terracotas
miro las líneas de esta prisa mañanera
nada urge más que la soledad resplandeciente
nada suena tan estridente como el silencio suyo
cruzo la acera de baldosas de mujeres intactas
reconozco el misterio sumergido en mis cristales
nada novedoso salvo su reiteración
el movimiento integro de mi cuerpo ofendido
de mi memoria oxidada de recuerdos
con una infancia partida en mil heridas
la reconstruye los poemas de mi pluma etérea
en mis pesadillas florecen las guirnaldas de metal
sus tañidos son mezquindades de otros lapsos
proyectado en la oscuridad de estas noches
donde ha crecido el rosedal de los olvidos,
en la mañana hay que inventar los ruidos
las palabras encubiertas en las miradas
ser artífices de una ciudad en retroceso
frente al desmesurado aspecto del aislamiento
aprender a capturar las nuevas inocencias
ser como los hombres diseñados con tizas blancas
que no desaparecen con la lluvia en sus murales
puede que se reinventen los anocheceres doblegados
que unos puños suaves alteran el mutismo de mi cuarto
no darse por vencido en los momentos irreparables
creer que dios existe en la furia de un otoño extendido
será que nadie muere en esta insubordinada eternidad
salvo las utopías hechas de certezas inmejorables.

Roberto Brindisi

domingo, 10 de septiembre de 2017

DESCONOCER LO APRENDIDO


Conocí
la silueta de una mujer  atravesada
por la furia de un viento blanco
entre sollozos de amores nocturnos
que se truncaron en los atardeceres
de un otoño que sabían a inmensidad
la conocí
en el reflejo blando de mi espejo
oculta en la multitud de crayones
que escribían el final de un orgasmo matinal
la ventana fría de mi cuarto lúgubre
no repetía el eco del mutismo femenino
solo dejaban escapar  olvidos de mi memoria
y aun así la seguí viendo en mi ceguera
de pájaro primaveral envejecido
entre las marañas de tu sexualidad desnuda
creí hablar con las muecas de mis palabras corvas
pero en el instante de su muerte primera
no hubo prisa en ocultar la lluvia de sus ojos
ni descafeinar su aroma de infinitud prístina
solo una hoja en blanco arrugada
marco un adiós que ya había acontecido
la desconocí esa misma alborada
cuando sus manos eran simples falanges desamoradas
ahora retorna en el vuelo de un colibrí
hará nido en el desierto de mi rostros
tendrá mil nombres diferentes para distinguirla
para hacer de su silencio un mundo habitable
transitando los espacios de su geografía
superando esos momentos que son abismos
reconoceré en otra hembra cada ayer sentido
sé que por los escalones subirán los segundos,
los minutos y las horas que no se han perdido
arrumbadas en los arcones de rojo antiguo
que el caos es imprescindible para un día nuevo
un momento en que retorne el afecto no dañado
el amor desde el desván de lo reconocido.
Roberto Brindisi


jueves, 7 de septiembre de 2017

EL RECUERDO


Ella fue mujer
desprendida de unas gotas de lluvia
era agua incendiada entre las sabanas
era la comprensión de los misterios
siendo una incógnita en alborada
me enseño a remontar los sueños
a colorear las peores pesadillas
a crearle alas a los pájaros nocturnos
se hizo continente en mis almohadas
me permitió incendiar sus senos turgentes
con unos labios robados a mi demencia
nos sometimos a transitar los avernos inverosímiles
saliendo sin la tierra ni el polvo de nuestra creación
pero una noche ya no fue posible avizorar el alba
se consumió su nombre en otros rostros
otras palabras denominaron las cosas
siendo los mismos vocablos que impregnan las cosas
recuerdo que en mis espejos ella fue carne reflejada
fue más aún porque quedaron sus miradas
aprecie denodadamente la carne, los poros y las hojas
crei que era guijarro asomándose de los tormentos
arroyo que indomable surco mis oscuros trapos
purgando el atardecer de los horrores
ahora ella solo es unas líneas en mi memoria
unos párrafos desprolijos en mi poesía
me consuelo con una hembra nueva
que talla prolijamente las mascarillas de mi afecto
me relata cómo se acaricia el viento del infinito
destroza la muralla de mi deserotización
en la torre de la iglesia un reloj se pone en movimiento
marca el mediodía en punto
no sonarán las campanas de la muerte
hoy he decidido que se retiren a otro sitio
en esta frontera sus habitantes han desaparecido
salvo mi vigilia acompañada en esta madrugada
en esta hembra no me olvido de aquella
imposible ejercicio imponerse a los recuerdos
salvo una amnesia momentánea
he tocado su dermis en este apareamiento
siendo el ardor su mentira más cruel y más bella.

Roberto Brindisi

DESPUÉS DE HABER VIVIDO


Crear el sol
nombrarlo detrás de tantas sombras
dejar que gire dentro de mis sueños
solo los dioses podrían hacerlo
hasta usurparle el fuego de escribir
de usar las palabras para no decir
para mencionar la muerte cuando callo
o estirar el infinito hasta mi esquina,
crear el único lugar de mi infancia corta
en algún potrero de océano verde
hacer las islas de mis ilusiones pretéritas
pintar en las paredes de mi cuarto
los contornos de tu silueta desnuda
despidiendo las pieles de tu geometría
quizás el llanto contenido
esa forma de garua intensa atormentada
encuentro entre mis negligencias voluptuosos
los tajos húmedos de tu virginidad
mis letras que componen párrafos desabridos
deberán recompensar la dulzura de tus dedos
o haber sido constituida como hembra primitiva
esto fue en un tiempo sin calendario
en esos otoños de inocencia mustia
te recuerdo en el sitio de una granja segoviana
sé que hemos sido socios de las noches infinitas
entre esos senos erguidos de poesías
pero enterramos las praderas de la esperanza
creíamos que los juramentos serian perjurios
borrábamos los años de angustias lacerantes
hoy en este suelo que desconozco
a pesar de haberlo transitado recurrentemente
sé que ya no se pulverizan ni los pétalos ni las rosas
que las gotas que derramábamos se han partido
son astillas que se clavan en el suelo de la existencia
puedo vaticinar que nada será como el olvido
nada ni aun el aroma del sexo entre las cosas.
Roberto Brindisi