jueves, 15 de octubre de 2015

MERODEAR


Dices
que tienes la esperanza congelada
con estos fríos y estos vientos
hasta el mal humor ha muerto
pero haces bien en empecinarte
en nadar cuesta arriba por la bañadera
he conocido tantos dementes con razón
que me permito decirte que no llegaras
a ningún lugar sagrado
aunque lo tuyo es lo profano
veo que dibujaste margaritas en un jarrón
que la ventana partió el vidrio para jugar
es el humo de una noche perdida
la que sugiere que no ha de invadirnos la angustia
cansado ya de miles de soledades
puedo ver la mitad de una luna fornicada
en tanto en la tierra se pisan igualdades
sin que nadie acierte a reclamar
así seguirá lloviendo esa indiferencia gris
hecha de migajas de porcelana
raro que suene un bandoneón
si los últimos instrumentos desaparecieron
porque el silencio dicto toque de queda
aún persigo tu boca de palabras indecentes
allá en los límites precisos de mi frontera
en los barrios bajos de tus ríos humedecidos
mujer que como gata en celo trepas a mi cama
haremos el amor como hace una larga década
o como la semana que pasó entre esas hierbas
creo que con cardo en tu superficie exclusiva
porque en mi entrepierna guardo poros con sudor
con aroma a mañanas de alegrías lujuriosas
siento que por esta vez tu silueta se disemina
como los párrafos de estos versos azules
en el filo astillado de las cosas

Roberto Brindisi

miércoles, 14 de octubre de 2015

LA FUERZA DE LO INEXISTENTE


Ya no llueve
porque desapareció el cielo
no hay charcos ni inundaciones
porque huyó el suelo
solo queda la mirada pendiente
dicen la antiguas sombras que nada volverá
que lo sucedido no es más que un mal cuento
que no hay más palabras
solo las que dijeron los muertos
lo único que perdura es el eco de las mismas
como van entre las ramas del suspenso
pueden sobreponerse los afectos a los miedos
pero hay pocos oídos para escuchar tanto silencio
hay tantas bocas que no alcanzan los vocablos
tanta mentira que nadie nacerá de nuevo
si es que nacimos y no somos parte de un gran sueño
sombras con formas imperfectas que rebanan en celo
alguien recuerda a una mujer
que se desintegro en una noche de lujuria
fue condenada sin sentencia firme por sus gemidos
a desaparecer como la tarde de algún enero
reconstruyo las caricias de unos labios
que sensuales se prendieron a mis besos prisioneros
talaron las superficies desnudas y hechiceras
dejaron caer los tajos en los arroyos de una destemplanza
tan peligroso fue el averno de estos tiempos
que no hubo incendio que consumiera esa silueta
en el espejo del mar de un océano ya extinguido
sobre la arena miserable de almejas y botellas
allí quedo para quien la hubiera conocido
fue el humo de unas lunas de tardía primavera
fueron pájaros que decidieron levantar su vuelo
para emigrar hacia la nada de este vacío
es que el sol se devoro sus rayos
los colores del arco iris expulsaron al negro
quedo mi buenos aires con colores terracotas
como solo puede quedar una ciudad con tango en sus baldosas
vendrán fantasmas a desconocer lo incierto
deambularan entre tanta sangre de esquirlas
de bombas, de bombos, de pueblo
que te refundaran con un cerrojo en el medio de su puerto.
Roberto Brindisi


LOS DÏAS QUE VAN PASANDO


Hay días desintegrados
cortados como rebanada de limón
jornadas en que el sol no se pone nunca
con noches de una oscuridad infinita
por esos instantes anduve
solo y malogrado
con la mirada obturada
sin poder ver que terminarían
sin mirar crecer los jilgueros del mediodía
andar descalzo por la plaza algún jueves
treparme de la mano de mi nieto
creer que Dios existe en sus ojos azules
no sé qué libros lloraron su tardanza
ni cuantas gotas conforman este charco
hay cosas en que mi ignorancia es sempiterna
en que los huecos en el muro de la indiferencia
intentan ganar terreno desmalezando mi cuarto
sé que mi calle tiene una esquina coja
que no hay vereda en la zona de enfrente
sé qué hace tiempo que no para de crecer el mar
y en mis ojos solo progresa el silencio
añoro esas figuras femeninas y fatales
las que me acompañaron desde mis mejores tardes
las que me enseñaron a domesticar el deseo
a sembrar mi habitación con el humo del placer
reconozco en el espejo algunos besos marchitos
serán de esas bocas que pasaron prestadas
de esa humedad que moja ahora en el recuerdo
hay un almanaque de fechas que nunca fueron
hay un dejo de aguardiente marrón
salpicado sobre la mesa de este bodegón
pasan rápidamente figuras cuasi perfectas
de otras mujeres de un ahora inmaduro
que recortan el espacio con sus curvas de celofán
siento que en un lugar interior la soledad pide calma
la ansiedad de mis afectos crecientes
mira la firmeza y turgencia de unos senos redondos
ve entrecruzar las piernas de una hembra en celo
pidiendo impiadosa un poema que sea urgente.
Roberto Brindisi


domingo, 4 de octubre de 2015

LA PRIMERA ALBORADA


Inocentemente
me pregunto sin esperar respuesta
por donde te nacerán los soles
si hay tanta opacidad a tu alrededor
tantas nubes negras estacionadas
tanta obscuridad echando raíces nuevas
imagino
por donde nacerán las torcidas vocales
si tu boca se clausuro a fuego lento
pero hago un paréntesis
pensando que aun después de esta locura
nacen gorriones grises desplumados
que tal vez levanten las mañanas volando
o se sumerjan ateridos en la fuente de un océano
en el justo centro donde murió el tiempo
tuve la fortuna de verte metros más acá
donde la lujuria evito cada una de las esquirlas
y lentamente como desquiciada
fuiste haciéndote en el aire
desnuda, ahuecada en partes, profunda
te sacudiste las gotas de tu piel descalza
estiraste las piernas delgadas hasta perfeccionar los tajos
dejaste que danzaran las delgadas manos
que se sumergieran en el horizonte unos dedos delicados
para encontrarme con la sorpresa que nadabas en mi lecho
desarreglado
con las sabanas en el piso plano
con la puerta entornada de una ducha abierta
me di cuenta que poca distancia hay entre el mar y mi cama
que pueden medirse en poros erizados
las lenguas se atropellan por usufructuar del placer
aproveche para componerme frente a mi fiel espejo
se que en la zona del techo aún perdura la humedad
pero decidí taparla  con el primer predicado
quise entender como mi boca era prisionera de tus labio
y todo fue tan veloz, tan pronto
que de acaparar el mundo en mi mirada
desapareciste sin dejar más cosas que el sudor ardiente
los ríos de tus arroyos intermedios
y me perdí sonriente en la primera alborada.
Roberto Brindisi



viernes, 2 de octubre de 2015

EL TIEMPO DEL AMOR


Alguien
en algún lugar del universo
sabe que hablo del pasado pensando en este hoy
dicen bien que lo pasado pisado
digo para mis adentros
si te recorro sin intención de tiempo
si en este recorrido nada esta estanco
a tal punto que mi memoria no te reconoce
me entra la duda si es mi ahora o el pasado de otro inocente
pero como el tiempo carece de objetividad
como mi pacto con los dioses en retirada
era apropiarme enteramente del infinito
era y es vivir cada lapso como el último de la existencia
dejando en ese sitio la semilla
de que poco registro queda de lo vivido
tan solo en la memoria de nuestros seres queridos
es que reniego de ser bandera de sentimientos deprimentes
o recordatorios que no me devolverán la alegría
prefiero el silencio eterno de ultratumba
los ladridos de los viejos cancerberos
que mientras me materializo en nada subversiva
en un volcán en erupción suprema
se derriten mis partes aun imaginadas
y en esa vigilia de retazos polvorientos
pueda ponerle un nombre a la sombra de una silueta
arrancada de las garras afiladas del deseo
bañada en las aguas de la lujuria temprana
saboreada por el viento como si fuera el único
no sabe que vendrás hasta el rectángulo de mi puerta
encenderás la luz en esta antigua madriguera
esta tan tuya que tiene tus ropas por doquier
más aún están estampado los gemidos interminables
el rastro de tus manos moviéndose en sincronía
los besos incompletos que esperan ser terminados
el espejo rectos de los reflejos
que conserva cada huida, cada estada y cada vuelta
en un tiempo que nunca me animare a decir que fue pasado.

Roberto Brindisi