jueves, 30 de noviembre de 2017

UNA MUJER




Esa mujer
abrió los ojos aun perdidos
desplegó sus dedos hasta desgarrar las nubes
con algunas palabras reanimo flores mustias
y los espejos se rindieron a su rebeldía,
las astillas de sus huesos sensuales
buscaron reencontrar el fuego en otro incendio
allí donde no se posan los pájaros de la finitud
espacio vital que entierra el ultimo vacío,
en este ventanal sobresalen labios partidos
vientos huracanados de pasión extrema
las hojas de los arboles caen en su pubis
en tanto arroyuelos briosos sacuden el amanecer,
esa hembra es hija de la lluvia
garua de colores sobre mi superficie encabritada
no son mis sueños ni mis vigilias eternas
las que hacen que comparezca desvestida en esta noche
no es la desnudez de mi soledad infinita
ni las campanas agrias de mis angustias perpetuas
es su voluntad de emerger en este suelo 
desplegarse como una loba en celo sobre este cuarto
la que le da sentido a su existencia vibrante
en el desierto de mis poros no hay oasis
solo perlas de su transpiración lujuriosa,
beberán las bestias sagradas mi sangre adormecida
pedirán que crea que los dioses no son mentiras,
fabulaciones de insignificantes embusteros,
las palmas de mis manos solo sienten perturbación
han encontrado los vocablos de una poesía novedosa
esa mujer finalmente es una inmensa parte
majestuosamente arrepentida de olvidar la vida
buscando completarse en la voluptuosidad
de los antojos añejos perdidos en tantos laberintos
hubo que vencer muchas cobardías para este coraje actual
para esta decisión de resignificar las cosas más banales
es en esta alborada fundacional
donde se entrelazan el grito y el llanto
los susurros enmudecidos con las caricias desperdigadas 
es que el tiempo ha decido rendirse a ultima hora
nadie se pregunta ya, porque hemos de querernos tanto.
Roberto Brindisi

jueves, 16 de noviembre de 2017

HOY NO DURA ETERNAMENTE


Momento de abrir la ventana
correrle el velo a la oscuridad
darse cuenta que el día agoniza
dispararle sin temor a la tenebrosa noche
juntar los pulgares uno con otro
la angustia no menguara por si misma
ni han de florecer las risas entre tanta perversión
cuanto añoro el tiempo del vuelo de las aves
esos graznidos grises vertiginosos
hurracas que arrasaban con la altamar
 ya no quedan prados por dividirse
ni arena que oculten nuestros pies
todo parece una mala versión de un tango antiguo
cuanta pena se siembra a cada instante
cuantos ojos se resecan en el penúltimo olvido
pero no apruebes no recordar
no rendirse es la clave de esta batalla eterna
enterrare los apellidos de los infames
más allá de las fronteras de algún sitio aberrante
hoy un anciano tendió una mano bajo la tormenta
el aguacero derritió sus falanges de deseos
perdió sus palabras que mencionaban esta hora
las amapolas parecen querer nacer en otra infancia
sé que con pronunciar agua en torrente no me mojaré
pero la guardaré en la memoria porque me pertenece
porque fue nuestra hasta que borraron el oasis
habrá vientos demenciales que nos convenzan
sobre el derecho a imaginar la vida plenamente
una brisa blanquecina recordara las noches de lujuria
no habrá desaparecido el amor ni la pasión
solo un paréntesis de agonías de ruidos sordos
hasta que los dioses que nacen desde abajo
hagan que suene los truenos de los escarmientos
mientras tanto mis espejos guardan las formas
de mujeres enardecidas en alboradas pasadas
de gemidos adultos en cara  inocentes                                                                                                                     
hay tantos laberintos guardando nuestros sentimientos
Roberto Brindisi



miércoles, 8 de noviembre de 2017

TIEMPO DE POESIA


Llueves desganadamente
con la parsimonia de tus besos granates
te derramas escuálida
sobre la región húmeda de mis labios
pero llegará el fin de la garua
ya no serás liquido encendido
quedarán mi manos en los bordes
intentando aferrarse a tus astillas doloridas
todo un país se incinera en esta espera
un continente de sombras erráticas
sin las fronteras espartanas de la lujuria
eres gotas que se descuelgan
de un cielo desaparecido en el anochecer
aquí abajo en este cuarto
ha arrasado el incendio de lo olvidado
han cavado trincheras las soledades sollozantes
creen que ese sonido de pasos perdiéndose
no han de retornar en la alborada de una vida
razones no les falta
han visto crujir antiguos laberintos
con la carencia de un minotauro cegado
el vacío avanzo devorando los instantes efímeros
aquellos en que jugabas a ser vestal de mi jardín,
no hemos de rendir cuentas por lo omitido
saben los gorriones de este espacio
la inmensidad de las caricias abiertas
las que tocan las cuerdas más enmohecidas
hasta olvidarnos de los ángeles dormidos
en ese mismo sueño en que nos sumergimos
no existe geometría de la imperfección
ni la gramática de días inmortales
he capturado la vigilia de las entrañas del satán
serán los días venideros los que suenen a utopía
se escurren los arroyos de tu vulva
entre la densidad de mis mareas nuevas
vendrán tus sequedades oxidables
a despintarse en este lecho sin rutina
con los cristales rotos en el centro de la memoria
por donde fluye un poema olvidable
quizás de eso también va la vida.
Roberto Brindisi


lunes, 6 de noviembre de 2017

Y FUE UN DÍA


La tarde se rinde
emprende una lenta retirada
arrebató a tu rostro
de las soledades dormidas
de la huella de estaciones viejas
del sonido esclavo de campanadas lúgubres
finalmente se marcha despintando el horizonte
te he visto mirar el vacío con los olvidos a cuesta
alegrarte de los silbidos de objetos indefensos
es que la memoria juega a las escondidas
cuando entre palabras e interjecciones
la convocamos a volar con los pájaros ciegos,
este lecho fue prisionero de mil avernos
supo fatigarlo la piel porosa de tu lujuria
dermis recreada en múltiples nombres diferentes,
afuera llueven los fantasmas de la ciudad
intento ver por la ventana con los ojos baldíos
con una mirada que dejo de ser al doblar los años,
tuve que destruir mi mundo para crear uno nuevo
fue el tiempo en que me convertí en el creador
en el dios de dioses de mi inexplicable existencia
camine senderos cubiertos de eternidad
tropezando con porciones de tiempos subjetivos
esa infinitud de vida escrita en mi poesía oculta
habla de los que nunca dije y siempre insinué
he repudiado al verdugo que postergo mi infancia
he mirado fijamente en el interior de mi espejo
recupere porciones enteras de angustias pervertidas
he leído a Borges en sus ojos muertos como el mar
he soñado con la miseria de mis laberintos cotidianos
solo tus manos me recorren suavemente hasta el principio
unos besos se derrumban en el precipicio de mi boca
siento la humedad del aire oceánico en tus caderas
como un viejo lobo inhabitable reclamo mi porción de pelvis
no cerraremos esta noche nuestras heridas añejas
solo brindaremos en la taberna de mis sabanas ebrias
por las vocales intermitentes de tus gemidos violentos
en tanto esta noche cómplice lentamente se nos aleja.

Roberto Brindisi