Me dices,
Aun no vivo en el presente,
Y como si el tiempo no fuera a carcomerte,
Adoptas talantes de efigie.
Que te marchas de ti, es un decir
Un modo verbal,
Hallable en cualquier poema
Anticuado, sin grandes pretensiones.
Me dices
Que te habitan pocos sentimientos,
El más noble, el de la pena,
Castigo por no darte a asumir el amor,
Que seguramente te hiciera mejor,
Te quitaría los clavos de los ojos,
Tendrías la mirada suavizada,
Como si tus brazos se convirtieran
En afluentes de burbujas coloridas,
Y tus piernas dejarían de estar cruzadas,
Se soltarían reverdecidas,
A andar por este césped,
Acunando el canto de los pájaros huérfanos,
De las alondras y gorriones desobedientes,
Teñirías la punta de tu lengua
Con los colores del último carnaval,
Pero tal vez tengas razón
Predicando en estas horas en vano,
Sabiendo que no hay sordera mayor
Que la que tapa los oídos con las manos.
En ese ayer
Puesto en acto en el presente,
Caben mil desilusiones,
Cabe pensar
Que la vida quedo sin movimiento
O que el viento sopla en la historia
Y no en este hoy sin escarmiento
Creo que en tu palabra
Esta puesto el grito del socorro,
De ayuda a encontrarte evolucionando,
En la ampliación del campo
De los temores, de los miedos,
De lo agradable de las caricias,
De los calidos arrumacos entre besos,
Ahí, debajo de la negación,
Esta la fortaleza de tu afirmación
A vivir una vida en primavera
Siendo querida por tu entrega
Dando lo mejor, recibiendo en abundancia
Eres belleza de mármol vulnerable
Empiezas a disfrutar de la libertad
Te miras en los espejos de este lapso
Sabes que estas hecha de versos amables
Sin decirlo lo viviste.
domingo, 20 de febrero de 2011
LA MIRADA DE ELLA
Ella me mira a diario,
Creo que yo lo hago
De manera persistente,
No me despierto aún
Desde un domingo de septiembre,
Desde esa tarde
Ella es parte de mi respiración,
Trata de entenderme
En mis singulares complicaciones
En mis febreros natales,
En mis acuarianos soles,
En mis rabias de perro vagabundo
Me contiene,
Me persuade,
De que el mundo no es justo,
Y quizás sea menos hostil
Si depongo mis acalorados berrinches,
Cosa difícil a la sombra de una ginebra,
Mansamente aceptado por mí
En los días de agua llovida,
Y sigue mirándome.
Tanto le he hablado
De mis recorridos enloquecidos
De mis peleas,
De mis vicios,
De mis vergüenzas,
De mis pecados,
De la escasa siembra de aciertos,
Le he dicho de la alegría inmensa
De mi apellido multiplicado,
De mi descendencia,
Que solo supe aferrarme a ella en fotos,
De mi torpeza,
De tantas cosas lindas que tengo
Que ya es hora de empezar a disfrutarlas.
Ella me mira sonriendo,
Me besa cariñosamente,
Sabe de mi devoción,
De mis largos agradecimientos,
Me suelta algunas frases
En la plática cotidiana,
Entre mates, caricias y besos
Detrás de los cristales a veces,
En la mecedora del living en otras,
Pero ineluctablemente
Hemos aprehendido los regalos de la vida,
El ramillete de ternura,
Sus golosinas generosas,
Debo ser sincero
Vivo mucho más plenamente
Desde que reconozco que me mira ella
Y que me gusta que así sea.
Creo que yo lo hago
De manera persistente,
No me despierto aún
Desde un domingo de septiembre,
Desde esa tarde
Ella es parte de mi respiración,
Trata de entenderme
En mis singulares complicaciones
En mis febreros natales,
En mis acuarianos soles,
En mis rabias de perro vagabundo
Me contiene,
Me persuade,
De que el mundo no es justo,
Y quizás sea menos hostil
Si depongo mis acalorados berrinches,
Cosa difícil a la sombra de una ginebra,
Mansamente aceptado por mí
En los días de agua llovida,
Y sigue mirándome.
Tanto le he hablado
De mis recorridos enloquecidos
De mis peleas,
De mis vicios,
De mis vergüenzas,
De mis pecados,
De la escasa siembra de aciertos,
Le he dicho de la alegría inmensa
De mi apellido multiplicado,
De mi descendencia,
Que solo supe aferrarme a ella en fotos,
De mi torpeza,
De tantas cosas lindas que tengo
Que ya es hora de empezar a disfrutarlas.
Ella me mira sonriendo,
Me besa cariñosamente,
Sabe de mi devoción,
De mis largos agradecimientos,
Me suelta algunas frases
En la plática cotidiana,
Entre mates, caricias y besos
Detrás de los cristales a veces,
En la mecedora del living en otras,
Pero ineluctablemente
Hemos aprehendido los regalos de la vida,
El ramillete de ternura,
Sus golosinas generosas,
Debo ser sincero
Vivo mucho más plenamente
Desde que reconozco que me mira ella
Y que me gusta que así sea.
miércoles, 16 de febrero de 2011
HAY MAÑANAS...
En las mañanas actuales,
Muchas veces me baño
En las gotas sudorosas de tu sexo,
En las aguas vertiente de tus ríos,
O en las lágrimas felices de tus ojos.
En esas mañanas,
Que de tantas he dejado de contarlas,
Siento el suave arrulló
Del viento de tus dedos,
Que delgadamente me despeinan,
O mecen mis manos por tu cadera.
En estas únicas mañanas,
El sol sale por el oriente de tu sabana,
Mientras miro irse la luna entre tus senos,
Escucho agitarse
Los pájaros levantando el vuelo,
Sumerjo mi lengua en tu tintero,
Tomo la pluma que esparce
Los indescriptibles versos primeros,
En tanto un coro de viudas virginales
Junta las manos mirando el cielo,
Implorando ponerle brida
A tanto desatino,
A esta existencia mía,
Que ha decidido enterrar la muerte,
Tomando la dicha como destino.
En esta mañanas
Todo se comprende,
Mucho se perdona,
Hasta la astucia de los demoledores,
Seres que viven a la sombra,
Leyendo a Hegel,
Como depredadores,
Que nunca aprenden
A sumar correctamente,
A escribir sin errores, de corrido
Que utilizan los pinceles
Para perforar las telas,
Sin saber que buscan en su olvido.
Hay mañanas que son completas,
Las que puedo tomarte el ruedo
De tus prendas por el suelo,
Las que levantan monumentos
A la letanía de mis ruegos,
Al sobresalto risueño del deseo
Esas jornadas al amanecer
En las que creo en dioses,
Porque al vernos en el espejo,
Capturados en un laberinto nuestro,
Creo alegremente que llegar tan lejos
Es la recompensa por tanto anochecer.
Muchas veces me baño
En las gotas sudorosas de tu sexo,
En las aguas vertiente de tus ríos,
O en las lágrimas felices de tus ojos.
En esas mañanas,
Que de tantas he dejado de contarlas,
Siento el suave arrulló
Del viento de tus dedos,
Que delgadamente me despeinan,
O mecen mis manos por tu cadera.
En estas únicas mañanas,
El sol sale por el oriente de tu sabana,
Mientras miro irse la luna entre tus senos,
Escucho agitarse
Los pájaros levantando el vuelo,
Sumerjo mi lengua en tu tintero,
Tomo la pluma que esparce
Los indescriptibles versos primeros,
En tanto un coro de viudas virginales
Junta las manos mirando el cielo,
Implorando ponerle brida
A tanto desatino,
A esta existencia mía,
Que ha decidido enterrar la muerte,
Tomando la dicha como destino.
En esta mañanas
Todo se comprende,
Mucho se perdona,
Hasta la astucia de los demoledores,
Seres que viven a la sombra,
Leyendo a Hegel,
Como depredadores,
Que nunca aprenden
A sumar correctamente,
A escribir sin errores, de corrido
Que utilizan los pinceles
Para perforar las telas,
Sin saber que buscan en su olvido.
Hay mañanas que son completas,
Las que puedo tomarte el ruedo
De tus prendas por el suelo,
Las que levantan monumentos
A la letanía de mis ruegos,
Al sobresalto risueño del deseo
Esas jornadas al amanecer
En las que creo en dioses,
Porque al vernos en el espejo,
Capturados en un laberinto nuestro,
Creo alegremente que llegar tan lejos
Es la recompensa por tanto anochecer.
martes, 8 de febrero de 2011
DESPUES DE ANOCHE
Después de anoche
Puedo decir que al fin he visto la luna,
No la imaginaba de esa forma,
Ni con esa convexidad,
Ni con las magnolias encolumnadas,
Ni esparciendo aroma de polvo selenio,
Ni disecando al mar en su inmensidad.
Me parecían ruiseñores
Sus circunferencias,
El largo de sus tangentes,
O las lagunas resecadas en su parte más sombría,
No imagine sus lunares ni su hermosura,
Ni tú desnudes apareciendo de repente,
Cuando mis versos referían a los poros de tu llanura
No lo pensé,
Todo fue repentino,
Como el beso de los amantes ardientes,
Como la vida vista desde el final,
Como los destiempos que suceden en nuestros destinos,
Como las gotas que se evaporan al calor
Cuando el sol talla fuerte en los caminos.
Así me asalto la duda,
El perpetuo interrogante,
La majestad de tanto vocabulario en rosedal,
De desiguales perfumes,
Proveniente de ángeles en desgracia,
O de los afortunados diablillos dionisiacos,
Que sacan largo partido a la fiesta
De la buena carne y del sabroso vino,
Aprovechando la pacateria de las doñas de mí cuadra,
Que en silencio cómplice,
Entregan de buena gana a sus doncellas de alto filo.
Pero mi angustia insomne,
Me entrego en abundancia,
El paso vivo en la vereda de mi calle,
De tu estructura de hembra amorosa,
De cabellos colorados,
De tus ojos verdes,
De tu boca grana,
De tus senos turgentes,
De tu entrega mansa
A mi deseo y mi amor urgente.
Ahora veo otra luna,
Una agujereada por la falsa idolatría,
Es mi luna dijera la Pizarnik,
La que nace desde el interior,
Bañada por los sudorosos calores,
Y yo observando la aureola de la luna
Que me llega junto con tu música de amor,
Después de anoche
Ya nada girara en la misma dirección.
Puedo decir que al fin he visto la luna,
No la imaginaba de esa forma,
Ni con esa convexidad,
Ni con las magnolias encolumnadas,
Ni esparciendo aroma de polvo selenio,
Ni disecando al mar en su inmensidad.
Me parecían ruiseñores
Sus circunferencias,
El largo de sus tangentes,
O las lagunas resecadas en su parte más sombría,
No imagine sus lunares ni su hermosura,
Ni tú desnudes apareciendo de repente,
Cuando mis versos referían a los poros de tu llanura
No lo pensé,
Todo fue repentino,
Como el beso de los amantes ardientes,
Como la vida vista desde el final,
Como los destiempos que suceden en nuestros destinos,
Como las gotas que se evaporan al calor
Cuando el sol talla fuerte en los caminos.
Así me asalto la duda,
El perpetuo interrogante,
La majestad de tanto vocabulario en rosedal,
De desiguales perfumes,
Proveniente de ángeles en desgracia,
O de los afortunados diablillos dionisiacos,
Que sacan largo partido a la fiesta
De la buena carne y del sabroso vino,
Aprovechando la pacateria de las doñas de mí cuadra,
Que en silencio cómplice,
Entregan de buena gana a sus doncellas de alto filo.
Pero mi angustia insomne,
Me entrego en abundancia,
El paso vivo en la vereda de mi calle,
De tu estructura de hembra amorosa,
De cabellos colorados,
De tus ojos verdes,
De tu boca grana,
De tus senos turgentes,
De tu entrega mansa
A mi deseo y mi amor urgente.
Ahora veo otra luna,
Una agujereada por la falsa idolatría,
Es mi luna dijera la Pizarnik,
La que nace desde el interior,
Bañada por los sudorosos calores,
Y yo observando la aureola de la luna
Que me llega junto con tu música de amor,
Después de anoche
Ya nada girara en la misma dirección.
lunes, 7 de febrero de 2011
HUBO UN TIEMPO...
Hubo un tiempo
En que mi respiración era asfixia,
El desamor era un pájaro de alas rugosas,
El mar se resecaba en el atlántico,
Los monstruos de mármoles
Bailaban una música espumante,
Mientras yo permanecía en ese circulo
Con la mueca triste de una sonrisa,
Creo que no tenía dudas,
Estaba herido,
Cubierto por las luces de la blasfemia,
Amarrado a la nave de la carencia.
Hubo un tiempo en que soñaba
Seguir soñando por toda la eternidad,
Convenciéndome en el aprendizaje del desinterés,
Sabiendo que por dentro estaba humedecido
De llanto, de lágrimas encarceladas,
De las cicatrices que asfaltaron mi pasado
Y que aun conservo.
Más hubo un tiempo posterior,
En el que busque nadar a favor de la corriente,
Desarmar las piezas de mis corazas,
Despellejando lo que me obnubilaba,
Recuerdo que en un instante
Subí apresurado a tomar el timón del barco,
Reparando la brújula añejada,
Poniendo proa hacia Ítaca,
En la indagación de quien me esperaba,
Aun sin saberlo, como yo tampoco conocía,
Que las caricias buenas y amorosas
Cierran calmando los tajos del sendero,
Pliegan los ojos perdidos en lontananza,
Viendo el cercano faro de tu mirada
Reverdecer en las olas de esta agua salada.
Quiero creer que en estos nuevos amaneceres
Está la argamasa de mis nutridas alegrías,
Donde digo tu nombre poseído,
Para escuchar el eco de mi voz,
Que reitera el murmullo de tus latidos.
Así siempre se que hay un tiempo,
El de enamorarse hasta caer rendidos,
En los arenales de una playa mansa,
Que nos recordara aún cuando nos hayamos ido.
En que mi respiración era asfixia,
El desamor era un pájaro de alas rugosas,
El mar se resecaba en el atlántico,
Los monstruos de mármoles
Bailaban una música espumante,
Mientras yo permanecía en ese circulo
Con la mueca triste de una sonrisa,
Creo que no tenía dudas,
Estaba herido,
Cubierto por las luces de la blasfemia,
Amarrado a la nave de la carencia.
Hubo un tiempo en que soñaba
Seguir soñando por toda la eternidad,
Convenciéndome en el aprendizaje del desinterés,
Sabiendo que por dentro estaba humedecido
De llanto, de lágrimas encarceladas,
De las cicatrices que asfaltaron mi pasado
Y que aun conservo.
Más hubo un tiempo posterior,
En el que busque nadar a favor de la corriente,
Desarmar las piezas de mis corazas,
Despellejando lo que me obnubilaba,
Recuerdo que en un instante
Subí apresurado a tomar el timón del barco,
Reparando la brújula añejada,
Poniendo proa hacia Ítaca,
En la indagación de quien me esperaba,
Aun sin saberlo, como yo tampoco conocía,
Que las caricias buenas y amorosas
Cierran calmando los tajos del sendero,
Pliegan los ojos perdidos en lontananza,
Viendo el cercano faro de tu mirada
Reverdecer en las olas de esta agua salada.
Quiero creer que en estos nuevos amaneceres
Está la argamasa de mis nutridas alegrías,
Donde digo tu nombre poseído,
Para escuchar el eco de mi voz,
Que reitera el murmullo de tus latidos.
Así siempre se que hay un tiempo,
El de enamorarse hasta caer rendidos,
En los arenales de una playa mansa,
Que nos recordara aún cuando nos hayamos ido.
LA VIDA ES UN RELATO
La vida suele ser un relato
Sobre ella misma,
Hecha en primera persona o no,
Pero para serlo,
La vida necesita ser narrada,
En este caso, desde el hombre desbordado.
La vida son los hechos,
Lo simplemente acontecido,
Sin juicios, sin valores,
Solo aquello que ha sucedido
Y lo que sucede.
¿Seria entonces la vida algo miserable,
Inexistente o vivibles solo en una brisa
De tiempo inmaterial?.
El pasado parece ser recuerdo ideal,
No apreciaremos nada material.
Aquellos años de inocencia
Fueron pulidos por nuestra mente,
Son evocaciones vagas que nadan
Contra el temporal y la corriente.
Los juegos infantiles son nuevos mitos
De un momento que existe como idea.
Tampoco esta más
Aquella muchacha adolescente,
Que nos permitió la iniciación primera,
En el duro oficio del erotismo y del amor.
Ya no están los amigos o han cambiado,
El sol de esta tarde no es aquel,
El que alumbrò un paseo de la mano,
O la esquina de tantos besos endulzados.
Ya no están presentes,
Aunque si en la memoria,
Los dolores por andar esta vereda,
Los intentos por acallar la rebeldía,
Las rejas de tantas cárceles sin sustento
O tu mirada que tanto me atraía.
Si, se conservan intangibles,
Los miedos, los temores, las rabias,
Que supimos trazar en nuestro recorrido,
Que escribimos con tinta indeleble,
En el inconsciente de nuestro andar perdidos
Hasta que puestos frente al libro de la vida
El balance es favorable,
Siempre es benévolo,
Por haber vivido,
Por habernos atrevido
A construir el relato con las lágrimas,
Con los sudores y la sangre bulliciosa
Por permanecer peleándole al olvido.
Y allí la vida suele ser un inmenso relato,
El de los párrafos de mis versos enamorados,
El del cariño y afecto compañero
El de cada día en que reafirmamos nuestro trato
Tanto en el último como en el primero.
No se definir la vida,
Solo trate, y en el tratar le di forma a este sendero.
Sobre ella misma,
Hecha en primera persona o no,
Pero para serlo,
La vida necesita ser narrada,
En este caso, desde el hombre desbordado.
La vida son los hechos,
Lo simplemente acontecido,
Sin juicios, sin valores,
Solo aquello que ha sucedido
Y lo que sucede.
¿Seria entonces la vida algo miserable,
Inexistente o vivibles solo en una brisa
De tiempo inmaterial?.
El pasado parece ser recuerdo ideal,
No apreciaremos nada material.
Aquellos años de inocencia
Fueron pulidos por nuestra mente,
Son evocaciones vagas que nadan
Contra el temporal y la corriente.
Los juegos infantiles son nuevos mitos
De un momento que existe como idea.
Tampoco esta más
Aquella muchacha adolescente,
Que nos permitió la iniciación primera,
En el duro oficio del erotismo y del amor.
Ya no están los amigos o han cambiado,
El sol de esta tarde no es aquel,
El que alumbrò un paseo de la mano,
O la esquina de tantos besos endulzados.
Ya no están presentes,
Aunque si en la memoria,
Los dolores por andar esta vereda,
Los intentos por acallar la rebeldía,
Las rejas de tantas cárceles sin sustento
O tu mirada que tanto me atraía.
Si, se conservan intangibles,
Los miedos, los temores, las rabias,
Que supimos trazar en nuestro recorrido,
Que escribimos con tinta indeleble,
En el inconsciente de nuestro andar perdidos
Hasta que puestos frente al libro de la vida
El balance es favorable,
Siempre es benévolo,
Por haber vivido,
Por habernos atrevido
A construir el relato con las lágrimas,
Con los sudores y la sangre bulliciosa
Por permanecer peleándole al olvido.
Y allí la vida suele ser un inmenso relato,
El de los párrafos de mis versos enamorados,
El del cariño y afecto compañero
El de cada día en que reafirmamos nuestro trato
Tanto en el último como en el primero.
No se definir la vida,
Solo trate, y en el tratar le di forma a este sendero.
DEL AMOR Y DESAMOR
En la cara interna
De un acallado grito,
Primo la dolorosa ausencia
A la plenitud de su amorío.
Luego, postrada en un zaguán,
Lloró las lágrimas incomprendidas,
Sopló las luces de estrellas entristecidas,
Miró la luna ocultándose,
Hasta perder la razón
En un sueño de celofán barato.
Son pocos los amores no retribuidos
Que hacen historia conocida.
Las ciudades, sus calles, sus veredas,
Los cuartos de novias solitarias,
Se construyen de cariños extraviados,
Muchas veces altamente falseados,
Ladrones vulgares disfrazados de petunias,
Que tan solo la ceguera de la necesidad
Hacen que usen las ropas usurpadas,
De algún amante perdido entre las brumas,
Y tantas veces es así que terminas
Por creer que es mentiras lo que existe.
Cubres tu cara con las manos del escepticismo,
Te miras en los espejos sin retorno,
Que contienen la mortandad de sus reflejos,
Hasta que sucede una nueva primavera,
Y te aprestas a que esta vez sea
La clara luz de la mañana,
La que te ilumine,
La que reverdezca tantas flores,
Que en el vergel interior cultivas
Para entregarlas entregándote,
Y el descubres su rostro, quitándose la capa
Esa que nunca tuvo, la que imaginaste.
Susurra recorriéndote suavemente,
Se agitan en noches de penumbras,
Se juran lo innombrable.
Abres tus ojos grandes,
Tus manos dulces,
Tu corazón ardiente,
Lo miras dormido a tu lado,
Vestido de un sinfín de creíbles promesas,
Y te das cuenta que en esta ocasión puede ser.
Aparece una mariposa en tu ventana,
Murmurando en su aleteo,
Que sin sueños no se puede vivir,
Que si pierdes esta facultad,
Esta sustancia esencial de la existencia
Bien vale la renuncia a vivir.
Es en ese borde, en ese lado de la superficie,
Que retomas la importancia del levantarte,
Que caerse en este carnaval no es difícil,
Pero sin raspones no habrás de amar ni habrán de amarte
De un acallado grito,
Primo la dolorosa ausencia
A la plenitud de su amorío.
Luego, postrada en un zaguán,
Lloró las lágrimas incomprendidas,
Sopló las luces de estrellas entristecidas,
Miró la luna ocultándose,
Hasta perder la razón
En un sueño de celofán barato.
Son pocos los amores no retribuidos
Que hacen historia conocida.
Las ciudades, sus calles, sus veredas,
Los cuartos de novias solitarias,
Se construyen de cariños extraviados,
Muchas veces altamente falseados,
Ladrones vulgares disfrazados de petunias,
Que tan solo la ceguera de la necesidad
Hacen que usen las ropas usurpadas,
De algún amante perdido entre las brumas,
Y tantas veces es así que terminas
Por creer que es mentiras lo que existe.
Cubres tu cara con las manos del escepticismo,
Te miras en los espejos sin retorno,
Que contienen la mortandad de sus reflejos,
Hasta que sucede una nueva primavera,
Y te aprestas a que esta vez sea
La clara luz de la mañana,
La que te ilumine,
La que reverdezca tantas flores,
Que en el vergel interior cultivas
Para entregarlas entregándote,
Y el descubres su rostro, quitándose la capa
Esa que nunca tuvo, la que imaginaste.
Susurra recorriéndote suavemente,
Se agitan en noches de penumbras,
Se juran lo innombrable.
Abres tus ojos grandes,
Tus manos dulces,
Tu corazón ardiente,
Lo miras dormido a tu lado,
Vestido de un sinfín de creíbles promesas,
Y te das cuenta que en esta ocasión puede ser.
Aparece una mariposa en tu ventana,
Murmurando en su aleteo,
Que sin sueños no se puede vivir,
Que si pierdes esta facultad,
Esta sustancia esencial de la existencia
Bien vale la renuncia a vivir.
Es en ese borde, en ese lado de la superficie,
Que retomas la importancia del levantarte,
Que caerse en este carnaval no es difícil,
Pero sin raspones no habrás de amar ni habrán de amarte
LUNES SIN COLORES
Todos los lunes
Me disuelvo en la irrealidad,
Me cuesta vislumbrarme,
Verme en los espejos rotos del domingo.
Al empezar a vestirme
Veo una luz opaca detrás del vidrio,
Que me augura la posibilidad de vida
En la pesadez de este comienzo de semana.
Cuando llegue el mediodía,
Evocare aquel alocado colibrí
Que se detuvo ante tu figura sin corpiño,
Creyendo ver los veloces aleteos
En ese mendrugo de atardecer
Que se paralizó ante un océano de gemidos,
Y allí siguió,
Frente a la ventana de la izquierda,
Desapareciendo en la apertura de las entrepiernas,
Cuando el último día de este ciclo
Se devoraba la luna a bostezos.
Llegó el viento atroz,
El que consume con vehemencia el descanso,
Dejándonos en esta soledad tan absoluta
Tan principiante, tan absurda,
Que bordeando la fina línea de la cordura,
Me interno en la piel de este febrero,
Sabiendo que el aire enloquecido de estos días
Sopla las llamas estrangulando arboles,
En tanto cuento la hora pera el reencuentro,
Minutos eternos, segundos inmóviles,
Y la locura por ver el rojo de tus labios,
Decir te quiero posándose en mi lengua,
Mientras las palabras edifican y se evaporan,
En ese tiempo inexistente,
Cuando las flores despiertan bruscamente,
Volviendo a desplegar sus alas el pájaro de los sueños
Sintiendo que caes abatida en nuestro lecho
El colibrí no esta, se ha ido
Lo único cierto
Es que mañana es otro martes conocido.
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