miércoles, 23 de noviembre de 2016

COMO PÁJAROS SIN ALAS


El sol
se obturó,
detrás de la locura no hay mascaras
solo cinco minutos de balbuceos,
tanto tiempo carente de palabras
incineradas en la mentira de la racionalidad
sin comprender porque las jaulas,
están alli,
congeladas,
como pájaros pequeños sin volar
Dios le dio alas restringidas,
veo poemas muertos en sus pupilas
alfileres de acero esterilizado,
leen sin saber a Jacobo Fijman
poemas al borde del abismo
vidas que mueren en cada atardecer
y la muerte camina deshilachada
detrás de las flores de un geranio antiguo
siempre es posible renacer
crece amor desde la impiedad más gélida,
los sé,
estuve ahí hasta el infinito,
en ese hospicio con marejadas de angustias
desfilando la abstinencia a la luna
a las noches lujuriosas de alboradas
en la botella de alcohol los ojos verdes
más los fantasmas de mí mismo
en la compañía de tanta sexualidad salvaje
nos cubríamos
con el manto de una soledad perecedera,
mis pestañas en las nalgas de tu desnudez
mi retina dominante en tus pezones de agua
junto a los estanques de orgasmos en retirada
no nos cubria el rencor de la sinrazón
sobraban los espacios para el olvido taciturno,
quien contara mi historia en las horas primeras
quien querrá saber lo difícil que es la simpleza
alguien recogerá las agujas más unas líneas en verso
solo quedara laternura donde quiso crecer la demencia
o es en la locura donde el amor empieza?
Roberto Brindisi

martes, 22 de noviembre de 2016

PUEDE MORIR EL LLANTO


Escucho
correr el viento
en la pradera de mis sueños
soplan las palabras
como las astas de los molinos
en el aire se enredan las vocales y los pájaros
un maremoto lejano salpica en nuestro lecho
con las olas de dedos lánguidos
circulando agónicos sobre mis poros,
manos de mujer pecaminosa
de estrecho sendero virginal
los párrafos caen sobre mi garganta
un grito urgente se expande
hubo fuego en el fondo del mar
siento el hedor carbonizado de mi olvido
y en un punto sin dirección
empieza a caer la lluvia sobre mi sobriedad
en la parte inversa de mis quimeras ultrajadas,
solo me es necesario una mirada
esa que utilizabas para demoler los pétalos
en una habitación húmeda de siglos
de tiempo retrocediendo agazapado
de ayeres parangonando a los gorriones,
en el centro de la miseria me llamaste
pudimos aferrarnos a los últimos estertores
sucumbir descalzos en el piso de mi anhelo
permitir que treparas como animal de seda
por el vértice de mi concupiscencia
gritar primitivamente el primer verbo
dejar que me ahogara en tu boca temprana
acopiar los tramos
de labios deshechos en el anochecer
me di cuenta que existíamos
cuando me pose sobre tu seno
cuando alargaste tus falanges
hasta mi geografía extrema
y un temblor parecido al preludio de la muerte
desabrocho tu pelvis de color dorada
abrió mis venas en el filo de mi almohada
y los dos languidecimos eternamente.


Roberto Brindisi

lunes, 21 de noviembre de 2016

LA HORFANDAD DEL BESO


Un beso
suelto en las baldosas de mi habitación
siempre desolada ,
multitud de pasos la decepcionaron
solo lo efímero de presencias femeninas
le dieron el ardor de algún incendio
luego el frio escarcha de la inundación
supo completar su prolongado silencio
hoy
ese beso sin nombre
languidece en su superficie
trato de nominar la pertenencia
poner el acento en algún instante esdrújulo
intento salir de esta inmensa pesadilla
reescribir algunos versos en arameo
más las palabras se tornan invisibles
lo único concreto es el infierno
o sea este Buenos Aires cotidiano
lacerado por el cinismo, la perversión
de quien destruye vidas sin miramientos
y yo regreso al beso
hubo millones
pasajeros o muy sentidos
hubo mujeres que se anudan en mi olvido
como algunas que dejan su marca perenne
en la baldosa floja que sostiene parte del desamor
nunca encontré sosiego
miro hacia el interior del espejo que bosteza
creo que a esta altura se fastidia con mi ausencia
sé que se excitaba con las formas desnudas de las féminas
atesoró en su interior los momentos de jadeos
los espasmos de esa suma de poros ostentados
la pasión desmedida de los anocheceres
los labios que se derretían al licuarse
pero ese beso huérfano
que esta furiosamente inerte
será la signatura de algunos padeceres?
Roberto Brindisi
 



NO HAY


No hay
silencio más duro
que un adiós a destiempo
un vacio infinito
sin silabas que lo describan
No hay
muerte más tempranera
que la de una noche solitaria
o un incendio lascivo
en la orfandad de la madrugada
como no hay
boca de labios perdidos
si llegan gorriones verdes
desde estaciones lejanas
así tus tacones desnudos
en el borde de mi cama,
se evaporaran las pisadas fantasmas
en el terciopelo de tus pestañas
soplara un viento de consonantes
que enrede los poros de tu cuerpo
a mis nostalgias perimidas que no dañan
ahora creo regresar
del exilio de los que aman
en un torrente de agua y vino
con tu espera como señal que me falta
desabrigaras tus puertos
liberaras el tajo de tu ensenada
mi lengua impenitente
amarrara en el filo de tu astilla venenosa
en el abismo del pubis primaveral
allí enterrare mi olvido, mis angustias
renacerá la sombra de mis ojos ebrios
en un círculo de pequeñas ranuras
donde se pierden una multitud de caricias
ciudadela agónica vulnerada
certeza de que en la cerrada oscuridad
han de llegar campanas dormidas
algunos fuegos temerosos
que calmaran el cierre de mil heridas,
no hay más amor
que el que llega precipitado
rebalsando instantáneamente
esas compuertas tímidas
que se quiebran entre mis dedos oxidados.
Hay mucho más de lo que callo.
Roberto Brindisi



RECOMENZANDO


Imposible
ser nuevamente ayer
ave rapaz de tu sonrisa abundante
en el desierto de caricias desaparecidas
que aun intento recuperar
en este presente de agobio y soledad
pero hoy solo son instantes
ahora no es más que un lapso finito
es un beso efímero que amaga regresar
en tanto en este bodegón miserable
de turbio alcohol y sexo al mejor postor
me parece escuchar tus tacones huérfanos
el roce de tu falda corta
contra el imaginario de mi espejo
entre bebidas de pesares angustiante
pienso que este anochecer caerá tu falda
como el muro de Berlín
planifico como hacer nido en tu pubis
con la resaca de amores mancos
y la piel extrema de devastadores destierros
aun así conservo un recuerdo de alborada en flor
tu llanto de felicidad por un encuentro impensado
como también esa partida rauda
que dejo en descubierto mis ventanas mustias
por donde pocas veces asoma el sol
solo sombras de un pasado que invente
sé que las promesas de amor son ilusiones
euforia de una ebriedad temprana
no hay sitio que guarde nuestros labios rotos
ni tus pezones desvergonzados
no hay sitio que adorne mi cobardía
ni me humillen mis pesadillas torpes
no hay sitio en el que no te espere
aunque tu presencia prometa llegar
pulverizando tantos sinsabores ocres
esos golpes suaves en la puerta estrecha
quizás sea la posibilidad de volver a empezar.
Roberto Brindisi


LO PROFUNDO DE LA NADA


A lo lejos
quedo la orilla de la lagrima
la que perfora la piedra de la calma
sin sollozos
sin reclamos
con los ojos puestos en la distancia
en ese paisaje ralo
por donde alguna vez transito mi palabra
la dureza sinrazón de mi vocablo
que mansos ahora se ahogan en la nada
ese misterioso lago
profundo
abismal
desde donde recojo una porción de algo
sin ser amor es mínimamente afecto
después de arrastrar el peso de la soledad
por unos médanos recubiertos de aves
muertas en la estación del otoño
fusiladas por la inclemencia de este tiempo
pensé que asomaba el cariño
animal desparejo de este sitio
pero no fue así
solo la muerte a restablecido el prestigio del silencio
sin que la llama de una mano paseando en mi espalda
me conmueva como antaño
me pregunto que será ahora de esos sueños puros
que se bañaron en las aguas pútridas de las pesadillas
volverán las damas desnudas de consonantes
de las ropas ignorantes del alfabeto
volverá aunque solo sea una de ellas
prisioneras de mi mala memoria
o se recreará la danza de otros nombres
que han de andar por el borde de mi lecho
descalzas maneras de amanecer
disimiles sentidos de la eternidad
aun en esta hora de mi vigilia
puedo pensar en que la suerte no está echada
que aún me queda una mano favorable
en la inmensidad de los instantes que quedan por vivir
se levanta una brecha amatoria en mitad de la madrugada.
Roberto Brindisi