lunes, 18 de julio de 2016

SOÑAR OBSTINADAMENTE


Este atardecer callejero
solo puede empezar
en una plenitud disoluta
en un otear en silencio el océano
con tu compañía ausente
como viejo lobo depredador
extraño esas manos sin continuidad
quizás en las ráfagas del viento
tu rojizo cabello se dispare
como viejo animal atado a la memoria
me quedan unos ojos tristes de despedida
sobre el fondo del acantilado un violonchelo
desafinado
de un músico cojo y ambulante
quien muchas calles atrás
se enamoro de la arritmia de los faroles
del retardo agónico de los antiguos relojes
de una notas perdidas de otra partitura
que su embeleso no te vio pasar mujer inolvidable
entrañable fémina de un anochecer
no recuerdo tu voz porque se mezclan, creo, con otras voces
todas jadean en el mismo sentido
todas gimen sobre el violín de un orgasmo
y sigo pensando que este atardecer
solo puede terminar en una concentrada infinitud
o en unos besos lascivos que humedezcan mi deseo
si estuvieras aquí amante enceguecida
seguramente tu indice señalaría la dirección correcta
me lo mencionan los pájaros que vuelan en circulo
sobre un mar salitre que no admite siluetas dulcificadas
ellos han  elaborado un teorema de tus desnudos
que tiene presente la apertura exacta de tu entrepiernas
en tanto sigo buscando un centro que difícilmente encontrare
me resigno a aterrizar mi piel sobre tu dermis amapola
te veo completamente despojada
y descreo de las teorías de los bulimicos paraísos
intento escribir una oda a la curva de la carne
a la perfección incorrecta de tus huesos
son como vertebras blancas y negras
de un piano femenino destinado a mis manos perversas
me traen otro vaso de tequila
el que saboreo apresurado como a mi propia vida
en el umbral mismo de la borrachera me detengo
con la expectativa de que no suceda nada
en lo oblicuo del invadeable páramo
presto oídos al ruido seco del silencio
cae como una hoja de otoño sobre lo invisible
me pregunto si ya no estaba aguardando allí
un rumor de pesada ubicuidad
que no tiene ni principio ni fin
me convoca al lugar exacto de mis recuerdos
caigo en cuenta que todas las cosas de este mundo
alcanzan y pierden el edén al menos una vez al día
y diviso tus prendas en el borde de mi cama
mas una silueta que sale de mi espejo, de lo más profundo.
Roberto Brindisi

jueves, 14 de julio de 2016

A DESHORA


Diría más allá
si la noche no estuviera muerta,
lo diría ante los islotes del temor
ante esa brújula descompuesta
que apunta al sudoeste
como las melodías de la locura,
diría más allá
si las estrellas no se desmoronaran
sobre los sueños tristes de un poeta
sabiendo que las letras bastardas
producen una soledad tan bella
capaz de pensar en asaltar alguna biblioteca
a media cuadra del cubículo de la ignorancia,
el que escribe no se cansa de pensar
que es un oficio mil veces menor
al del lector adicto a las palabras escritas,
quisiera decir mas
siendo parte de un abismo
de un ápice de ese vacío inescrutable
del abismo mismo de la indiferencia
al regreso de los meandros de los deltas
de las olvidadas arenas movedizas
en ese espacio de humareda y de cristales sucios
mas allá de las espigas que fingen ser silvestres
o de esos pájaros compuestos como polinomios
de los cuchillos aguzados de las hojas de pino
o de las astillas de los álamos somnolientos
soy un viejo lobo que quiere abandonar su piel mundana
por el sendero donde la vista pierde su bruma cortesana
resplandecer en la boca de una hembra color arcilla
por el oeste donde los cielos maduran sus amaneceres
pudriéndose y desprendiendo trozos sobre mi cabeza
se que estoy y estuve en muchas miradas
me voy resignando a ser memorias
recuerdo de otro que se olvidan
aun conservo los últimos alientos
los que hacen que me amigue con mi antiguo espejo
el que guarda los secretos despellejados
las curvas perfectas de las féminas fatales
los jadeos y orgasmos como música de Schubert
el que vio andar la humedad y los placeres
hechos gotas de sudor empañadoras
me he amigado con mi lecho y mi ventana
pacientes amigos de mis ansiedades
podría decir tanto pero siento que aun no es la hora.
Roberto Brindisi







miércoles, 13 de julio de 2016

ENTERAMENTE LOBA


A ella,
a la que olvide su nombre
pero me quedaron puntas de sus alas,
no he de perdonarle
abondanar el cielo de azufre y arena
por la simple tierra de días olvidables,
no creo que mis dedos
perforen los huecos de los nidos de gorriones,
son dedos lubricantes de marañas,
donde encontrar otra compañera
que sepa ser barrilete de hilo de costura,
mi memoria registra barricadas
en la superficie gélida de sus deseos,
es hora de aterrizar en suelo nuevo
y desde abajo remontar la luna en cuarto menguante
espérala me digo
sin saber el sentido de este movimiento absurdo
las lunas no deben remontar
como los gatos no deben abandonar los tejados de antaño
recuerdas gata como deambulabamos por las noches
con unos miseros versos bajo la manga
y tu maullabas
en tanto la loba desaforada
venia a exprimir el sexo hasta el hartazgo
tanto vino que cruzo el mar hasta la nueve de julio
y en un hotel de lujo consumamos la locura antigua
no hubo pergaminos sino miradas encendidas
no hubo río de la plata
pero si tus arroyos que inundaron lechos
y sentados en una plaza de esa patria enloquecida
faltaron las palabras que bordaron la poesía
mientras tu lengua entumecía en la mía
te deje partir porque no correspondía
privar a Barcelona de tanta hembra pervertida
luego los recuerdos presentes del suicidio
los de aquellos momentos inanimados
cuando alguien quiso hablar con voz en cuello
y no pudo
todo lo apetecible había terminado
ahora a nadar en las aguas de estas cloacas
hasta que no hace tanto asomamos la cabeza
pudimos respirar un aire que no era de amianto
es que la vida es un tremendo juego de rayuelas
un inquietante traspaso de diferentes destinos
sera por todo eso que la recuerdo tanto.
Roberto Brindisi










martes, 12 de julio de 2016

LLUEVE MI INCOHERENCIA


Hay días
de lluvias amenazantes
que cubren el cielorraso
de una ciudad empapelada
por donde huyen pájaros libres,
escapan por los agujeros de ese inmenso follaje
que los miopes llaman cielo,
se dan a la fuga hacia aires de libertinaje
para caer en la cuenta que no hay escapatoria
solo la ilusión de perderse en las nubes
de celofán despintado de azul marino
y creerle a Neruda con sus cielos inventados,
no
no hay otra cosa que una vida lenta
que emerge de miles de segundos fenecidos
entre los cristales de mentiras frágiles
en ese curioso carrusel de giros imprevistos
nadie pronunciará mi nombre en la mañana
como nadie ha de enterrar mis poemas
en los jardines grises de una ciudad sin nombre
no serán los cuerdos los que me recuerden
serán mis musas,
las que por momentos fueron prostitutas de alcoba
o los duendes del alcohol barato
de algún bodegón perdido por el bajo
no hubo dioses abstemios esos días
solo ángeles terracotas que caían
se que yo me hundía con la sabia pluma
de mi poesía en mil vaginas
y solo unos labios de fuego incendiario
me dictaron las estrofas desencarnadas
de noches interminables en el lecho
tuve que aprender a mamar los diferentes senos
que algarabía provocan los orgasmos verdaderos
como detectar cuando las luciérnagas enloquecen
sin reparar en que no es lo mismo mi cuarto
pobre y descolorido
que las habitaciones de los psiquiátricos que te ofrecen
para dejar entrar los gramos de cordura,
no podrán dictarme ni un vocablo
no escribiré contra mis angustias
ni he de llorar por los dolores de este paso
solo que no es poco
adorar mis soledades màs mis silencios
como bienes con los que nutro mi palabra
nunca creeré que un poeta es igual a un loco
nunca los cuerdos escribirán mis vocales del principio
ni las consonantes de mis sustantivos discordantes... .
Roberto Brindisi

lunes, 11 de julio de 2016

REBELDÍA DIARIA


se que mis sueños
mueren en tus vergeles bifurcados
haciendose añicos 
en la espuma de tu salitres madrugadas
en la punta afilada de tus pesadillas cotidianas,
se tantas cosas 
que me olvide de tus ojos color tormenta
de tu boca apocada por la soledad
mientras yo divago en mi vigilia
entre andenes de pájaros en agonía 
con los fragmentos de las rosas esparcidas
en mil campanarios de mi ciudad de perros
no suelo oír mas sonido que el de tus jadeos
ni mas olores que el de tu piel desnuda
luego del vendaval de la lujuria ardiente
de las correntadas voluptuosas de tus arroyos
que humedecen el principio de mi boca
tardes de ebriedades varias en nuestros labios
que se nos olvida que dios no nos espía
que alguna beata mujer que aborto su suerte de hembra
maldice el ruido, el murmullo, los sabores
de estos encuentros en los orificios de la vida
cuando ya nadie reclama por la justicia
ni son escuchados los miseros hambrientos 
condenados por unos pocos hastiados de riquezas
sigo intentando encontrarle un sentido a tanta muerte
que al final la parca me persuade que poco podre hacer
aun en mi rebeldía de sensibilidad humana
aun con mis mendrugos como piedra de David
es que Goliat no se asoma a la pelea que ya gana por escandalo
y me sumerjo entre tus faldas a distraerme de tanta amargura
consuelo demencial irrefrenable 
entre tanto sueño perdido en mil batallas
tanta sangre que se me aparece al cerrar los ojos
que si no es hundirse en los tragos infinitos del alcohol
es huir por la superficie de tus poros vitales
reclamare al tiempo alguna simple tregua
dejar de sentir tan profundamente como quizás no quise
amigarme con la vacuidad de los artilugios de la nada
despertar alguna de las tantísimas mañanas
sin que me carcoman los gusanos de la culpa
sobrevivi
todo tiene un precio altísimo a la hora de pagar 
llevo mis mochilas cargadas de heridas propias y amigas
nada es gratis en este sendero de existencia
solo aflojar un tanto el dolor de la inclemencia
solo reírse un poco de la muerte trágica
que tiene por destino la espera certera
ya le he dicho que ganar con las cartas marcadas
no tiene sentido mas que hacerse trampa a ella misma
cobardía
si la hay la de la finitud
reivindico levantarse contra lo inevitable 
porque eso señala si honras la vida o te arrastras
reivindico no someterse ni aun sometido
no he de abonar ese peaje para parecer amable.
Roberto Brindisi





lunes, 4 de julio de 2016

DEVENIR


Este atardecer,
debilitado
callejero,
puede terminar únicamente
en la plétora de su fragmentación,
puede suceder que el destino haya dejado escrito
que amarrados miraríamos el reflujo del mar,
sin embargo, la tarde no quiere disolverse
en esa negritud devoradora,
en ese averno de brumas difusas
sin caricias ni besos mágicos
tan solo la total e inmensa oscuridad,
 me preguntas en silencio por tu sombra
confundida con una multitud de iguales
que juegan a estar entrelazadas y quietas
pero el soplo de una brisa trae esperanzas,
nada se termina hasta despertar definitivamente de la vigilia
y en esa zona indefinida,
paréntesis de la eternidad inmaculada,
podemos andar los dos
portando nuestras individualidades,
aun sabiendo que estamos íntimamente vinculado
a que llevo el ímpetu de los ángeles,
incendiando tu lecho en un amanecer eterno
con mil miradas nacidas en el inframundo
o que cures las heridas
que transporto desde el primer minuto
en una esquina
donde el amor son dos que se desconocen
por original y sublime instante
allí, solo en ese sitio,
que es una esquina de tango mal habido
San Juan, Boedo y todo el fango…
allí, solo un violonchelo inocente
que se apareja con un ramo de rosas
deja lugar a seguir soñando
que la poesía salvará al mundo,
que el mar no nos inundara de arenas,
que el viento no será un huracán arrebatador de pájaros
ni amilanará a mi boca rastreadora de tu piel desnuda
solo bastará que un ínfimo destello de fe
derrumbe las gigantes murallas de odio
ponga la primera piedra de un puente de pasión
por donde correteen la lascivia y la lujuria
ejido dilatadamente destacado,
lejos de ese universo violento de muertes y desamores,
y asi la tarde habrá sido
la oscuridad ira desapareciendo por ineficaz
serán las madrugadas, las alboradas
las que sellen el valor del tiempo de las cosas
en las que las letras nazcan hondamente enamoradas.
Roberto Brindisi