Temo haber
encontrado,
en estas horas de
oscuro mediodía,
mi verdadera voz
la que es susurro
en tus oídos
o grito mudo en
el desierto
de esta inmensa
ciudad de muertos
temo
más me anima
me reconforta
porque he de decir
he de escribir lo
que deseaba
sabré contar lo
que refleja mi espejo
cuando rebanas
mis órganos con tus labios
reinventando el
sexo en cada amanecer
y podre decir que
no dejo de admirar
como termina tu
espalda
montañas en las
que me sumerjo
buscando el sol
que se enardece
en ese continente
que es tu pubis
no soplará el
viento del sur
vendrá la brisa
que vestida de azul
suaviza con sus
palmas los pezones
arden, se
incineran
como teas
incandescente de tus senos
difícil que mis
dedos entre en razones
derraparé en la
nieve blanca del final
esa que esta
sellada por la pequeña muerte
si es que cabe la
mortandad en este instante
vale tomar en
cuenta la sensatez
los sonidos que
galopan la sabana
y a lo lejos un
tango que guarda un bodegón
que al cantarlo
abre sus puertas
no será con
ginebra ni con ron
que los recuerdos
golpearan los portones
bajaran las nubes
del cielo
para recoger las lágrimas
desparramadas
te tomare de la quebradiza
cintura
para volver a
amarte en este nuevo ciclo
los objetos se
tornaron coloridos
como también lo
hace nuestra dulzura.
Roberto Brindisi