Como hombre
maldigo algunas
cosas
inherentes a mi
especie
entre ellas el discurrir
del tiempo
por ese caudal de
minutos se va la vida
me hace saber que
lo que empezó
en algún momento
ha de terminar
no hablo solo de
la muerte
porque hay otros
finales más dolorosos aún
maldigo cuando
acaba la alborada
porque te iras
para regresar quizás al anochecer
maldigo lo
acotado de mi lujuria
aunque cuando me
entrego me consumo
sigo vivo
insaciable de tu ser
como no enojarme
con la partida de un amigo
tan difíciles de
cultivar
y perdibles en un
santiamén
como congeniar el
amor a mi vergel
si las flores con
su aroma se marchitaran
podría enumerar
tantas situaciones cotidianas
que bien vale
empezar a mirar en otra dirección
la mitad del vaso
la que en su
parte inferior contiene el océano
con toda su
inmensidad y sus promesas
y en su parte
alta esta la nada
me dicen que hay
aire
que la vida se
compone de agua y de aura
que me vale
arrancar con el pie fértil
mirándome en el
espejo de tus ojos
saborear la
salinidad de tu superficie voluptuosa
arrancar los
trinos de los jilgueros
para llevarlos
adheridos a mis oídos
ir rebanando de a
poco la porción de mi demencia
regar con el
jarabe de tus besos
la cuota
creciente de mi inocencia
por eso cada
tanto miro por la ventana
como vuelves
sonriente a reencontrarnos
y a recordarme
que para vos valgo por mi esencia.
Roberto Brindisi
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