martes, 29 de diciembre de 2015

VA CRECIENDO


Como una ciudad antigua
me habitan espacios encolumnados
alambres que son espinas de jilgueros
edificios hechos de soledades perdidas
versos que nunca llegaron a ser escritos
ciento de pobladores  recubiertos de harapos                                                                                asi,
como en una aldea extranjera
fui poblado por manos femeninas
por senderos como siluetas de mujer
de arboledas plantadas en el olvido
con un mar de aires soterrados
en esos espacios que cautive apresurado
por pensar que se me iba la muerte
es que viví de espaldas a la alegría
construyendo  laberintos
para encerrar a mis desalmados monstruos
por temor
por cobardía
en la acera donde aparcan mis angustias
sé que en esta construcción no he sido el primero
que los depredadores de pubis nuevos
de virginales sonidos de jadeos
me alentaron en la lujuria del silencio
a quitarte prenda a prenda
hasta quedarme con los poros de estos ríos
navegar marea arriba hasta tu cuello
hasta las cataratas de tus labios de fuego
entremezclando las lenguas de nuestros dialectos
que de la calma cuando anochece
pasamos a la arrebatadora locura del deseo
de los pliegos erizados de tanta lujuria                                                                                              
de partir la luna en el firmamento extenso
a despertarme en mi ciudad bañado de furia
escuchando el ruido de mi silencio aletargado
y diluirnos en un diluvio intenso.
Roberto Brindisi
                

viernes, 18 de diciembre de 2015

COMPOSTURA


Los bordes de tu espalda
cuelgan de la ladera
hay días que la mojan mil palomas
con mi hambre atrasada
con mi aroma a poesía antigua
la que sigue la continua recta
el sendero de poros acopiados,                                                                                                
en el oriente de tu cintura
solo el viento de la sudestada
ha de peinar tus piernas desnudas
pero en su particular destrozo
deshecho de miedo, angustia y tiempo
descorre el soplo brumoso
el atardecer de una muerte aplazada,
es tiempo de vida desalmidonada
de prestar menos atención a roncos susurros
de cientos de oraciones pasadas
en algunas esta tu nombre
con el tilde agudo astillado
hoy que no existe el habla
salimos a sembrar abundancia de palabras
hoy que se agita la mirada azarosa
en la multiplicación de imágenes difusas
en esta última torpe alborada
hoy pronto será un mañana
embarazado de invisibles ayeres
con la mueca desconcertada
que difícil fue verte cuando no estabas
que pesadumbre transporta el alma
al imaginar un colosal vacío de mujer anestesiada
más en estas  sabanas vino a renacer
sin desangrarse afligida
a un espacio de amantes fuertes y sutiles
que cultivan no decir nada
solo vibrar cansinos en un pubis en ignición
sin reparar en la orilla equivocadas
presiento que tus labios fueron pugnas inconclusas
estallando en mi boca como esquirlas de granadas
dará material al bardo para letras que saben a intrusas.
Roberto Brindisi




jueves, 17 de diciembre de 2015

PROMESA ENAMORADA


Un instante
un lugar
un millón de recuerdos falsos
y mi cuarto vacío
solo cubierto por una soledad perdida
mientras el silencio barre mis pisos
tiembla una nube invisible en el espejo
debajo de mi lecho miles de gemidos
que no dejaron el barco a tiempo
quizás mueran en la arena de antaño
quizás agonicen en una lluvia pasajera
quizás…solo quizás
la improbabilidad como matemática del deseo
sé que son divisible los cuerpos
como también hay segmentos de ilusiones
hay flores que se posan en las patas del jilguero
hay gorriones que emigran de aquella buenos aires
no por hostil ni descomedida
sino porque ya no están las veredas borgianas
ni los laberintos extraviados en Palermo
solo queda en este cuarto la luz del desengaño
las viejas mascaras de un carnaval austero
mientras flota en el aire viciado
 promesas hechas y deshechas en primavera
mis libros me miran desde lejos
prisioneros
cautivos en manos de otro dueño
será la prisa de este tiempo húmedo?
y yo aquí en una ciudad porteña de otro suelo
porque no hace falta rio de color marrón
sino la cadencia de haber vivido a contrapelo
lo que me ha dado pasaporte de extranjero
hasta en el abismo de mi propia cama
con el cuerpo sumergido en la lujuria
de otra piel que reclamaba el fuego
alzo la vista
me detengo en tu mirada
están crujiendo los sueños veleidosos
puedo afirmar que en medio de tanto hielo
no asomaran lapsos de promesas enamoradas.
Roberto Brindisi



miércoles, 11 de noviembre de 2015

LAS COSAS DE ESTE MUNDO


Nada me asombra
ni sentir tus pasos sabiendo que alucino
ni intentar delimitar mi sombra en un cuadrado
ni haber derrochado la magia de encantador
si que en el espejo hay una figura que sobresale
ni yo solo con el bullicio de mi mudez extrema
solo me sorprende el vuelo del colibrí
por momentos replegado en mi ciudad
en otros extendido en mi desprolijo lecho
leo sabiendo que me absorben la mirada
pienso consiente de que me ronda la demencia
hablo para una posteridad que ya paso de largo
solo me queda ser realista
darme cuenta que dejamos de existir hace tanto
que solo es el rebote inaguantable de estar en ningún lado
que buscamos darle forma a la que se transforma
alimento a mis animales internos
a amenguado mi libido hasta ayer descontrolada
por momentos una mirada que sale de un cuerpo perfecto
me devuelve algo de la lujuria guardada
entre anocheceres que me despiertan nostalgias
pero falta ella
la que como en una nueva torre de babel mezclo sus nombres
y se transformaron en recuerdos memorables
donde haciendo casi lo mismo
siempre se descubrían cosas distintas y extremas
ahora es tiempo de que el amor y el placer regresen
de recibir con los brazos abiertos en una desnudes implacable
la lujuria de una silueta ardiente
que le dé valor a este espacio que perdió sentido
al golpe feroz de la puerta que te mira con lujuria
a ese café en la mesa que se calentó de pronto
que dejes que al mirar tu entrepierna sienta un milagro
se que todo esto puede ser
porque los fantasmas están el interior de uno
ya anochece sobre la pena de los moribundos
amanece en algún lugar donde haya enamorados
así mecen las cosas estos entes invisibles
asi discurren paso a paso las cuestiones de este mundo.

Roberto Brindisi

Y ATRÁS EL LODO


Hay un momento
que sucede incomprensible
en que los vocablos significan
porque sucedió una muerte amorosa
hay momentos
en que las palabras son zurcidas
porque es imposible agonizar sin ellas
sin ese antiguo icono mordido
por los perros de la tristeza
lapsos de invierno que suben por mis pestañas
manos construidas con la sombra de un muro
y en el horizonte solo agua
como la que derraman los arroyos de esta hembra
cuando decido dejar de esperar dormido
sucediendo mi caída profundamente adentro
en tanto esa mujer ardiente se vuelca dentro mío
creo que anoche se escabullo mi sueño
creo que unas astillas delimitaron el borde de mis labios
y lo intangible cae como suele caer el viento
anduve vagabundo en las calles de una ciudad
que me marco los años y las arrugadas utopías
pero esa urbe que me enamoraba me ve pasar sin afectos
en una inmedible soledad de versos malos
de noches cada vez más arrepentidas
nos hemos confesado,
no hay quejas no hay reproches
solo el vuelo de una cara infantil que quedara en mis adentros
allá las veo correr
desoladas como único pájaro en la tormenta
como explicarle a mis lágrimas huérfanas
que se cierran las puertas de un mezquita sacra
que ya no tengo la llave oxidada por los días difíciles
ahora a abrir el paragua de la esperanza
a intentar vivir mi tiempo acordado con la parca
recobrar aliento rodeado por la caricia de otros iguales
los que quizás hayamos ganado perdiendo todo
si hoy hasta el tango se me hace medio ajeno
será que la oscuridad comienza a retirarse
que la tierra se seca dejando atrás el lodo.

Roberto Brindisi

sábado, 7 de noviembre de 2015

PUEDE SER


Ahí
en un rincón de la vereda
yace el sueño de mi muerte
la tormenta de mis noches calmas
la vigilia de mis días vivos
al lado,
los cardos de mis pesadillas
las flores intensas de mis amores
sobre el que llovizna mi cuerpo claro
la urgente sutileza de la alborada
que se asoma por la ventana de mi cuarto
queriendo ser reconocida por su silencio
mientras una sombra busca dejar de serlo
transformarse en una rosa en crecimiento
yo cavilo entre estas paredes viejas
quiero dar combate con la palabra
en algún poema vagabundo
dejar sentado el precedente que ame y que no quise
de maneras similares
aun cuando la jaula era espacio incompleto
en aquellos días en que la ciudad oscureció
multiplicando las calles de manos asesinas
pero la vida siempre fue una sutil promesa
de instantes sangrando bellas poesías
de plazas colmadas de presentes y de ausentes
hasta darnos cuenta que nuestra visibilidad sobre la tierra
es apenas un pájaro con plumaje de alegría
y aquí seguimos
carcomidos por la brisa de alguna letanía
de algún silbido matinal que rebota sobre los muros
ahora espero consumar mi existencia incompleta
sentir que existir no es un desierto de afecto
batirme a duelo con los labios femeninos
cavar trinchera sobre la cama con sabanas plegadas
ejercer el vivo movimiento de subir y bajar por tu silueta
morder los poros de una figura desnuda de razones
y agonizar con algarabía en una madrugada.
Roberto Brindisi




jueves, 15 de octubre de 2015

MERODEAR


Dices
que tienes la esperanza congelada
con estos fríos y estos vientos
hasta el mal humor ha muerto
pero haces bien en empecinarte
en nadar cuesta arriba por la bañadera
he conocido tantos dementes con razón
que me permito decirte que no llegaras
a ningún lugar sagrado
aunque lo tuyo es lo profano
veo que dibujaste margaritas en un jarrón
que la ventana partió el vidrio para jugar
es el humo de una noche perdida
la que sugiere que no ha de invadirnos la angustia
cansado ya de miles de soledades
puedo ver la mitad de una luna fornicada
en tanto en la tierra se pisan igualdades
sin que nadie acierte a reclamar
así seguirá lloviendo esa indiferencia gris
hecha de migajas de porcelana
raro que suene un bandoneón
si los últimos instrumentos desaparecieron
porque el silencio dicto toque de queda
aún persigo tu boca de palabras indecentes
allá en los límites precisos de mi frontera
en los barrios bajos de tus ríos humedecidos
mujer que como gata en celo trepas a mi cama
haremos el amor como hace una larga década
o como la semana que pasó entre esas hierbas
creo que con cardo en tu superficie exclusiva
porque en mi entrepierna guardo poros con sudor
con aroma a mañanas de alegrías lujuriosas
siento que por esta vez tu silueta se disemina
como los párrafos de estos versos azules
en el filo astillado de las cosas

Roberto Brindisi

miércoles, 14 de octubre de 2015

LA FUERZA DE LO INEXISTENTE


Ya no llueve
porque desapareció el cielo
no hay charcos ni inundaciones
porque huyó el suelo
solo queda la mirada pendiente
dicen la antiguas sombras que nada volverá
que lo sucedido no es más que un mal cuento
que no hay más palabras
solo las que dijeron los muertos
lo único que perdura es el eco de las mismas
como van entre las ramas del suspenso
pueden sobreponerse los afectos a los miedos
pero hay pocos oídos para escuchar tanto silencio
hay tantas bocas que no alcanzan los vocablos
tanta mentira que nadie nacerá de nuevo
si es que nacimos y no somos parte de un gran sueño
sombras con formas imperfectas que rebanan en celo
alguien recuerda a una mujer
que se desintegro en una noche de lujuria
fue condenada sin sentencia firme por sus gemidos
a desaparecer como la tarde de algún enero
reconstruyo las caricias de unos labios
que sensuales se prendieron a mis besos prisioneros
talaron las superficies desnudas y hechiceras
dejaron caer los tajos en los arroyos de una destemplanza
tan peligroso fue el averno de estos tiempos
que no hubo incendio que consumiera esa silueta
en el espejo del mar de un océano ya extinguido
sobre la arena miserable de almejas y botellas
allí quedo para quien la hubiera conocido
fue el humo de unas lunas de tardía primavera
fueron pájaros que decidieron levantar su vuelo
para emigrar hacia la nada de este vacío
es que el sol se devoro sus rayos
los colores del arco iris expulsaron al negro
quedo mi buenos aires con colores terracotas
como solo puede quedar una ciudad con tango en sus baldosas
vendrán fantasmas a desconocer lo incierto
deambularan entre tanta sangre de esquirlas
de bombas, de bombos, de pueblo
que te refundaran con un cerrojo en el medio de su puerto.
Roberto Brindisi


LOS DÏAS QUE VAN PASANDO


Hay días desintegrados
cortados como rebanada de limón
jornadas en que el sol no se pone nunca
con noches de una oscuridad infinita
por esos instantes anduve
solo y malogrado
con la mirada obturada
sin poder ver que terminarían
sin mirar crecer los jilgueros del mediodía
andar descalzo por la plaza algún jueves
treparme de la mano de mi nieto
creer que Dios existe en sus ojos azules
no sé qué libros lloraron su tardanza
ni cuantas gotas conforman este charco
hay cosas en que mi ignorancia es sempiterna
en que los huecos en el muro de la indiferencia
intentan ganar terreno desmalezando mi cuarto
sé que mi calle tiene una esquina coja
que no hay vereda en la zona de enfrente
sé qué hace tiempo que no para de crecer el mar
y en mis ojos solo progresa el silencio
añoro esas figuras femeninas y fatales
las que me acompañaron desde mis mejores tardes
las que me enseñaron a domesticar el deseo
a sembrar mi habitación con el humo del placer
reconozco en el espejo algunos besos marchitos
serán de esas bocas que pasaron prestadas
de esa humedad que moja ahora en el recuerdo
hay un almanaque de fechas que nunca fueron
hay un dejo de aguardiente marrón
salpicado sobre la mesa de este bodegón
pasan rápidamente figuras cuasi perfectas
de otras mujeres de un ahora inmaduro
que recortan el espacio con sus curvas de celofán
siento que en un lugar interior la soledad pide calma
la ansiedad de mis afectos crecientes
mira la firmeza y turgencia de unos senos redondos
ve entrecruzar las piernas de una hembra en celo
pidiendo impiadosa un poema que sea urgente.
Roberto Brindisi


domingo, 4 de octubre de 2015

LA PRIMERA ALBORADA


Inocentemente
me pregunto sin esperar respuesta
por donde te nacerán los soles
si hay tanta opacidad a tu alrededor
tantas nubes negras estacionadas
tanta obscuridad echando raíces nuevas
imagino
por donde nacerán las torcidas vocales
si tu boca se clausuro a fuego lento
pero hago un paréntesis
pensando que aun después de esta locura
nacen gorriones grises desplumados
que tal vez levanten las mañanas volando
o se sumerjan ateridos en la fuente de un océano
en el justo centro donde murió el tiempo
tuve la fortuna de verte metros más acá
donde la lujuria evito cada una de las esquirlas
y lentamente como desquiciada
fuiste haciéndote en el aire
desnuda, ahuecada en partes, profunda
te sacudiste las gotas de tu piel descalza
estiraste las piernas delgadas hasta perfeccionar los tajos
dejaste que danzaran las delgadas manos
que se sumergieran en el horizonte unos dedos delicados
para encontrarme con la sorpresa que nadabas en mi lecho
desarreglado
con las sabanas en el piso plano
con la puerta entornada de una ducha abierta
me di cuenta que poca distancia hay entre el mar y mi cama
que pueden medirse en poros erizados
las lenguas se atropellan por usufructuar del placer
aproveche para componerme frente a mi fiel espejo
se que en la zona del techo aún perdura la humedad
pero decidí taparla  con el primer predicado
quise entender como mi boca era prisionera de tus labio
y todo fue tan veloz, tan pronto
que de acaparar el mundo en mi mirada
desapareciste sin dejar más cosas que el sudor ardiente
los ríos de tus arroyos intermedios
y me perdí sonriente en la primera alborada.
Roberto Brindisi



viernes, 2 de octubre de 2015

EL TIEMPO DEL AMOR


Alguien
en algún lugar del universo
sabe que hablo del pasado pensando en este hoy
dicen bien que lo pasado pisado
digo para mis adentros
si te recorro sin intención de tiempo
si en este recorrido nada esta estanco
a tal punto que mi memoria no te reconoce
me entra la duda si es mi ahora o el pasado de otro inocente
pero como el tiempo carece de objetividad
como mi pacto con los dioses en retirada
era apropiarme enteramente del infinito
era y es vivir cada lapso como el último de la existencia
dejando en ese sitio la semilla
de que poco registro queda de lo vivido
tan solo en la memoria de nuestros seres queridos
es que reniego de ser bandera de sentimientos deprimentes
o recordatorios que no me devolverán la alegría
prefiero el silencio eterno de ultratumba
los ladridos de los viejos cancerberos
que mientras me materializo en nada subversiva
en un volcán en erupción suprema
se derriten mis partes aun imaginadas
y en esa vigilia de retazos polvorientos
pueda ponerle un nombre a la sombra de una silueta
arrancada de las garras afiladas del deseo
bañada en las aguas de la lujuria temprana
saboreada por el viento como si fuera el único
no sabe que vendrás hasta el rectángulo de mi puerta
encenderás la luz en esta antigua madriguera
esta tan tuya que tiene tus ropas por doquier
más aún están estampado los gemidos interminables
el rastro de tus manos moviéndose en sincronía
los besos incompletos que esperan ser terminados
el espejo rectos de los reflejos
que conserva cada huida, cada estada y cada vuelta
en un tiempo que nunca me animare a decir que fue pasado.

Roberto Brindisi

martes, 29 de septiembre de 2015

NO HAY ESPERA EN VANO


En el silencio de mi texto
se hundió una pluma ansiosa
una compulsión por desbordar lo impreciso
los indefinidos límites de mi balbuceo
allí donde la palabra naufraga
solo sonidos guturales dan señal de muerte
no vive la poesía en la oscuridad absoluta
pero siempre el texto intenta reflotar
en otras manos
en otros ojos
o en la mirada de un soñador incorregible
siento que la esquina porteña me susurra
cosas que imagino imprescindibles
sobre los adoquines de mi vieja Buenos Aires
hay danzando como fantasmas miles de historias
millones se encuentran enterradas
es que en distintas fechas nacieron o murieron
pero siempre gozaron de alguna alborada
en esa lejana zona donde el español se hizo sureño
esta ciudad y mis sueños se armaron de retazos de amores
en el rio quedaron los odios viejos
mas en mi cuarto el canto mustio de una hembra en celo
de unas piernas que al desplegarse alzan el vuelo
serán los labios que quisieron amarrarse al beso
o quizás ese gemido sordo que sabe a llanto y lujuria
se que por las calles de mi barrio ciego
volverán a repicar los tacones de tu insomnio
regresara la dermis desnuda en busca de placeres
querrá saber si aún conservo la madrugada eterna
esa hecha de astillas de pesadillas chuecas
vendrá por los bordes de una angustia
conocedora que no hay deseo satisfecho
que no se pague con algo de dolores
aun la evocación de los mejores incendios
de los que se apagan a medianoche
y se encienden con el despojo de tus tardes ebrias
pero vendrás porque aquí yo espero
a la vera de mi camastro revuelto
en una espera que me resulta conocida por lo inesperada
que me resulta excitante porque sé que es lo que quiero.
Roberto Brindisi




miércoles, 23 de septiembre de 2015

GUARDAR LA VIDA Y LA MUERTE




En el primer cajón
de una cómoda antigua
tengo guardado besos resecos
cuya humedad se escurrieron en el atardecer
de la muerte de mi sueño surreal
busque decidido en el closet
la humedad de tus orgasmos
de anocheceres hechiceros
en el que el mudo de la casa
intento decir una oración cualquiera
solo quiso recordar lo que miraba
a travez del ojo de la cerradura de un cenicero
y entre esas cenizas inexistentes
sintió que regresaba las formas de una hembra
la que se ponía en pie luego de cercenarle sus extremidades
o alzarlas hasta el nirvana de unos hombros
que permitían que todo fuera más real y expuesto
pero el sigiloso cerro su boca
abrió la ventana por donde huyeron los pájaros fenecidos
y dejo que penetrara un tiempo robado en otro lado
que desgastaba sus monedas de papel
en el mostrador de una cantina de un burdel
por donde transitaban esqueletos habitantes
de miles de pesadillas de esas noches negras mías
quizás, dijo el filósofo, el amor hay muerto junto a dios
quizás estemos viviendo en un ayer eterno
del que no despertaremos nunca mas
y esas siluetas de mujeres predispuestas
harán el amor reiteradamente
en tanto las manchas de humedad de mi habitación
desparraman su liquido hasta el vidrio del espejo
viejo centinela de almas lujuriosas en vuelo
refractante de soledades eternas que acogen el silencio
en estos siglos de barbarie no hubo incendio
que impidieran que llevara su minucioso registro
transeúnte inmóvil de una vida en la vigilia
no se donde terminara esta infinita muerte
ni donde comenzara la inevitable vida
quizás el universo sea más que astros agujereados
y este marcado por lo inevitable de esta suerte.
Roberto Brindisi

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL SILENCIO FIEL


El silencio
amo eterno de esos sueños míos
estepa árida en donde mueren los dolores
lugar inmerecido para cada poesía
a veces bienvenido
cuando olvido decir lo que lastima
lo que muerde las  atentas palabras
o las contundentes
pero a pesar de todo
cómplice de múltiples veladas
en donde evoco aquella sonrisa tuya
aquellos dichos envenenados
y cuando digo tuya
no puedo ponerle un nombre
han sido tantos los latidos
como tantas las veces que mentimos
que el silencio después de todo
fue un paréntesis
hasta consagrar miradas nuevas
ver navegar sonrisas frescas
dejar que rompa la marea
el bullicio sordo de otra hembra
con la esperanza de que venga descargada
vestida quizás de rojo
como esa sangre mía que me inunda
o esos labios que imagino en su crescendo
es allí donde el silencio
le gana a la muerte su prestigio de hechicero
su abrumador poder para engendrar poemas sabios
o necedades vestidas de faldas recortadas
entre este aroma a noche en velo
entre los dientes de una luna llena
en este laberinto que es mi vida
el amor se me aparece como un toro arisco
como una mano escurridiza
como los dedos extendidos sobre mi desnuda piel
que pretender dejar una profunda huella
se que la calma falsa de mi espejo antiguo
incomprendido devorador de imágenes
esperan en su ansiedad que aparezca ella
como respues a ese silencio extenso y fiel.
Roberto Brindisi


lunes, 31 de agosto de 2015

SOLO ES LOCURA


Tanta locura
dando vueltas a mi alrededor
que de no estar demente
quizás me habría conmovido
o contagiado
quizás la locura me acaricie
porque me sabe indócil
traicionero
capaz de volver a dejarla
por alguna tarde de amor en primavera
pero le he dicho
que esa es otra forma de locura
es como cortarse con objetos filosos
sino es la afilada daga
es el vidrio puntiagudo
a veces pienso que invisible pueblo
ocupa gran parte de mi memoria extensa
de mis añorados días de temprana juventud
cuando no cabía en ese envoltorio extraño
me empecine en ver llover cenizas
hasta que en un muro claro
dibuje mis extrañas alegorías al cansancio
mientras miraba a la luna enloquecida
repetir incesante sus intratables ciclos
vi que asomabas tu silueta de entre la bruma seca
vi cómo se rompían los espacios pobres
los estrechas senderos por donde atraviesas
estas noches de humo y alcohol humedecido
hasta que caes rendida en mis jardines
los de baldosas duras
a los que les crece el deseo contaminado de su dueño
sentirás que unas garras te aprisionan
mas tu acostumbradas a ellas
no pondrás reparo sino lujuria
no dirás que fuiste inocentemente embaucada
cuando ya no queda lobo al que no amansaste
ni grito que no te imite
en ese jadeo intenso de medianoche
en ese intempestivo vuelo sobre mi lecho
recogeré las velas de mis apuros
intentaré saciarte ante mis espejos
viéndote desnuda sin despegarte
de lo que quedan de mis años duros.
Roberto Brindisi


NADA NACIO EN AGOSTO


Como una hoja
en mustia extinción
se muere agosto
se le van cerrando los ojos
sin atinar a ver que sigue
fue un mes de pocos cuerpos luminosos
de café desabrido en madrugada
fue tanta soledad
tanto silencio
que atronador se despide sin memoria
no supo estimar los días de sol doliente
solo la lluvia
el viento gris y frio
la austeridad de mi mirada
el creciente malestar de los gorriones
que vuelan arrastrándose en el aire
mas ninguna noche de niebla áspera
pudo sentir los pasos de la hembra deseada
no llego
y me temo que en estas últimas horas no lo haga
su presencia partiría en dos
a este mes de fríos e inadecuados recuerdos
treinta y un días para parir media noche de lujuria
no tiene mucho sentido
el significado de la muerte no se develara
ni el sentido de la vida ha de tener respuesta
solo hay hambre detrás de los mendrugos
solo un rio de tinta seca ahogo mi poesía
entre ese paréntesis seguí andando
me transforme en tortuoso puntos suspensivos
cargue de gramática a mis mejores armas
y empecé a cuestionar la tarde con adjetivos
en tanto entre dormido pensé que llegabas
solo era el eco de tus pasos en mi memoria
solo unos besos que se marchitan sin regarlos
unas manos estirándose en el espacio
buscando un rostro familiar al que acariciar
pero agosto a incendiado la pradera
no nacerán afectos hasta un nuevo mes del año
queda la espera, eterna e inacabable
como mi ilusión ahora prisionera.
Roberto Brindisi




lunes, 3 de agosto de 2015

SUPONER




Supongo
que mi mirada herida
desgarrada
detrás de una mancha brumosa
no percibió el final
se engaño en la miseria de unas palabras
invisibles
casi desdentadas
con vocales que rengueaban
detrás de un adjetivo errante
vocablos vacíos de verdades
yo que se extensamente
que nunca se llega al abismo
por el sendero de la honestidad
creí que había más metros de terreno
mas espacio por donde hacer entrar el tiempo
supongo que fui cómplice necesario
se que desperté demasiado tarde
que desde la prisión de soledad
veo los barrotes de la angustia
creo extrañar esa depresión en compañía
mas aprendí que nunca se vuelve al mismo sitio
ni se pisa el mismo suelo
ese agujero en mi lecho se rellenara
como se rellena mi existencia
solo sé que hay calma en esta espera
que no sabe de retornos
sino de comienzos entusiastas
de ilusiones subversivas atrincheradas
quedo atrás esa visión luctuosa
he comenzado a abrir las jaulas de los gorriones
se han puesto a volar los instantes
las horas ayer aletargadas van cobrando vida
supongo que debo suponer
que esto es estar de pie del lado acertado
he zurcido cada tajo de esta lastimadura
he dejado que nacieran mis alas afiladas
he descorrido la desnudez de mis espejos
ha vuelto a ingresar la ventana por mis soles ignorados
se que es hora de compañía en las infinitas madrugadas
porque es el amor que viene de lejos
será para curar mi mirada de hombre enamorado.
Roberto Brindisi