miércoles, 11 de noviembre de 2015

Y ATRÁS EL LODO


Hay un momento
que sucede incomprensible
en que los vocablos significan
porque sucedió una muerte amorosa
hay momentos
en que las palabras son zurcidas
porque es imposible agonizar sin ellas
sin ese antiguo icono mordido
por los perros de la tristeza
lapsos de invierno que suben por mis pestañas
manos construidas con la sombra de un muro
y en el horizonte solo agua
como la que derraman los arroyos de esta hembra
cuando decido dejar de esperar dormido
sucediendo mi caída profundamente adentro
en tanto esa mujer ardiente se vuelca dentro mío
creo que anoche se escabullo mi sueño
creo que unas astillas delimitaron el borde de mis labios
y lo intangible cae como suele caer el viento
anduve vagabundo en las calles de una ciudad
que me marco los años y las arrugadas utopías
pero esa urbe que me enamoraba me ve pasar sin afectos
en una inmedible soledad de versos malos
de noches cada vez más arrepentidas
nos hemos confesado,
no hay quejas no hay reproches
solo el vuelo de una cara infantil que quedara en mis adentros
allá las veo correr
desoladas como único pájaro en la tormenta
como explicarle a mis lágrimas huérfanas
que se cierran las puertas de un mezquita sacra
que ya no tengo la llave oxidada por los días difíciles
ahora a abrir el paragua de la esperanza
a intentar vivir mi tiempo acordado con la parca
recobrar aliento rodeado por la caricia de otros iguales
los que quizás hayamos ganado perdiendo todo
si hoy hasta el tango se me hace medio ajeno
será que la oscuridad comienza a retirarse
que la tierra se seca dejando atrás el lodo.

Roberto Brindisi

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