sábado, 7 de noviembre de 2015

PUEDE SER


Ahí
en un rincón de la vereda
yace el sueño de mi muerte
la tormenta de mis noches calmas
la vigilia de mis días vivos
al lado,
los cardos de mis pesadillas
las flores intensas de mis amores
sobre el que llovizna mi cuerpo claro
la urgente sutileza de la alborada
que se asoma por la ventana de mi cuarto
queriendo ser reconocida por su silencio
mientras una sombra busca dejar de serlo
transformarse en una rosa en crecimiento
yo cavilo entre estas paredes viejas
quiero dar combate con la palabra
en algún poema vagabundo
dejar sentado el precedente que ame y que no quise
de maneras similares
aun cuando la jaula era espacio incompleto
en aquellos días en que la ciudad oscureció
multiplicando las calles de manos asesinas
pero la vida siempre fue una sutil promesa
de instantes sangrando bellas poesías
de plazas colmadas de presentes y de ausentes
hasta darnos cuenta que nuestra visibilidad sobre la tierra
es apenas un pájaro con plumaje de alegría
y aquí seguimos
carcomidos por la brisa de alguna letanía
de algún silbido matinal que rebota sobre los muros
ahora espero consumar mi existencia incompleta
sentir que existir no es un desierto de afecto
batirme a duelo con los labios femeninos
cavar trinchera sobre la cama con sabanas plegadas
ejercer el vivo movimiento de subir y bajar por tu silueta
morder los poros de una figura desnuda de razones
y agonizar con algarabía en una madrugada.
Roberto Brindisi




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