martes, 22 de mayo de 2018

INFINITOS INSTANTES



Mi poesía son palabras
ideas, sensaciones,
brotes de ansiedades temporales,
no hablare de los recintos en un confín de china,
escribo sobre mis pesadillas oscuras
quizás parecidas a la del soldado asiático
pero es solo elucubración sin pertinencia,
son palabras que eluden a formas de mujer
a olores, caricias, a tránsito de vagina
por la superficie plana de mi subsistencia
describo impreciso los afluentes preciados
las heridas como puñaladas de nuestra infancia
que sangran de gemidos en mis oídos torpes
construyendo puertos en el centro del orgasmo
mientras recompongo tus besos en este anochecer
descolgados del borde inmoral de nuestros labios,
los pájaros traen al nido castaño de tu pubis
piezas pequeñas de infinitos instantes,
dejo caer en el infierno de mis olvidos
tantos recuerdos de otras geometrías inciertas,
cada repaso distorsionado del arte de mentir
o de circular nuevamente por el sendero bifurcado
de unas delgadas extremidades femeninas
que con generosidad se prodigaron en la alborada
saboreándose con los incendios en el eje  de mi almohada
fue la inmaculada deserción del placer entre las sabanas
la emperatriz que desesperó el crujido de los cristales
un huracán con forma de vocales bañadas en aguardiente
cuanta vehemencia irradió esa partida que aún perdura
su silencio suave recorriendo este hemisferio
su estampa conmovida por las lenguas del averno
a otros sitios inseguros se ha marchado
quizás a un rincón de Cudillero en Costa Verde
tiene el derecho que la verdad le asiste
como su libre albedrio hipotecado en el pasado
mientras tanto sigo labrando estrofas precavidas
sacándole la herrumbre a los candados del hambre
rememorando con nostalgia cuanto…cuanto me has amado.
Roberto Brindisi

viernes, 18 de mayo de 2018

JARDIN DEL FIN



Angustia
memoria de mi infancia
olvido que no llega
partes de un vacío efervescente
los vasos en esa mesa vieja
desbordan de alcohol
antiguas y solidas marcas de mis heridas
cicatrices incomodas en este presente
donde ninguna mano de mujer me apacigua
ningun beso humedecido de amanecer
se descuelga por mis labios perdidos
tan solo las gotas de lluvia de gorriones verdes
de cantares dementes en los atardeceres
la lujuria va limpiando el reflejo de los cristales
el espejo se deleita con las formas retorcidas
que acumuló en cientos de madrugadas
hasta caer en el borde acerado de la bruma
allí donde aún se escucha el taconeo alejándose
no sé si su soledad partida ha de recomponerse
se de este silencio que me sabe a mucho
a retórica que define la humillación de no saber
de no encontrar dioses que me eximan
de este dolor en la mirada persistente
humareda que oculta el deseo compartido
el de esa multitud de nombres femeninos
sin la posibilidad de retener ningún rostro preciso
solo el sueño brutal que interrumpe un reloj de arena
levantarse con un verso en la punta de la pluma
vuelco los vocablos rengos en una hoja deshilvanada
escribo ligeramente:
infinito, destiempo, lapsos arrugados
me obsesiona el espacio relativo de la nada
improviso un teorema de amor sin sustantivo
creo que esa puerta será atravesada por tu presencia
te rememoro en las exactos signos de tu ausencia
sueño con un valle de senos tuyos en ofensiva
de partisanas maneras de desplegar tus tajos
viendo como aumentas el caudal de tus arroyos
y la jornada se hace plena
hasta sonrojar a la venus de milo de mi jardín
impenetrable como el pubis de tu inocencia pueril
ya se ha hecho tarde en este poema extraño
tanto que al nombrarte quedamente le he puesto fin
Roberto Brindisi

sábado, 12 de mayo de 2018

ETERNAMENTE



En un instante
puede estallar el tiempo
convertirse en un ápice de infinito 
con sus sombras de horas y minutos
convenciones que no abarca la eternidad
puede que en ese lapso te enamores
se desate la peor de las batallas
mueran los dioses del olimpo
hagamos el amor a pesar de todo
pero no dejara de ser un instante
sucedido por millones de intervalos inagotables
como una pausa esencial en esta tarde
como la misteriosa obra de un orfebre de antaño
que se niega a sucumbir de forma lenta y constante
o de una mujer lujuriosa en el vértice de la locura
tras una ruinosa ceremonia ancestral
de extensos orgasmos en el agitado anochecer
no se oye ningún eco de aquella ruina interna
parcialmente la secreción del tajo en las ideas
no admitir el bullicio sordo de mis silencios
hasta que abrume tanto
alejando aves incapaces de emprender el vuelo
con el viento en contra,
como si nada sucediera
veré aparecer la primavera
tras el taconeo incesante de una silueta demencial
me llevo por las formas geométricas
aun escondidas en la nada,
me conmueven los extremos de mi angustia
atrás de una oportuna e inmensa irrealidad
sorprendido por un piadoso espejismo taciturno
del que cuelga mi vida aprisionada
que me devuelve las heridas de aquella infancia
tan presente en la hoja que la invoca
quizás por ello no hay memoria que rescatar
o se habrán marchado tus ojos verdes con mi olvido
será que tus palabras livianas en el amanecer
no ingresan por los poros suaves de mis oídos
o una sordera infernal propia de los ofendidos
habrá decretado que no retornes mujer.
Roberto Brindisi


viernes, 4 de mayo de 2018

EL HORROR DE CADA DÍA



Escribo en el borde del desastre
en el centro de la mentira impiadosa
allí mismo donde tanta hambre
no dejan que emerjan las sonrisas vírgenes
puedes no ser poeta
puedes no gritarle al sol por las mañanas
pero el cinismo, la hipocresía serán castigados
porque en su ejercicio desde el poder
significan muertes
inocentes que andarán mendigando lo elemental
cargo de tizas mis bolsillos
lleno de crayones mis múltiples manos
oxigeno me piden mis pulmones
exhalaré de alaridos el centro de buenos aires
rayaré sus paredes contando el martirio
de sobrevivir en este suelo americano
en compañía de psicópatas entregados al dinero
diré lo que veo en los contenedores
seres sumergidos en busca de alimentos
de pan, de peces,
de Jesús nuevamente crucificado
no los perdones padres porque saben lo que hacen
mercaderes de pájaros de esta tierra
han prohibido el vuelo sino pagan peajes
se arrogan la potestad de avergonzarnos
desde la comodidad de sus pecados
en la hora final nadie oirá sus quejidos
arrojaremos lejos las llaves de sus celdas penitentes
no han de morir mucho menos vivir
en un estado eterno de suspensión aterradora
han de rendir cuentas de sus múltiples horrores
con sus manos disponibles para moverse en el encierro
no habra abertura por donde introducir un dedo
más del otro lado las ratas merodearan sus infinitas riquezas
solos, avejentándose minuto a minuto
sin estarle permitido dejar de respirar
verán como protagonizan tantas pesadillas
en tanto los niños al paso,
le arrojan letras de un abecedario
analfabetos emocionales
no podrán escribir ni una sola palabra
ese día llegará como sucede con las estaciones
mientras tanto urge preparar la resistencia
abrir el corazón multiplicado
no dejar que nos venza la desesperanza
teniendo siempre al otro como parte de nuestra esencia.
Hemos de volver a soñar
aunque cueste mucho dolor intentarlo.
Roberto Brindisi

jueves, 3 de mayo de 2018

EXTENDER LA SOMBRA



En esas sombras nocturnas
florecerá una palabra gris,
intentará captar los pliegos de tu mirada
a la vuelta exacta de la antigua herrería
donde retumban golpes de una pluma
que busca forjar una intensa poesía,
alzan vuelos los pájaros desangrados,
las aves de sueños extremos,
la desilusión de una golondrina huérfana,
mientras tu silueta se adentra en mi cuarto
desvistiendo la soledad de mis baldosas
cae en el suelo las arrugas de una soledad temprana
veo extendida en la cama tus poros multiplicados
puede que escriba sobre tus curvas
o recorra el rio agrio de tus contorsiones
espasmos lentos en ardor
espasmos divisibles de ángeles turbios
en un tiempo de estaciones retardadas
inhalo para gritar mis silencios
para enumerar de nuevo las vocales
con un rotundo clamor sin tiempo
regresa de mi olvido las huellas de tu caricia
palmas de manos femenina que me excita
dedos que se entrecruzan con mis vacíos
labios que requieren la atención de mis incendios
el espejo refleja las contorciones duplicadas
en tanto el sonido de tus pisadas se escurren
son marejadas que ganan los pasillos
agua hecha de penumbra de jazmines turcos
no quedo ni un solo cristal que no se impregnara
de tu presencia contundentemente frágil
es tiempo de recoger los tramos de la vida
como unas líneas geométricas de contornos largos
cuando regreso de ninguna parte
me parece reconocer las situaciones nuestras
esa sonrisa disparada en el amanecer
o esos abrazos de terciopelo sueltos
cada cosa somos,
cada lapso nos construimos
en cada atardecer apagamos alguna angustia
más los encuentros son viajes inesperados
como un placebo cubierto de melancolía
impidiendo que las flores de este día se tornen mustias.
Roberto Brindisi

miércoles, 2 de mayo de 2018

CAMINO



Un largo silencio
precede la tormenta de un poema
la metáfora sigue la velocidad del tiempo
mientras el cielo es un juego infantil
detrás de los portales, la miseria,
la apatía de sentir la muerte ofendiendo el césped,
el atardecer no suele ser benigno
cuando de amores ha de tratar
solo te recibe una noche brumosa
que desprende los vestigios de alguna inocencia,
vienes a entregar tu cuerpo enteramente
sabes que no hay monstruos ni mitología
solo el vulgar deseo humano
el que desata tu ropa amontonada
en una esquina, el espejo refleja tus pezones,
en punta, ardientes, como un incendio en El Cairo
redondos, perfectos, para unas palmas ajetreadas
para unos labios llegando desde su infinita juventud
me recuerdas mi infancia despoblada de senos
vienes a traerme  aquella turgencia de la que nunca supe
a dejar constancia de unos tajos abiertos al placer
de unos besos robados en un vergel de sacristía
y unas manos que son hábiles en el manejo de mi hombría
no imploramos al llanto sino al goce
no haremos ídolos paganos por tanta desnudez
solo, si pudiera decirse, gemiremos una alborada
un desmonte de arroyos que se suicidan en el agua
debajo del penúltimo párrafo
en el que se estipulan los orgasmos repetidos
deseo sentir la temperatura de tus nalgas
y tus piernas perfectas entornas junto a mi
bajaré las tablas con nuevos mandamientos
crearé un mundo solitario e inhabitable
seré quien te esclavice a mi mueble horizontal
tantas veces caerá tu nombre
que mi amnesia no sabrá de intervalos
a lo lejos los chacales de esta estepa plana
y entre tus ojos una mirada perforada
unas palabras desganadas de tanta humildad
encontramos los andenes desordenados
en las vías de dos almas enamoradas.
Roberto Brindisi