miércoles, 14 de octubre de 2015

LOS DÏAS QUE VAN PASANDO


Hay días desintegrados
cortados como rebanada de limón
jornadas en que el sol no se pone nunca
con noches de una oscuridad infinita
por esos instantes anduve
solo y malogrado
con la mirada obturada
sin poder ver que terminarían
sin mirar crecer los jilgueros del mediodía
andar descalzo por la plaza algún jueves
treparme de la mano de mi nieto
creer que Dios existe en sus ojos azules
no sé qué libros lloraron su tardanza
ni cuantas gotas conforman este charco
hay cosas en que mi ignorancia es sempiterna
en que los huecos en el muro de la indiferencia
intentan ganar terreno desmalezando mi cuarto
sé que mi calle tiene una esquina coja
que no hay vereda en la zona de enfrente
sé qué hace tiempo que no para de crecer el mar
y en mis ojos solo progresa el silencio
añoro esas figuras femeninas y fatales
las que me acompañaron desde mis mejores tardes
las que me enseñaron a domesticar el deseo
a sembrar mi habitación con el humo del placer
reconozco en el espejo algunos besos marchitos
serán de esas bocas que pasaron prestadas
de esa humedad que moja ahora en el recuerdo
hay un almanaque de fechas que nunca fueron
hay un dejo de aguardiente marrón
salpicado sobre la mesa de este bodegón
pasan rápidamente figuras cuasi perfectas
de otras mujeres de un ahora inmaduro
que recortan el espacio con sus curvas de celofán
siento que en un lugar interior la soledad pide calma
la ansiedad de mis afectos crecientes
mira la firmeza y turgencia de unos senos redondos
ve entrecruzar las piernas de una hembra en celo
pidiendo impiadosa un poema que sea urgente.
Roberto Brindisi


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