domingo, 4 de octubre de 2015

LA PRIMERA ALBORADA


Inocentemente
me pregunto sin esperar respuesta
por donde te nacerán los soles
si hay tanta opacidad a tu alrededor
tantas nubes negras estacionadas
tanta obscuridad echando raíces nuevas
imagino
por donde nacerán las torcidas vocales
si tu boca se clausuro a fuego lento
pero hago un paréntesis
pensando que aun después de esta locura
nacen gorriones grises desplumados
que tal vez levanten las mañanas volando
o se sumerjan ateridos en la fuente de un océano
en el justo centro donde murió el tiempo
tuve la fortuna de verte metros más acá
donde la lujuria evito cada una de las esquirlas
y lentamente como desquiciada
fuiste haciéndote en el aire
desnuda, ahuecada en partes, profunda
te sacudiste las gotas de tu piel descalza
estiraste las piernas delgadas hasta perfeccionar los tajos
dejaste que danzaran las delgadas manos
que se sumergieran en el horizonte unos dedos delicados
para encontrarme con la sorpresa que nadabas en mi lecho
desarreglado
con las sabanas en el piso plano
con la puerta entornada de una ducha abierta
me di cuenta que poca distancia hay entre el mar y mi cama
que pueden medirse en poros erizados
las lenguas se atropellan por usufructuar del placer
aproveche para componerme frente a mi fiel espejo
se que en la zona del techo aún perdura la humedad
pero decidí taparla  con el primer predicado
quise entender como mi boca era prisionera de tus labio
y todo fue tan veloz, tan pronto
que de acaparar el mundo en mi mirada
desapareciste sin dejar más cosas que el sudor ardiente
los ríos de tus arroyos intermedios
y me perdí sonriente en la primera alborada.
Roberto Brindisi



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