martes, 29 de septiembre de 2015

NO HAY ESPERA EN VANO


En el silencio de mi texto
se hundió una pluma ansiosa
una compulsión por desbordar lo impreciso
los indefinidos límites de mi balbuceo
allí donde la palabra naufraga
solo sonidos guturales dan señal de muerte
no vive la poesía en la oscuridad absoluta
pero siempre el texto intenta reflotar
en otras manos
en otros ojos
o en la mirada de un soñador incorregible
siento que la esquina porteña me susurra
cosas que imagino imprescindibles
sobre los adoquines de mi vieja Buenos Aires
hay danzando como fantasmas miles de historias
millones se encuentran enterradas
es que en distintas fechas nacieron o murieron
pero siempre gozaron de alguna alborada
en esa lejana zona donde el español se hizo sureño
esta ciudad y mis sueños se armaron de retazos de amores
en el rio quedaron los odios viejos
mas en mi cuarto el canto mustio de una hembra en celo
de unas piernas que al desplegarse alzan el vuelo
serán los labios que quisieron amarrarse al beso
o quizás ese gemido sordo que sabe a llanto y lujuria
se que por las calles de mi barrio ciego
volverán a repicar los tacones de tu insomnio
regresara la dermis desnuda en busca de placeres
querrá saber si aún conservo la madrugada eterna
esa hecha de astillas de pesadillas chuecas
vendrá por los bordes de una angustia
conocedora que no hay deseo satisfecho
que no se pague con algo de dolores
aun la evocación de los mejores incendios
de los que se apagan a medianoche
y se encienden con el despojo de tus tardes ebrias
pero vendrás porque aquí yo espero
a la vera de mi camastro revuelto
en una espera que me resulta conocida por lo inesperada
que me resulta excitante porque sé que es lo que quiero.
Roberto Brindisi




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