lunes, 21 de noviembre de 2016

NO HAY


No hay
silencio más duro
que un adiós a destiempo
un vacio infinito
sin silabas que lo describan
No hay
muerte más tempranera
que la de una noche solitaria
o un incendio lascivo
en la orfandad de la madrugada
como no hay
boca de labios perdidos
si llegan gorriones verdes
desde estaciones lejanas
así tus tacones desnudos
en el borde de mi cama,
se evaporaran las pisadas fantasmas
en el terciopelo de tus pestañas
soplara un viento de consonantes
que enrede los poros de tu cuerpo
a mis nostalgias perimidas que no dañan
ahora creo regresar
del exilio de los que aman
en un torrente de agua y vino
con tu espera como señal que me falta
desabrigaras tus puertos
liberaras el tajo de tu ensenada
mi lengua impenitente
amarrara en el filo de tu astilla venenosa
en el abismo del pubis primaveral
allí enterrare mi olvido, mis angustias
renacerá la sombra de mis ojos ebrios
en un círculo de pequeñas ranuras
donde se pierden una multitud de caricias
ciudadela agónica vulnerada
certeza de que en la cerrada oscuridad
han de llegar campanas dormidas
algunos fuegos temerosos
que calmaran el cierre de mil heridas,
no hay más amor
que el que llega precipitado
rebalsando instantáneamente
esas compuertas tímidas
que se quiebran entre mis dedos oxidados.
Hay mucho más de lo que callo.
Roberto Brindisi



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