Hubo un tiempo
En que mi respiración era asfixia,
El desamor era un pájaro de alas rugosas,
El mar se resecaba en el atlántico,
Los monstruos de mármoles
Bailaban una música espumante,
Mientras yo permanecía en ese circulo
Con la mueca triste de una sonrisa,
Creo que no tenía dudas,
Estaba herido,
Cubierto por las luces de la blasfemia,
Amarrado a la nave de la carencia.
Hubo un tiempo en que soñaba
Seguir soñando por toda la eternidad,
Convenciéndome en el aprendizaje del desinterés,
Sabiendo que por dentro estaba humedecido
De llanto, de lágrimas encarceladas,
De las cicatrices que asfaltaron mi pasado
Y que aun conservo.
Más hubo un tiempo posterior,
En el que busque nadar a favor de la corriente,
Desarmar las piezas de mis corazas,
Despellejando lo que me obnubilaba,
Recuerdo que en un instante
Subí apresurado a tomar el timón del barco,
Reparando la brújula añejada,
Poniendo proa hacia Ítaca,
En la indagación de quien me esperaba,
Aun sin saberlo, como yo tampoco conocía,
Que las caricias buenas y amorosas
Cierran calmando los tajos del sendero,
Pliegan los ojos perdidos en lontananza,
Viendo el cercano faro de tu mirada
Reverdecer en las olas de esta agua salada.
Quiero creer que en estos nuevos amaneceres
Está la argamasa de mis nutridas alegrías,
Donde digo tu nombre poseído,
Para escuchar el eco de mi voz,
Que reitera el murmullo de tus latidos.
Así siempre se que hay un tiempo,
El de enamorarse hasta caer rendidos,
En los arenales de una playa mansa,
Que nos recordara aún cuando nos hayamos ido.
lunes, 7 de febrero de 2011
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