Me dices,
Aun no vivo en el presente,
Y como si el tiempo no fuera a carcomerte,
Adoptas talantes de efigie.
Que te marchas de ti, es un decir
Un modo verbal,
Hallable en cualquier poema
Anticuado, sin grandes pretensiones.
Me dices
Que te habitan pocos sentimientos,
El más noble, el de la pena,
Castigo por no darte a asumir el amor,
Que seguramente te hiciera mejor,
Te quitaría los clavos de los ojos,
Tendrías la mirada suavizada,
Como si tus brazos se convirtieran
En afluentes de burbujas coloridas,
Y tus piernas dejarían de estar cruzadas,
Se soltarían reverdecidas,
A andar por este césped,
Acunando el canto de los pájaros huérfanos,
De las alondras y gorriones desobedientes,
Teñirías la punta de tu lengua
Con los colores del último carnaval,
Pero tal vez tengas razón
Predicando en estas horas en vano,
Sabiendo que no hay sordera mayor
Que la que tapa los oídos con las manos.
En ese ayer
Puesto en acto en el presente,
Caben mil desilusiones,
Cabe pensar
Que la vida quedo sin movimiento
O que el viento sopla en la historia
Y no en este hoy sin escarmiento
Creo que en tu palabra
Esta puesto el grito del socorro,
De ayuda a encontrarte evolucionando,
En la ampliación del campo
De los temores, de los miedos,
De lo agradable de las caricias,
De los calidos arrumacos entre besos,
Ahí, debajo de la negación,
Esta la fortaleza de tu afirmación
A vivir una vida en primavera
Siendo querida por tu entrega
Dando lo mejor, recibiendo en abundancia
Eres belleza de mármol vulnerable
Empiezas a disfrutar de la libertad
Te miras en los espejos de este lapso
Sabes que estas hecha de versos amables
Sin decirlo lo viviste.
domingo, 20 de febrero de 2011
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