En las mañanas actuales,
Muchas veces me baño
En las gotas sudorosas de tu sexo,
En las aguas vertiente de tus ríos,
O en las lágrimas felices de tus ojos.
En esas mañanas,
Que de tantas he dejado de contarlas,
Siento el suave arrulló
Del viento de tus dedos,
Que delgadamente me despeinan,
O mecen mis manos por tu cadera.
En estas únicas mañanas,
El sol sale por el oriente de tu sabana,
Mientras miro irse la luna entre tus senos,
Escucho agitarse
Los pájaros levantando el vuelo,
Sumerjo mi lengua en tu tintero,
Tomo la pluma que esparce
Los indescriptibles versos primeros,
En tanto un coro de viudas virginales
Junta las manos mirando el cielo,
Implorando ponerle brida
A tanto desatino,
A esta existencia mía,
Que ha decidido enterrar la muerte,
Tomando la dicha como destino.
En esta mañanas
Todo se comprende,
Mucho se perdona,
Hasta la astucia de los demoledores,
Seres que viven a la sombra,
Leyendo a Hegel,
Como depredadores,
Que nunca aprenden
A sumar correctamente,
A escribir sin errores, de corrido
Que utilizan los pinceles
Para perforar las telas,
Sin saber que buscan en su olvido.
Hay mañanas que son completas,
Las que puedo tomarte el ruedo
De tus prendas por el suelo,
Las que levantan monumentos
A la letanía de mis ruegos,
Al sobresalto risueño del deseo
Esas jornadas al amanecer
En las que creo en dioses,
Porque al vernos en el espejo,
Capturados en un laberinto nuestro,
Creo alegremente que llegar tan lejos
Es la recompensa por tanto anochecer.
miércoles, 16 de febrero de 2011
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