Hasta donde va el agua
Que la víscera en mi frente no la capta,
Inmensidad de azul que se desparrama,
Hasta el confín donde un barco remonta la pendiente
Hasta donde va,
Me pregunto cargado de curiosidad,
Interrogante que me aparece de saber si escapa
En insolida corriente de vegetales
O si es que atraca en los bordes de esta playa
Impulsada por las aletas de la cotidianidad
Miro, sin anteojeras a veces,
Miro, sin prejuicios tantas otras,
Creo que en verdad el agua moja al universo
O que el infinito crece por esta humedad,
Al menos antes de largarme a esta orilla,
Luego de dejar ordenada la luz de mi ventanal.
Se que en mi barrio nadie cree
Que lo eterno nunca vaya a terminar,
Somos gente de pocas pulgas,
Ignorantes de las trigonometrías,
De las mitologías que fomentan los libros,
Pero devoradores de conversaciones simples,
De amores pocos sofisticados,
De posiciones que nos dejen en orsay.
Somos los vecinos que nadie quiere tener,
Los que emprenden aventuras en solitario,
Tardando extensas horas en volver,
Sin saber narrar que es lo que hemos visto,
Porque muy poco se parece a lo de acá.
Dicen que somos como niños inmaduros
Que nos sorprende la lluvia cuando cae a raudales,
Que nunca cuidamos la suela de los zapatos,
Que miramos a nuestra enamorada sintiéndonos seguros,
Que solemos apagar la luz cuando ya todo ha terminado,
Pero se que de esa triste difamación nadie hace caso,
Ni siquiera procuran hacer leña del árbol por nacer.
Somos un grupo de habitantes de islas amatorias
Nunca conquistadas ni con guerras ni con ceremonias,
Con mi sumisión expuesta a la vista de mi mujer,
Más nos vale celebrar cada nuevo amanecer,
A ser valientes que nunca reconocerá la historia.
Vale entonces allegarse hasta algún risco,
De esos que no pululan en la ciudad
O correr en la campiña sintiendo la libertad
De las vocales que se agrupan para la escritura,
Pájaros de vuelo liviano cuando le hablan al amor
En las plazoletas cercadas de alguna catedral,
Cuando el campanario de tu lujuria,
Haga que suene los cascabeles de mi vigilia,
Hasta la entrega resumida de las últimas gotas,
De mi impericia de amante con carne de seductor,
Se que en este pueblo de júbilos frecuentes,
Cuando vienes a nuestro lecho nos cubre un gran candor.
Hasta donde llega el canto de un jilguero matinal,
Hasta donde y hasta cuando puede uno preguntar,
Ya que los poetas son niños grandes
Difícil de contentar.
jueves, 21 de julio de 2011
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