Hay momentos
En que nadie se aleja,
En los que nadie se acerca
Y yo con mis cartas españolas
Jugando al solitario
Entre los cauces de tus piernas
O en el arduo calor de esta tarde.
Son eso momentos
En los que aumenta mi temor a la muerte,
La que sigilosa hace trampas en el juego de barajas,
La que cuando se decide no da revancha
Y de bravo as de espada me transformo en carta de copas.
Hay otros instantes
En que llueven guirnaldas azules
Desde el cielo de mi barrio,
Lugar perfecto para ver un universo humilde,
Con carrozas tiradas por corceles de calesa,
Con serpentina humedecida en el llanto de una novia
Abandonada, humillada, dejada tras el carnaval
De noches inmisericordes,
Donde la carne en soledad,
Fue entronizada y consagrada,
Mintiendo sentimientos amorosos,
Para ver amanecer la hipocresía
Del egoísmo desalmado del embustero,
Quien sin reparar a quien ni a que dañaba
Clavo sus patrañas con tiro afilado y certero.
Hay segundos en que la vida
Crea espejismo de belleza absoluta.
Trae del oscuro ostracismo,
Los vientos antiguos,
Los sonidos postreros,
La silueta de la mujer que amó
Y fue amada,
Como ninguna
En el silencio de la nada
O en los ecos de una melancolía,
Que la espuma del mar dejo en la arena de la playa,
Mientras perecía la alondra esperanzada,
En tanto las onduladas desilusiones
Partían mar adentro,
Como se internan tantas cosas
Buenas y de las que no
Mientras despierto y beso tu espalda desnuda,
En el momento que bordea el precipicio.
jueves, 28 de julio de 2011
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