jueves, 28 de julio de 2011

REPENTINAMENTE...

Repentinamente,


Se me ha ocurrido

Que podías ayudarme a ser feliz,

Ser quizás el centro de mis halagos,

El rasgo suave que observa mi mirada,

El sentido último de mis mañanas,

El nombre que se cuele entre mis sueños,

La mano suave que arremeta mi calma,

El murmullo que quiebre mi silencio

La piel que se apiade de mi piel reseca,

Los poros que húmedos mojen mis alboradas.

Tal vez siendo rosa

Puedas reverdecer mi vergel,

Traer de nuevo las alondras de la mar

A sobrevolar el médano añoso de mí lecho,

Amansar la bravura de tantas olas de soledad,

Rajar de lado a lado esta noche,

Dejar que se asome la luna partida a mi balcón,

Sentarte vestida de letras, de vocales,

De palabras sin gravedad ni agudeza,

En la punta exacta de mis versos,

Cuando en la hoja blanca de mi existencia

Te pida que te animes al primer garabato.

No sé, solo se me ocurre…

Debería tu boca abrirse y acceder

O quizás al bajar la vista sonrosada

Decir que quieres probar a ser mujer

Que se incorporé suavemente en las madrugadas

Beba del cántaro la miel de mis adjetivos

Cruce inmóvil a lo largo y ancho nuestro cuarto

Impulse hasta estampar su imagen en el espejo

El mismo al que en otra ocasión le cantara un viejo

Bardo ciego, genial y alguna vez intensamente harto.

En este rapto de sinceridad

No tengo más discurso que intención,

De tanto observarte en un extenso verde,

El del horizonte cercano,

Aquel al que tal vez acceda yo algún día,

Mientras miro por la ventana,

Tocando la partitura de una canción en este piano,

Escuchando en mi mente alucinada

Que me dirás que sí,

Que ya no quedan límites sin franquear,

Que se puede ser feliz,

Si pides los deseos en tiempo y forma,

Si lo sincero se impone al qué dirán,

Si aprendemos a incendiarnos mutuamente

En un ritual que no reconoce religión,

Solo recorrerse lentamente,

A cada momento,

En el letargo de una tarde otoñal,

Cuando al abrir nuestras pupilas,

El mundo quede bruscamente reducido

A un par de locos en el fin de su mutua soledad.

Repentinamente, creo

Se me ocurrió…se te ocurrió

Que nada pasa por azar.

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