martes, 16 de mayo de 2017

EL FIN DEL PARAÍSO


Ahora
en este instante agónico
te creo parte de mi universo
como tu astillado nombre de mujer
ese que llegó cuando nunca vino
o retornó en envolturas nuevas
con sus soledades primitivas,
con los harapos de pájaros alucinados
es en esta vigilia infinita
que abrevamos la saciedad de lo imposible,
ahora
unos labios cautivos de otros besos
caen en el precipicio de un sinnúmero de bocas
despliegan la humedad en lenguas extranjeras
esperan para detenerse en el páramo de mi dermis,
arena incandescente en amaneceres fatigosos,
no conocen el sonido de tus pasos
ni la forma perfecta de tus pies
será que no caminaste por este cuarto
sino que ascendiste en algún sueño eterno mío,
ahora
te recuerdo en un lecho de Estambul
con la borra del café cubriéndote la pelvis
iban mis jilgueros picoteando la concupiscencia
de esa piel fresca tantas veces arrinconada,
porque un pétalo parte el cristal de mi ventana
justo cuando he comenzado a irme siendo olvido
la memoria resiste en la penúltima trinchera
hasta que la correntada derrumba una ciudad en celo
arrastra consigo los vocablos de unos versos
se han arrugado los párrafos de tu sonrisa
puede que el cielo se agujeree en el centro de tu mirada
o los dioses dormiten largamente en tus senos
pero ahora
es el único momento en este deslucido tiempo
qué deseo me menciones en el abismo de tus pesadillas
allí donde nunca se hará oscuro el silencio
ni claridad tendrá la sepultura
de los demonios de este averno añejo
podrán llovernos piedras
ser hueca el agua que no regala tormentas
un nombre femenino es mucho más que un verbo
las manos de falanges delgadas rasguñan mi pecho
es otro día en el abecedario de mi inocencia
otro en que reconozco tus rincones labrados de sudor
se ha partido definitivamente el paraíso
asomamos desnudos de codicia y con el hambre a cuesta
ahora son solo cinco disparos que marcan el amor.
Roberto Brindisi

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