martes, 11 de agosto de 2009

SE DEBE VIVIR INTENSAMENTE




Te advierto,
Creo que ya lo sabes,
No escribo para que me entiendas,
Quizás para conmoverte,
Pero no estoy seguro,
Cavile mucho acerca de porque siembro versos
Cuando no busco cosechar ningún elogio
Pensé en una manera diferente de autosatisfacción
Pero me distrajo el paso de un carruaje
Mientras se superponía el sonido de un reloj
El bullicio estridente de infantes en la calle
O el silencio proveniente de mis cuartos.
Me preguntaste si me angustio por la vida
No, a veces me angustia el saber que moriré
Como tu, el que ahora lee, también morirás
Es lo único seguro,
Lo único posible que se volverá real
Hace tiempo que comulgo en mi finitud,
Esa que solo me pasara inclementemente a mí
Con la que no hay manera de negociar
Te lo he dicho, te lo digo a vos que me lees
La muerte, el fin de tu existencia en este mundo
Es inenarrablemente intransferible
Crudamente irreversible, sin apuro,
Ganadora de esta partida de antemano,
Sabedora de que en tu natalicio
Ya éramos portadores de esa misma y única meta,
Hemos nacido con el fin de morir!
Por eso solo cabe que me diga, que te diga,
No te angusties, no te atiborres de cosas para no pensar
La muerte llega, inexorablemente llegara,
Y desde allí piensa que la muerte bien vale la vida
Piensa que la salida del sol de verano en una playa
Que la claridad de mis pasos en la arena
Junto a los tuyos marchando hacia algún médano
A desgastar la vida, este potente paréntesis,
Atrapándonos hasta fundirnos desesperados
Extasiados de lujuria y voluptuosidad
De retozar sobre la planicie de los cuerpos,
Navegando en los labios de tu boca humedecida
Conmovernos en el roce o el fragor de nuestras dermis
A pesar de que bien sabes mi hembra, mi señora
Que mañana seré un recuerdo fogoso evaporado
Que serás un conjunto de curvas y sensaciones
Que nadie más que los benditos de esta parroquia
La del sexo trashumante, la de los besos apasionados
Te recordaran las sabanas de memoria corta
También el viento caluroso de una primavera
Más el tiempo, compañero inseparable en su decurso
De aquello impronunciable para uno mismo
La idea de la muerte, que atenta espera hasta cumplirse,
Más el tiempo digo, no guarda evocación alguna
De tus actos, de los míos,
Ya que somos hoy para no ser mañana
Pero así y todo, o quizás por eso posiblemente
Le damos sentido a este paso, a este trecho
Por amarnos, por querernos, por hacer sin paralizarnos
Que si esta suerte ya esta echada desde lo inaugural
Desde allí arrancamos para llenar vital cada momento
Y morir contentos de habernos conocido.

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