Entrelazado a tu cuerpo
Pude mirar el cielo sin temor
Ver las formas mas extrañas
Las figuras más llamativas
Las canciones crecientemente purificadas
Los números que desfilan pitagóricos
Las caricias volando en hileras
Los besos anudándose en tu boca,
En tu cabello largamente renegrido
Pude animarme a admirar estas nuevas quimeras
Amarrado a los puertos de tu piel
Supe soñar mansamente
Con los malos momentos pasados
Con las pesadillas que inundaban mis noches
Con los pájaros que no querían volar
Ni desplegar sus alas plateadas
Ni entonar sus calidos trinos
Ni hacer nidos desplegados
Supe ver que todas las tormentas
Preceden lo bondadoso que arrancamos al destino.
Ensimismado en las fontanas de tus pechos
Quise creer en las plegarias concedidas
En las vestales del templo de mi otoño
En la primavera de los lirios florecidos
En los veranos creciente de tus rios
En las estaciones vulnerables de las emociones
En los carruseles coloreados en las tardes
De algún tiempo sin frontera ni parador
En los bordes claros de mis esquinas desiguales
Cuando camino diseminando palabras
En el oído más perfecto de este universo
El que escucho mis ruegos suplicantes
De haber sembrado tantos amaneceres
En la cúspide penetrante de mis versos
Asi lo que en mi soledad me fue impedido
Me fue concedido en tu presencia
Logre ser digno depositario de tus miradas
De los destellos de tu dulzura amanecida
De este trazo arrabatador de armonía
De verbos, consonantes o asonantes
Que me interesan en lo más recóndito
Sin poder imaginar como sucederían
Los atardeceres, las alboradas, todos los días
De mi existencia creciente como lo agrisado de la luna
Meciéndome en el regazo de tu cuidado
En estas interminables horas de almas enamoradas.
En estas noches milagrosas de esencias enlazadas.
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